A partir de noviembre, China no trasplantará órganos procedentes de prisioneros ejecutados

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Los chinos son poco partidarios de donar sus órganos por razones culturales y sociales. Muchos creen que se reencarnarán tras la muerte, por lo cual quieren mantener el cuerpo intacto cuando son incinerados o enterrados.


(SPANISH.CHINA.ORG.CN)- A partir de noviembre, China dejará de utilizar órganos para trasplantes provenientes de presos ejecutados, así lo ha informado Huang Jiefu, irector del departamento de trasplantes de órganos del Ministerio de Sanidad. Esta medida se produce al tiempo que el Gobierno impulsa un programa de donación voluntaria por todo el país, la cual se enfrenta a dificultades para avanzar, pues no existe una tradición de donar en China.

La práctica de utilizar órganos de presos ajusticiados es bastante común en el país asiático. Sin embargo, esto ha desencadenado un gran número de críticas internacionales, haciendo pensar a las autoridades chinas que “empaña la imagen de China”, por lo cual se han mostrado últimamente críticas hacia algo que muchos chinos consideran una vía de redención para los criminales. También ha afirmado anteriormente que losórganos procedentes de prisioneros no son los más adecuadas porque los porcentajes de infecciones por hongos y bacterias que tienen son normalmente muy altos y las tasas de supervivencia a largo plazo de los pacientes que reciben trasplantes son inferiores a las de otros países.

Para las organizaciones de derechos humanos, la utilización de los órganos de los ejecutados, constituye una forma de abuso y afirman que las autoridades presionan a los sentenciados a la pena capital para que donen, o incluso que los órganos son extraídos en ocasiones sin su consentimiento o el de su familia, algo que el Gobierno niega.

Huang ha dicho que el Ministerio comenzará a imponer la obligación del uso de órganos procedentes de donantes voluntarios asignados a través del programa nacional que fue puesto en marcha en 2010 en una reunión que será celebrada en noviembre. “Estoy convencido de que en poco tiempo todos los hospitales acreditados renunciarán al uso de órganos de presos”, ha asegurado el funcionario, quien, sin embargo, no ha detallado cuántos de los 165 hospitales autorizados para llevar a cabo trasplantes dejarán de recurrir a esta vía en una primera tanda. Tampoco ha facilitado el plazo para poner fin completamente a su uso, aunque en marzo del año pasado, siendo entonces viceministro de Sanidad, dijo entre tres y cinco años. Huang ha señalado que un comité garantizará que “la fuente de los órganos para trasplantes cumple los estándares éticos aceptados normalmente en el mundo”.

Aunque China se comprometió desde hace tiempo a reducir su dependencia de los condenados a muerte para obtener órganos, la gran demanda y la continua falta de donantes, hacen que sigan siendo la fuente principal. A finales de 2012, alrededor del 64% de los trasplantes realizados procedieron de presos ejecutados -la cifra ha caído por debajo del 54% en lo que va de año-, según Huang.

China puso en marcha en 2010 programas pilotos de donación voluntaria en 25 provincias y municipalidades con objeto de crear una red nacional para finales de 2013. Desde entonces, han cedido sus órganos en el marco del plan 1.010 personas, que han permitido beneficiarse a 2.742 personas, según la prensa china. Pero Huang ha advertido que no todos los órganos donados en China son asignados a través del nuevo programa nacional, lo que plantea desafíos a la reforma del sistema.

La necesidad de órganos excede con mucho la oferta en este país de 1.340 millones de habitantes. Según algunas estimaciones, 300.000 personas se encuentran cada año en lista de espera para recibir un trasplante y solo una de cada 30 lo acaba recibiendo. Según otras estimaciones, 1,5 millones de chinos necesitan trasplantes al año. Esta carencia histórica generó un lucrativo tráfico ilegal, incluso en Internet. Beijing prohibió el comercio de órganos y el trasplante a partir de donantes vivos, salvo de familiares cercanos, en 2007.

Los chinos son poco partidarios de donar sus órganos por razones culturales y sociales. Muchos creen que se reencarnarán tras la muerte, por lo cual quieren mantener el cuerpo intacto cuando son incinerados o enterrados. Otros desconfían de las autoridades o se niegan a ceder sus órganos a un sistema sanitario totalmente mercantilizado.