Ridículo Premio Nobel de la Paz

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La concesión de este Premio a Liu Xiaobo cuando él está aún en prisión no sólo es un estímulo para él, es, más aún, un desprecio y desafío al sistema jurisdiccional de China. Todos los chinos pueden percibir la verdadera esencia del otorgamiento de este premio y muchas personas de bien en occidente también pueden descubrir a primera vista que esto se ha hecho intencionadamente contra China.


El jurado del Premio Nobel otorgó el día 8 de octubre el llamativo Premio Nobel de Paz de este año a Liu Xiaobo, un reo encarcelado por China, con lo que se pone otra vez en una posición en contra del pueblo chino y la causa de reforma y apertura al exterior del gigante asiático.

Se dice en sentido general que el Premio Nobel es prestigioso. Sin embargo, el Premio Nobel de la Paz ya es una excepción infundada con la que se impone al mundo la ideología occidental. En el siglo pasado, este Premio se otorgó en varias ocasiones a personas opositoras a la ex- Unión Soviética, incluido Mikhail S Gorbachev, quien desintegró directamente la Unión Soviética. Y esta preferencia no concluye con el término de la guerra fría.

Negar la China contemporánea por medio de la concesión de este premio es ya una persecución frenética de algunas personas. Hasta la fecha, dos chinos han obtenido este premio, uno es Dalai Lama, y el otro, Liu Xiaobo. El primero, un personaje representativo del separatismo étnico de China, y el último, un pregonero que incita a la copia sin distinción del sistema político occidental en China y una persona que ofrece resistencia a las leyes vigentes en este país. Desde diversos puntos de vista se puede decir que, sin duda, ellos no son de ninguna manera la fuerza constructiva de la paz y desarrollo contemporáneo de China. Lo que ellos han hecho no es nada más que una oposición ejemplar al Estado. La concesión del premio denominado «Nobel de la Paz» a estas dos personas constituye un irrespeto a la mayoría de los chinos, y también una demostración de arrogancia ideológica ante los chinos.

Como Rebiya, Hu Jia, Wei Jingsheng y otros llamados disidentes eran candidatos al Premio Nobel de la Paz, el pueblo chino siente mayor repugnancia aún hacia este premio. Los chinos tienen muchas razones para sospechar que el Premio Nobel de la Paz es un instrumento político que sirve a los intereses occidentales. Y quienes juzgan y manipulan este Premio no quieren ver una China unida en paz, sino una China sumergida en interminables disputas por motivo de divergencias políticas, incluso una China separada al estilo soviético. Lo que pueden hacer ellos es abrir una grieta a la sociedad china por medio de este Premio de la Paz.

Liu Xiaobo fue condenado el año pasado a 11 años de prisión por las autoridades jurídicas de China. Gobiernos de varios países occidentales han intervenido en este asunto, y la acción del jurado del Premio Nobel es una continuación de esta intervención. Quienes actúan de tal manera tienen la esperanza de imponer una multipolarización política en China y desarrollar en ella la occidentalización.

La concesión de este Premio a Liu Xiaobo cuando él está aún en prisión no sólo es un estímulo para él, es, más aún, un desprecio y desafío al sistema jurisdiccional de China. Todos los chinos pueden percibir la verdadera esencia del otorgamiento de este premio y muchas personas de bien en occidente también pueden descubrir a primera vista que esto se ha hecho intencionadamente contra China.

Conforme al legado de Alfred Nobel, el Premio de la Paz se debe otorgar a «personas que han hecho sus mayores esfuerzos o contribuciones para promover la unidad y amistad nacionales, la anulación o reducción de fuerzas armadas convencionales, así como la organización y propaganda de conferencias de paz». Pero el jurado del Premio Nobel ha hecho al contrario.

Las repetidas censuras del Premio Nobel de la Paz advierten otra vez a China para conocer la situación en que se encuentra. Es imposible que el desarrollo de China gane el aplauso de Occidente. Cuando elije su camino de desarrollo, China tiene que ser suficientemente firme, pues los métodos con que Occidente interfiere en su juicio a veces son más inesperados de lo que cualquiera pudiera imaginar.

A pesar de esto, hay que señalar que el jurado del Premio Nobel de la Paz y las personas que este jurado representa no pueden contener la tendencia de desarrollo de China. Han ofendido otra vez a la nación asiática, pero a la vez, como dice una frase china, han levantado la piedra para dejarla caer sobre sus propios pies.

El mundo no es juzgado sólo por esas pocas personas, y la arrogancia de Occidente les hace equivocarse una y otra vez a la hora de conocer la voluntad del pueblo chino. La práctica es la única norma para examinar la verdad, y el Premio Nobel no puede ser más importante que esta razón.