China: soja y petróleo

In Análisis, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

Menos aceite y más granos. Durante la última década China se consolidó como el segundo destino de las exportaciones argentinas, pero éstas han estado concentradas en más del 70% en el complejo oleaginoso. La tendencia verifica que la Argentina pierde capacidad para generar valor agregado y, por tanto, la relación comercial con China tiende a la reprimarización productiva. Así, mientras que la exportación de granos se incrementa año tras año, la de aceite de soja tiende a contraerse.

Del total exportado por Argentina, el poroto de soja representó 50% (2001-2004), 43% (2005-2009) y finalmente 70% (2010-2013). En contraste, el aceite de soja se redujo de 26% a 20% y luego cayó abruptamente a tan sólo 9%, en iguales períodos. El objetivo de diversificar las exportaciones y disminuir la dependencia respecto de productos primarios y sus derivados no se alcanzó y continúa siendo el gran déficit de las administraciones kirchneristas. Inexorablemente, China protege su propia capacidad de molienda y condiciona la industrialización del agro argentino. A esto se suma que las exportaciones están estancadas desde 2008, momento en el que reaparece el déficit comercial para la Argentina y que hasta el presente acumuló más de US$19.000 millones. No hay que olvidar tampoco la caída de más del 30% del precio internacional de la soja y la eminente desaceleración de la economía china. El factor China es clave para comprender la pérdida de divisas en el país.

Por otro lado, si agregamos al «crudo de petróleo» como tercer producto más importante, la tendencia hacia la diversificación se vuelva más improbable, en tanto el 90% del total exportado a China entre 2010 y 2013 estuvo concentrado en estos tres productos. Más aún, el crudo de petróleo -que pasó de representar 2% en 2001/2004 a 11% en 2010/2013- desplazó al aceite de soja como segundo producto más importante en dicho período. Y así hace su aparición en escena el otro objetivo chino: el petróleo.

Nos llevamos el crudo y les vendemos el gas y aceite derivado del petróleo. Desde 2010 el desembarco de capitales chinos en el sector hidrocarburifero argentino fue tomando fuerza. Sinopec compró el 100% de Occidental Pretrolum Corp. (OXY) y, por tanto, está operando en las provincias de Mendoza, Santa Cruz y Chubut. La China’s National Overseas Oil Co. compró el 50% Bridas y, posteriormente, el nuevo consorcio adquirió el 40% de Pan American Energy, gracias a lo cual China ya opera también en Cerro Dragón (el yacimiento petrolífero más importante del país).

Por su parte, Petro AP también está operando en Mendoza. Este proceso toma fuerza por la nueva ley que regula la inversión, la exploración y la explotación hidrocarburífera (sancionada en octubre de 2014) y resulta coetáneo con la pérdida de autoabastecimiento de la Argentina desde 2011. Así, se refuerza la apuesta por un modelo extractivista bajo el paraguas de un supuesto nuevo ámbito de cooperación bilateral: el energético.

¿Cuáles han sido los efectos más significativos al presente? Hasta 2006 Argentina exportaba a China «gas de petróleo y demás hidrocarburos gaseosos», desde entonces el país asiático dejó de comprar productos derivados del petróleo con algún grado de refinamiento. Es decir, limitó la compra de productos con mayor valor agregado en tanto sólo se exportó crudo de petróleo (para 2013 la exportación creció 350%, respecto de 2004). Mientras que China se convertía en el principal destino de exportación, Chile y Estados Unidos quedaron desplazados al segundo y tercero, respectivamente. Más aún, en 2013 cayeron las exportaciones argentinas a todos los destinos y al mundo en general pero, paradójicamente, continuaron creciendo a China: US$712 millones (el valor más alto desde 2007) que equivalió a 987.502 toneladas (6210 barriles aproximadamente). Si bien la cantidad expresada en toneladas de crudo de petróleo exportado a China cayó sistemáticamente, entre 2005 y 2009, no es casual que comenzará a crecer nuevamente desde la radicación de capitales chinos en el sector. En 2009 se exportaron 589.386 toneladas (3706 barriles) pero para 2010 la cantidad aumentó a 1.315.208 toneladas (8271 barriles). Es decir, creció poco más del 120%. Si bien el petróleo podría contribuir a la desconcentración de las exportaciones a China, hasta ahora concentradas en el complejo oleaginoso, lo cierto es que no contribuye a generar mayor valor agregado. Lo que termina de comprobar la reprimarización productiva es que en 2013 el «gas de petróleo e hidrocarburos gaseosos» y el «aceite de petróleo» se convirtieron en el segundo y tercer producto más importante que Argentina importa de China. No hay duda entonces de que Pekín ya incide directa y de forma determinante sobre la explotación y comercialización de hidrocarburos en Argentina.

Como otrora sucediera con Gran Bretaña y fuera alertado por Scalabrini Ortiz, hoy la «política china en el Río de la Plata» se orienta a garantizar su seguridad alimenticia y energética y, en consecuencia, condiciona la industrialización del agro argentino limitando la generación de mayor valor agregado en las exportaciones hacia el mercado chino. En suma, más allá de cualquier retórica estamos muy lejos de una asociación estratégica que impulse el desarrollo económico de Argentina.