China tercia en Asia Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

In Análisis, Política exterior by Xulio Ríos

Muchas miradas confluirán los próximos días en la cumbre intercoreana que sin duda será de gran transcendencia mediática. No obstante, otros giros en curso en la región, quizá más discretos, podrían derivar en un cierto reequilibrio estratégico que opera en el marco del decisivo triángulo China-Japón-India.

Altos funcionarios de China y Japón se reunieron el pasado 15 de abril para intentar pasar página de los factores sensibles que han complicado sus relaciones en los últimos años. El encuentro mantenido por el Consejero de Estado y ministro de Exteriores chino Wang Yi y su homólogo Taro Kono puede suponer un primer paso hacia la recuperación de la normalidad en un periplo que hasta ahora ha presentado constantes y reiterados altibajos. Tokio espera que el primer ministro chino Li Keqiang pueda asistir a la cumbre trilateral de líderes (con Corea del Sur) que debe tener lugar este año (la última visita de un primer ministro chino fue la realizada por Wen Jiabao en 2007) y quizá el año próximo Xi Jinping pueda visitar Japón. Wang Yi copresidió el cuarto diálogo económico de alto nivel entre ambos países, que llevaba nada menos que ocho años suspendido. En dicho contexto también se celebró la novena ronda de consultas sobre asuntos marítimos, iniciada en 2012.

Ambas partes coinciden en certificar una mejora de las relaciones bilaterales poniendo en segundo plano los contenciosos que le enfrentan –y no resueltos- con la referencia mayor de no cejar en la integración económica de la región y la cooperación bilateral que podría derivar en una suma de Japón a la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Tanto Tokio como Beijing se oponen al proteccionismo y recelan de las actitudes de EEUU en esta materia. Japón no vio con buenos ojos el abandono del TPP anunciado por Trump y aunque pasó a liderarlo, la ausencia de Washington –a expensas de su reconsideración- supone un hándicap importante.

Por otra parte, en Wuhan, la capital de Hubei, también se celebrará un encuentro calificado de “informal” entre los presidentes Xi y Modi cuyo asunto principal es la mejora de la “comunicación estratégica sobre los cambios profundos en el mundo”.

La última reunión entre ambos se celebró en Xiamen, en septiembre, en el marco de la cumbre de los BRICS, precedida de tensiones fronterizas provisionalmente resueltas en el último momento. De lo que ahora se trata es de consensuar un juicio estratégico sobre el modelo mundial y las relaciones China-India con la mirada puesta en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) que se celebrará en junio en Qingdao. China quiere que India desempeñe un papel más activo en la OCS.

La gestión de las diferencias es otro asunto de importancia, a la vista de la persistencia de las disputas territoriales en la frontera. Recuérdese que en junio pasado, soldados de los dos países quedaron frente a frente en una zona disputada entre China y Bután, Doklam. La zona es reclamada por Bután, que es aliado de India, pero Beijing dice que le pertenece con base en un tratado de 1890 firmado con Reino Unido.  Aunque Bután y China han celebrado varias rondas de diálogo, no han llegado a acuerdo. La frontera entre India y China suma 3.500 km.

Xi necesita salvar las reticencias de Modi a la Iniciativa de la Franja y la Ruta para dar alas a la mejora de la conectividad desarrollando una red de transporte multidimensional trans-Himalaya pero Nueva Delhi, seducida igualmente por la estrategia del Indo-Pacífico que promueve Trump, precisa garantías que disuelvan la desconfianza.

El corredor económico con Pakistán es clave para las autoridades chinas pues le permitirá unir el mar de Arabia que bordea el sur de Pakistán con la región autónoma de Xinjiang. India también está interesada en acceder al maná energético de Irán. El corredor, no obstante, atraviesa la inestable provincia de Beluchistán donde se encuentra el puerto de Gwadar que es administrado por China desde 2012 y también las zonas disputadas de Cachemira. Modi no asistió –ni tampoco funcionario alguno de alto nivel- a la cumbre de mayo de 2017 en Beijing que puso de largo la Franja y la Ruta.

En el orden económico, en 2017 el comercio bilateral logró un récord de 84.400 millones de dólares, un 20,3 por ciento más que el ejercicio anterior y en el primer trimestre de este año el aumento fue del 15,4 por ciento. Por otra parte, al cierre de 2017 las inversiones chinas en India alcanzaron más de 8.000 millones de dólares, de modo que India se ha convertido en un mercado importante para la cooperación en infraestructuras de las empresas chinas y uno de sus grandes destinos para la inversión. Ahora que las restricciones parecen camino de generalizarse en Europa o en EEUU, la alternativa de India gana relevancia dado su enorme mercado interno.

Para China, terciar en esa alianza integrada por EEUU. Japón, India y Australia, dispuesta para contenerla y debilitar sus conexiones es asunto del mayor interés. Para ello debe inventariar los factores que provocan alarma en sus vecinos, mejorar esa comunicación y facilitar argumentos sustanciales que despejen el horizonte en su extranjero próximo.