Las elecciones de la CELAC y China Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

In Análisis, Política exterior by Xulio Ríos

El Foro que la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y China celebran en Santiago de Chile (del 19 al 22 de enero) tiene como principal hipoteca la incertidumbre política regional. Mientras China llega al evento con los deberes hechos (XIX Congreso del PCCh celebrado el pasado octubre) a la espera de confirmar cambios en el Consejo de Estado en marzo, la región latinoamericana debe encarar comicios en Costa Rica, Paraguay, Colombia, México, Brasil y Venezuela. En casi todos ellos es difícil predecir resultados. También habrá relevo en Cuba y en Chile hay un traspaso de poder inminente como consecuencia de los comicios presidenciales de diciembre.

¿Cuánto afectará este escenario a la cooperación con Beijing? La profundización de las relaciones con China es, sin lugar a dudas, una percepción compartida en la región pero que tiene como mayor hándicap la debilidad institucional, una carencia que va camino de disolución principalmente en las preferencias electorales, cualquiera que sea su signo. Indudablemente, China es un socio comercial y un atractivo mercado, además de fuente de financiación, de gran trascendencia para todos y el riesgo que suponen las alternancias es cada vez menor, más ahora que es igualmente unánime la voluntad de elevar la calidad de la cooperación bilateral.

En los últimos años, la presencia china en la región se ha incrementado notablemente en todos los órdenes, incluso en los más atrasados como el cultural. El Instituto Confucio, por ejemplo, cuenta con unos 40 centros y varias aulas  en 20 países (de un total de 33). En el año 2017, la expansión regional tuvo en China una explicación plausible: las exportaciones repuntaron casi un 30 por ciento tras años de estancamiento. Se respira una maduración y repunte de las expectativas tras el paréntesis obligado por la crisis financiera internacional.

El Foro China-CELAC se reúne cada tres años. Cuenta ya con una infraestructura institucional mínimamente desarrollada que si bien facilita un amplio diálogo es manifiestamente mejorable. El encuentro de Chile puede realizar aportaciones de valor en esa línea.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta es objeto, por otra parte, de interés creciente en América Latina y son cada vez más las voces que reivindican la actualización de aquel pasado de hace más de 250 años que conectaba a los dos continentes. La presencia de la región en esta propuesta de desarrollo es imperativa y simboliza una apuesta compartida por una nueva dinámica en la cooperación Sur-Sur que ayudaría a reforzar una coordinación intrarregional efectiva. Sorprende en tal sentido que en el Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional celebrado en mayo de 2017, solo participaran los presidentes de Argentina y Chile, Macri y Bachelet, respectivamente. La CELAC puede promover un foro regional centrado en esta temática.

Desde la perspectiva china, la cumbre chilena debe servir para hacer balance del trienio transcurrido y es probable que haya más reflexiones que decisiones en tanto no se clarifique el futuro político de algunos países. Tampoco es una “pérdida” ni una cuestión menor ya que es condición sine qua non para lograr esa elevación de la calidad de la cooperación e identificar las sinergias entre las respectivas estrategias de desarrollo.

La propia dotación de una agenda común no es tarea fácil teniendo en cuenta la diversidad característica de la región. Será probablemente China quien disponga en mayor medida de la capacidad y visión estratégica para realizar propuestas de alcance con proyectos concretos, complementando los ámbitos bilateral y multilateral. Pero otros también pueden aportar ideas de valor.

El interés chino por América Latina y el Caribe persistirá más allá de las elecciones en tal o cual país y cualquiera que sea su resultado, más o menos favorable a sus intereses inmediatos, pero es probable que aguarde a contar con un ambiente político estable  que facilite la toma de decisiones en las respectivas capitales.

Las posibilidades que ofrece la cooperación sino-latinoamericana son muchas. Esa amplitud puede dispersar en demasía si no se identifican y acotan las prioridades. La apuesta por la infraestructura y la tecnología y el desarrollo del transporte y el comercio apuntan a un planteamiento estructural que puede tener repercusiones significativas en la región, incluso en orden a promover esa integración necesaria pero que tanto cuesta.