¿Podrá Moon decir no?

In Análisis, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

Moon Jae-in, del progresista partido Minjoo, ganó con rotundidad las elecciones presidenciales surcoreanas del 9 de mayo con un amplio margen sobre sus rivales conservadores y centristas en una jornada de elevada participación. Su victoria tiene un significado especial en el contexto de la doble crisis que vive el país, la motivada por el deterioro de la vida política como consecuencia del escándalo de corrupción relacionado con la ex mandataria Park Geun-hye, la primera líder elegida democráticamente en ser destituida del cargo, y la situación de tensión que vive la península coreana en las últimas semanas.

La política exterior fue uno de los temas clave en la campaña electoral. Moon se opuso al despliegue del sistema de defensa antimisiles estadounidense, el THAAD, inclinándose por aumentar la confianza mutua con Pyongyang. Quizá en previsión de esta adversidad político-electoral, el sistema fue desplegado a toda prisa con un gobierno en funciones desde hace varios meses. Moon reclamó sin éxito que la decisión final sobre el THAAD se dejara al próximo gobierno.

El nuevo presidente surcoreano tendrá que lidiar con Pyongyang y con Washington, además de Beijing. A primera vista, el fin de la década conservadora en Corea del Sur puede traer consigo un acercamiento más conciliador hacia Corea del Norte. Moon aboga por una política de dos vías: mantener la presión y las sanciones pero alentando el diálogo en paralelo. Su proximidad con la Sunshine Policy, la política de acercamiento promovida por Roh Moo-hyun con quien Moon trabajó como jefe de gabinete, sugiere novedades significativas en este terreno.

Por otra parte, la nueva ronda de conversaciones informales llevada a cabo esta semana por EEUU y Corea del Norte en Noruega, reafirman un moderado optimismo, al igual que la aparente prudencia de las autoridades de Pyongyang a la hora de implementar nuevos ensayos.

¿Podrá Moon a estas alturas tomar un rumbo diferente? Moon destacaba en enero pasado que aun cuando la alianza con EEUU es un factor clave para la seguridad del país, Corea del Sur debería aprender a decir “no a Estados Unidos”.

La seguridad en la península coreana no es un tema fácil de encarar. La elección de Moon introduce un factor novedoso y esperanzador. Todas las partes deberían optar por primar la diplomacia y explorar las oportunidades que ahora se abren facilitando la recuperación de las positivas dinámicas del pasado: la reanudación de la actividad en el complejo industrial de Kaesong, del turismo o los reencuentros familiares.

El despliegue del sistema THAAD también afectó negativamente a las relaciones de Seúl con Beijing. Moon debe recomponerlas y recuperar el entendimiento con su vecino, un aliado clave para afrontar con holgura los retos económicos internos (desempleo, recuperación, la reforma de los poderosos conglomerados de gestión familiar, etc), en segundo plano en la campaña electoral. China, que saludó la victoria de Moon, se mantiene por el momento escéptica respecto a las posibilidades efectivas de un cambio de política.