Este suceso se mantiene fresco en la memoria colectiva china. A tales trucos han recurrido una y otra vez medios informativos internacionales, como la Agencia France Presse (AFP).


Los internautas chinos han desenmascarado las falsificaciones de algunas fotos de la “Revolución de los Jazmines” en China, incluyendo choques entre manifestantes y policías, publicadas recientemente en algunos medios extranjeros.



En ciertos casos se trataba de instantáneas de protestas chinas anti-japonesas de hace varios años; otras fueron tomadas en febrero pasado, cuando algunos activistas taiwaneses pro-independencia protestaron contra la visita a Taiwan de Chen Yunlin, presidente de la asociación para las relaciones a través del estrecho que separa a la isla de la parte continental de China.



Para hacer más “masivo” el montaje, recurrieron también a fotos de personas que buscaban trabajo en el mercado laboral doméstico. Los buscadores de empleo se ven disgustados, lo que traslada un diáfano mensaje de que China seguirá el sendero de Egipto.



Ésa es la China que esos periodistas carentes de ética profesional desean ver, pero esa China no existe, de ahí que deban recurrir a los montajes fotográficos, que luego circulan por la red, mostrando muchedumbres donde predominan rostros en apariencia chinos.



Para decirlo por lo claro, la sociedad occidental, siempre tan exigente respecto a los hechos asociados con las noticias, pone más énfasis en la política al hablar de China. Las historias falsas sobre China atraen menos atención negativa que las que le defienden.



Los informes sobre China de los medios occidentales están llenos de prejuicios y rencor, lo que se traduce en una polarización negativa al informar. Los medios occidentales parten de verdades establecidas e inamovibles en la mayoría de sus informes, en los cuales describen una China aislada, cerrada y virulenta. Se trata de una especie de maratón a ver quién dice la mentira mayor.



Lo que más llama la atención es que las sociedades occidentales hacen evidente una mayor ojeriza contra China hoy, que la que expresaban en los años 70, antes de que el país se embarcara en el proceso de reforma y apertura. Según sus juicios, China no hace nada bien y sus mil 300 millones de habitantes no son más que un conglomerado de carneros bajo la férula de un régimen represivo.



No hay dudas de que los problemas de China son inmensos, porque China es como una gran nave que se apresta a lanzarse a la mar. Sin embargo, sería bueno tener en cuenta que, aunque la civilización china ha existido por miles de años, los chinos contemporáneos todavía podemos entender los textos legados por nuestros antepasados de las dinastías Qin (221BC-206BC) y Han (206BC-220AD). Esto lo deberían tomar en cuenta los que pasan la vida anunciando el derrumbe chino en los medios occidentales.



Y que quede claro, no cerramos lo oídos a las críticas justas sobre nuestra realidad, pero eso no es lo mismo que quedarnos inermes ante el comentario avieso. Que lo digan sino nuestros internautas, cada vez que destapan los intentos de ciertos occidentales de propalar falsedades sobre nuestro país.(Pueblo en Línea)



30/03/2011

El autor es comentarista de la edición en chino del diario Global Times.