Urbanización y diplomacia en China

In Análisis, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

La urbanización se ha consolidado en China como un proceso en la cúspide de las prioridades políticas, sociales y económicas del país y como una de las claves principales para el devenir futuro del mismo. 

Se trata, desde hace ya un tiempo, de un fenómeno siempre presente en la agenda política y económica del Gobierno, más aún desde la llegada de Li Keqiang quien, ya desde su época de Viceprimer Ministro, ha impulsado de forma muy personal esta temática como elemento central en el proceso de modernización y reforma del país. 

La importancia de la urbanización para China no solo deriva de la dimensión y proyección de sus ciudades, si no, más aún, de las trascendentales implicaciones de lo urbano sobre un amplísimo número de cuestiones prioritarias para el país, sus gobernantes y sus ciudadanos. 

Así, la gestión de lo urbano tiene un impacto directo sobre cuestiones tan trascendentales como la situación medioambiental, las desigualdades territoriales y sociales, la situación de los trabajadores migrantes, las requisiciones de terrenos rurales para convertirlos en urbanos, la necesidad de mayores y mejores dotaciones de servicios públicos y de infraestructuras urbanas, el equilibrio urbano-rural, la seguridad alimentaria, el elevado endeudamiento de las administraciones locales, los desequilibrios demográficos o el papel que las ciudades deben jugar en la búsqueda de ese nuevo modelo productivo chino basado en el consumo privado.

 No es extraño, por tanto, ese predominio de lo urbano como temática que, en el plano interior, se vio culminado con la aparición del “China´s New-type Urbanisation Plan, 2014-2020”, que fija las prioridades para ese periodo de referencia.

 Pero lo que si es menos evidente es la apuesta que China ha hecho por trasladar esta temática, la urbanización, a su agenda de trabajo y prioridades internacionales. Se trata de un proceso que se viene produciendo desde hace ya algunos años y por el cual este país desarrolla una verdadera “diplomacia de lo urbano”, apoyada en dos elementos clave. 

En primer lugar, en la tradicional cooperación ciudad-ciudad, basada en hermanamientos o acuerdos entre ciudades (a la que China siempre ha concedido mucha importancia). Este es un elemento clave para China a la hora de reforzar o relanzar la cooperación bilateral con algunos países. Un caso muy llamativo ha sido el de India, país con el  que ninguna ciudad china tenía acuerdos de cooperación hasta el año 2014, pero que ya ha visto nacer 7 acuerdos, firmados todos ellos en el marco de visitas de Estado o encuentros de sus máximos dirigentes (3 acuerdos se firmaron en el marco de la visita del Presidente Xi a la India en septiembre de 2014 y los otros 4 en el marco de la visita del Primer Ministro Modi a China en mayo de este mismo año 2015).

 Y, en segundo lugar, lo que es más relevante, China ha ido en los últimos años añadiendo la cooperación en la temática de la urbanización como elemento central de la cooperación bilateral con un buen número de países y entidades supranacionales. De esta forma, a día de hoy, la urbanización es un elemento clave de la cooperación que China desarrolla con algunos países europeos (Alemania, Francia, Italia, Polonia, Reino Unido, Holanda, entre otros), con Rusia, con la India o, también, con entidades como la Unión Europea, la CELAC, el grupo de países de Europa Centra y Oriental (CEEC), etc.

 Esta acción internacional basada en la urbanización ha permitido a China encontrar un campo de cooperación práctica y mutuamente beneficiosa con un cada vez más amplio número de países, en coherencia con su fijación de prioridades. 

Las motivaciones de esta cooperación en lo urbano se han ido ampliando a medida que China ha venido acumulando cada vez mayor experiencia en la gestión de las cuestiones urbanas. Así, si en sus orígenes esa colaboración tenía como objetivo el aprendizaje de las “buenas prácticas urbanas” de otros países (esa fue la motivación temática de la Expo de Shanghai, por ejemplo), a día de hoy, China  ha incorporado a esta cooperación un claro y ambicioso componente de “exportación de capacidades” dirigido a situar sus empresas y sus propias experiencias como modelo y como referencia para otros países. Un claro ejemplo, de nuevo, lo tenemos en la India, donde China y Japón se han lanzado a una competencia abierta (en la que participan, también, otros países como EEUU, Singapur, Reino Unido o Francia), para posicionarse ante la decisión del gobierno indio de crear 100 nuevas “smart cities”.

 Esta nueva motivación china dirigida a la “exportación de capacidades” ha quedado muy de manifiesto en el “Foro por la Urbanización China-UE”, celebrado en Bruselas el 29 de junio de 2015, en el que China ha manifestado su mayor interés en la colaboración urbana con la UE y ha mostrado su disposición a favorecer una mayor presencia de empresas chinas en las ciudades europeas en base a su experiencia en la gestión de las cuestiones urbanas. 

 En definitiva, estamos ante una temática que viene siendo fijada por el gobierno chino como prioritaria y que, de hecho, se ha constituido como central en su relación bilateral con muchos países. Ello seguirá siendo así ya que el gobierno chino ha remarcado el papel central que las ciudades tendrán en la implementación y en las oportunidades que genera su principal proyecto para los próximos años, el proyecto de la “Ruta de la Seda” (“OBOR-One Belt, One Road”). Hay que tener presente que ese proyecto no solo otorga un papel clave a provincias y ciudades chinas en su puesta en marcha sino que, además, considera indispensable la implicación de las principales ciudades de todos los países por los que transcurre su recorrido. 

 Ante este reforzamiento de la dimensión urbana en las relaciones con China, es esencial que, desde un punto de vista práctico, y por lo que a nuestro contexto se refiere, nos planteemos cómo la UE y España se están implicando en este campo y que saquemos conclusiones sobre ello. 

 Para el caso de la UE, se hace evidente que sí se ha logrado articular una respuesta adecuada que ya está en marcha, el “Partenariado China-UE por la Urbanización”, y que constituye el marco de trabajo idóneo para este trabajo sobre ciudades.

 Sin embargo, para el caso español, las conclusiones no son tan positivas. En primer lugar, la presencia española en ese “Partenariado China-UE sobre Urbanización” es todavía mínima y ese es un aspecto que debe corregirse ya que se están perdiendo oportunidades de sacar partido a una herramienta comunitaria.

 Pero, además, en el marco de la relación bilateral España-China, a pesar de algunos avances en los últimos tiempos (como el hecho de que esta temática se tratara en la última edición del “Foro España-China”), todavía no se ha articulado un marco propio y permanente sobre el que basar esta cooperación.

 La experiencia de países de nuestro entorno nos habla, con claridad, de las ventajas de hacerlo. Además, la apuesta de China por esta temática nos debe hacer ver que ello sería para nosotros una posibilidad, muy al alcance, de enriquecer nuestra relación bilateral con un componente muy práctico y tangible, de interés para China y sobre el que, además, tenemos experiencias que aportar y oportunidades que aprovechar.