XV Cumbre UE-China, ¿quimera o realidad?

In Análisis, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

La pasada semana se pronosticaba intensa y muestra decisoria de la madurez de las relaciones sino-europeas. Bruselas albergó tres eventos de alto nivel. Por primera vez se celebró el Foro Sino-europeo de Alcaldes el 19 y 20 de septiembre, al cual asistieron más de cuarenta alcaldes entre europeos y chinos, miembros del Parlamento Europeo, del Comité de las Regiones y del Comité Económico y Social Europeo. El 20 de septiembre, arrancaban paralelamente dos eventos con similares títulos, la VIII Cumbre Económica UE-China y la XV Cumbre UE-China (política), pero con contenidos diferentes. Probablemente, la planificación de ambos durante el mismo día y en el mismo recinto no fuese trivial.

La cumbre económica se celebra anualmente y de forma alterna entre la RPCh y los estados miembros de la Unión Europea (UE). Como ya es habitual, reunió a expertos del mundo de los negocios y políticos de ambas regiones con la finalidad de discutir sobre cuestiones como las oportunidades de inversión en ambas regiones o la cooperación industrial en el campo de la innovación y tecnología, la propiedad intelectual o las energías renovables.

La XV Cumbre UE-China es la segunda organizada en 2012, tras la celebrada en Beijing en febrero del presente año. El encuentro se vislumbraba interesante, ya que sería el último al cual acudiera Wen Jiabao, actual primer ministro y secretario del partido del Consejo de Estado de la RPCh. Wen es considerado como uno de los políticos chinos que más ha contribuido a impulsar las relaciones sino-europeas, participando desde 2003 en diez  encuentros. Por el lado europeo tampoco se escatimó en altas figuras, asistiendo el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, acompañados por la representante de Asuntos Exteriores y Seguridad, Catherine Ashton. Para no dudar de la envergadura e importancia del evento, también se encontraban presentes el Comisario de Comercio, Karel De Guch, y la Comisaria de Investigación e Innovación, Marie Goghegan-Quinn. Ante tantos presidentes, representantes y comisarios europeos no restan dudas acerca de a quién se debe llamar para tratar cualquiera de los múltiples asuntos de la agenda.

En plena crisis económica y financiera, la creciente cobertura mediática ha hecho que el público general no sólo esté más al corriente de las relaciones comerciales entre ambos socios sino que les otorgue una importancia mayor. Tras los Estados Unidos, la RPCh es ya el segundo socio comercial de la UE. Además, la UE es el primer destino de exportaciones chinas, la primera fuente de importaciones tecnológicas y, justo por detrás de Japón, el segundo proveedor del país asiático. Lo que quizás se desconozca es que las relaciones diplomáticas establecidas en 1975 han fomentado la proliferación de más de cincuenta diálogos sectoriales (educación y cultura, medioambiente, etc.). En cierta medida la expansión de los diálogos se impulsó por la nueva dimensión que adquirió la relación bilateral en 2003 cuando se lanzó una asociación estratégica entre ambos actores.

Los encuentros políticos sino-europeos acostumbran a celebrarse anualmente de forma alterna desde 1998 con algunas excepciones, como durante el funesto año 2008. La interrupción de la cumbre desde Pequín aquel 2008 nada tuvo que ver con el inicio de la crisis económica en la eurozona, sino con acontecimientos claves que marcaron el fin de la llamada “luna de miel” entre la UE y la RPCh. Por un lado, el encuentro entre el entonces presidente francés Nicolás Sarkozy, en su calidad de presidente europeo rotatorio, y el Dalai Lama. Por otro, se mantuvo el embargo de armas impuesto desde los sucesos de la plaza de Tian’anmen en 1989.

Contrariamente, este año del dragón (2012) parece haber traído la fuerza benigna de la naturaleza a esta relación. Las relaciones muestran avances, tal y como lo manifiestan la creación de diálogos como el ‘2012, Año Chino-Europeo del Diálogo Intercultural’, concebido de mutuo acuerdo por ambos actores, o el Diálogo People-to-people, establecido el pasado febrero convirtiéndose en el tercer pilar de esta relación ‘estratégica’. El primer pilar en crearse fue el Alto Nivel Económico y Diálogo Comercial (2007) y el segundo el Diálogo Estratégico (2010). De este modo, el tercer pilar celebró su primer encuentro en Bruselas el pasado abril donde se firmó una Declaración Conjunta entre Androulla Vassiliou, Comisaria de Cultura y Educación Europea, y Liu Yandong, Consejera de Estado, actualmente la mujer de más alta jerarquía dentro del Partido Comunista Chino y la única con un asiento en el Politburó.

La XV Cumbre UE-China refleja un aumento de los temas en la agenda, en comparación incluso a la previa cumbre celebrada en febrero de 2012. Se desplegaron sobre la mesa de negociación una amalgama de cuestiones tales como la seguridad internacional, el comercio y la inversión (negociaciones sobre un acuerdo en materia de inversión, la resolución del estatus de economía de mercado antes de la proclamación automática por la OMC en 2016, etc.), las energías renovables y las tecnologías, el urbanismo, la seguridad cibernética, la ciencia y la investigación (sistema global de navegación por satélite), la agricultura y el desarrollo rural, entre otros. Simultáneamente se firmaron cuatro acuerdos en materia de innovación, leyes antimonopolio, cooperación tecnológica aeroespacial y reducción de emisiones de carbono.

A pesar de la diversidad temática, la cumbre política parece haber captado menor atención en los medios de comunicación, especialmente en los de habla china, que la económica. Por el contrario, los medios chinos cubren de forma más extensa el encuentro económico y los temas abordados en ella. De lo cual se pudiera deducir que en la RPCh existe un mayor interés hacia las cuestiones comerciales en las relaciones sino-europeas.

Se vaticina una etapa de madurez en esta relación bilateral. Lo que no se vislumbra en la capital europea es una respuesta clara a la pregunta más oída estos días. La cuestión plantea la duda ante el aumento de temas en la agenda impresa, los continuos acuerdos firmados, las decenas de diálogos sectoriales paralelos gestionados por diferentes Direcciones Generales de la Comisión Europea, el nuevo pilar, etc. y si todos ellos obtendrán realmente resultados concretos con un valor añadido a la, tan cuestionable, ‘asociación estratégica UE-China’.