Belgrado: de una advertencia a otra

In Análisis, Seguridad y defensa by PSTBS12378sxedeOPCH

En el transcurso de la reciente visita a Serbia, en junio último, el presidente Xi Jinping inauguró un monumento en el lugar de la antigua embajada china, bombardeada “accidentalmente” en 1999 por las tropas de la OTAN. Hoy sabemos que aquella acción no fue un error sino una acción deliberada que perseguía neutralizar una estación de radio y ciertos dispositivos que China cobijaba prestando apoyo al gobierno de Slobodan Milosevic sin que estén del todo claro las contrapartidas recibidas a cambio.

El gesto de Xi, honrando la memoria de los tres ciudadanos chinos fallecidos en aquella ocasión, llevaba implícita una doble advertencia: China no olvida las humillaciones, en aquel momento no estaba en condiciones de responder pero ahora sí está preparada para reaccionar ante una situación similar.

Lo sucedido en la antigua Yugoslavia, como también la guerra de Irak, tuvo un gran impacto en una dirigencia hasta entonces por lo general cauta en el manejo de las cuestiones relativas a la defensa y empeñada en eludir cualquier rumbo de colisión con los países occidentales. Es a partir de ese momento cuando la modernización de sus capacidades defensivas comienza a adquirir velocidad de crucero. Desde que asumió funciones (2012), Xi Jinping abordó la cuestión militar auspiciando una operación anticorrupción sin precedentes y la mayor reestructuración que se recuerda en la historia del Ejército Popular de Liberación. El objetivo confesado: prepararse para librar batallas y ganarlas.

El gesto de Belgrado no es ajeno a las tensiones que circundan a Beijing. La problemática del Mar de China meridional podría agravarse en las próximas semanas a resultas del inminente dictamen de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, instado de forma unilateral por Filipinas. Por otra parte, Washington aumenta a pasos agigantados su peso militar en el sudeste asiático, al tiempo que anuncia un acuerdo con Corea del Sur para desplegar un sistema antimisiles en la península. La excusa es Corea del Norte pero otros apuntan que el verdadero objetivo es China. La visita del presidente Obama a Rota (España) tiene como telón de fondo, entre otros, certificar la mejora de las dotaciones de esta base para enfrentar la competencia geopolítica con China en África.

La militarización del entorno de las aguas e islas disputadas –y su espacio aéreo- es ya una realidad. Las operaciones de las diferentes armadas de los países ribereños y de EEUU pero también de Reino Unido o Francia aumentan exponencialmente los riesgos de confrontación. Los ejercicios militares se suceden un día sí y otro también. Los incidentes se reiteran con Japón en el Mar de China oriental. Recientemente, al parecer de forma accidental, la Armada taiwanesa disparó un misil supersónico provocando la muerte de un pescador y tres heridos en las inmediaciones de las islas Penghu. El misil no tenía capacidad para llegar a las costas de China continental, pero en Beijing y Taipei, con las comunicaciones suspendidas desde el pasado 20 de mayo, se dispararon las alarmas agravándose la situación de seguridad en el Estrecho de Taiwan. Lo acontecido es una advertencia.

La contención y cerco de China se infiere de la estrategia Pivot to Asia del Pentágono que quiere preservar el control de las arterias económicas de la región, un asunto también de vital importancia para el gigante asiático que en los últimos años se ha embarcado en operaciones de alargamiento de islas e incremento de su presencia en la zona. En un contexto de desconfianza estratégica al alza, la falta de estructuras regionales de seguridad complica la gestión de los diferendos.

No parece que el Partido Comunista esté dispuesto a mirar hacia otro lado, bajar la cerviz y renunciar a lo que define como intereses vitales. Lo de Belgrado suena a advertencia. China, esta vez, llegado el caso, responderá, parece insinuar Xi Jinping. No obstante, dejarse enredar en una dinámica de estas características sin proponer opciones diplomáticas más audaces de las formuladas hasta hoy, puede tener fatales consecuencias. Para todos.