La primera ampliación de la OCS

In Análisis, Seguridad y defensa by PSTBS12378sxedeOPCH

En la cumbre que la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) lleva a cabo en Astaná, capital de Kasajistán, tanto India como Pakistán pasarán de la condición de observadores a miembros de pleno derecho en la que será la primera ampliación de la entidad desde su fundación en 2001, hace dieciséis años. Con esta doble incorporación, la OCS cubrirá las tres quintas partes de Eurasia, con casi la mitad de la población mundial. En términos por tanto de dimensión geográfica y demográfica será la mayor del mundo.

Desde sus inicios como Grupo de los Cinco (China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán), la OCS prestó una atención destacada a la lucha contra el terrorismo transfronterizo y a los problemas de seguridad pero igualmente a la cooperación económica, partiendo del convencimiento de la profunda ligazón existente entre ambos aspectos. Sin duda, el primer factor pesa y mucho en el ánimo de todos los socios, interesados en evitar que un hipotético deterioro de la estabilidad derive en una especie de nuevo Oriente Medio en una zona igualmente rica en recursos naturales, energía y gas. La cooperación en seguridad es también un punto importante de la agenda de esta cumbre pivotando en torno a la Estructura Regional Anti-terrorista que será reforzada.

En lo económico, China es ya el primer o segundo socio comercial de la mayoría de los miembros de la OCS y su papel es muy relevante en la organización. Todos los países que actualmente integran la OCS se encuentran a lo largo de la antigua Ruta de la Seda y esperan coordinar sus respectivas políticas de desarrollo con el plan chino para beneficiarse del maná inversor que promete.

El manejo de las tensiones indo-paquistaníes encontrará a partir de ahora un ámbito de gestión complementario pero no exento de dificultades. China viene realizando una gran apuesta estratégica por Islamabad con el corredor económico China-Pakistán. En abril de 2015, en una visita de Xi Jinping al país anunció la suma de 46 mil millones de dólares como la cantidad a invertir en su economía. Tras la retirada de EEUU de Afganistán, la persistencia de la amenaza talibán y el aumento de la actividad terrorista en Xinjiang que Beijing relaciona con las zonas tribales y las redes islamistas que operan desde Pakistán, ese flanco supone el mayor desafío que afronta en su frontera.

Por su parte, los altibajos en la relación con India, con quien comparte también otro foro alternativo, los BRICS, que este año celebrarán cumbre en Xiamen, Fujian, suponen para China un desafío mayor. La significativa ausencia de Narendra Modi -o siquiera un enviado de alto nivel- a la reciente cumbre de la Franja y la Ruta evidenció el enfado indio por el trazado de aquel corredor, parte de la ruta continental que discurre en una porción de Cachemira que India reivindica como propia y que Pakistán ocuparía ilegalmente.

La combinación del ingreso de India y Pakistán y la asunción de la presidencia rotatoria de la entidad por parte de China puede imprimirle un nuevo impulso a la OCS, lo cual contrasta con la reiteración de críticas y el escepticismo en torno a su viabilidad y consolidación, reservas igualmente dirigidas a los BRICS y otros acrónimos promovidos por Beijing. A pesar de la heterogeneidad de sus miembros (en términos de desarrollo, cultura, sociedad o sistema político) y la aparente volatilidad de algunos gobiernos que la integran, lo cierto es que la suma de seguridad y cooperación económica parece funcionar con pragmatismo y dinamismo sostenido. Aun sin las loas a aquellos “valores comunes” que tanto se gusta ensalzar en el Occidente otaniano, el “Espíritu de Shanghái” acredita un nuevo modelo de alianza basado en un enfoque alternativo que prioriza la confianza mutua y la búsqueda no solo de la seguridad sino también del desarrollo y el beneficio común.

La OCS ofrece un notable paraguas de seguridad al proyecto de la Franja y la Ruta que China lidera, una propuesta que se afianza como un referente más de la integración regional en curso bajo un prisma autónomo y con la égida sino-rusa por guía. Cabe esperar que Beijing se aplique a su fortalecimiento con un empeño renovado.