¿Qué ofrece entre líneas el nuevo Libro Blanco de Defensa japonés?

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La habitual salida del Libro Blanco japonés sobre Defensa no supone ruptura alguna con lo publicado hasta hoy, pero a pesar de ello la más reciente edición ha atraído especial atención. El volumen de 2011, que vio la luz el pasado 2 de agosto, ha sido objeto de enérgicas críticas en China. Corea del Sur también ha protestado contra Japón, por calificar la isla Dokdo como territorio japonés en ese documento. (Por Liu Jiangyong)


El actual libro blanco, que ofrece las Disposiciones Generales del Plan de Defensa de Japón dadas a conocer a finales de 2010, ha definido claramente a China como el principal objetivo de la defensa japonesa. El documento indica enfáticamente que “la falta de transparencia de la política y empeños de defensa chinos constituyen un problema preocupante para la región, incluido Japón y la comunidad internacional”, y reafirma la necesidad de fortalecer la defensa de la parte suroccidental de Japón, acompañada de un despliegue de fuerzas de defensa que queda recogido en las mencionadas disposiciones generales. De tal suerte, Japón fortalecerá su capacidad de combate y traslado de fuerzas de mar y aire, para enviarlas a la brevedad al suroeste del país y ponerlas en alerta combativa. También ha comenzado a subrayar la importancia de prevenir los ciberataques, citando un informe del Estado Mayor Conjunto de Defensa de EEUU, según el cual la mayor parte de las redes mundiales de Internet sufren ataques provenientes del interior de China. Esto indica que la punta de la lanza de Japón está dirigida a China.

Los autores del documento exageran intencionalmente la “teoría de la amenaza china” para ocultar las contradicciones nipo-estadounidenses y presionar a las autoridades locales de Japón para que toleren la existencia de las bases militares estadounidenses en su territorio.



Japón y EEUU no han logrado resolver el problema de la reubicación de la base militar estadounidense en Futenma, Okinawa. El año pasado, bajo la presión de EEUU, Japón contrajo un compromiso, en virtud del cual acordó trasladar la base a Henoko de Nago, Okinawa. La enérgica oposición de los lugareños ha obligado a las autoridades niponas y estadounidenses a modificar el plan de reubicación de la base, originalmente programado para 2014. El departamento de Defensa nipón ha propalado con segundas intenciones “la teoría de la amenaza china”, con el fin de obligar a las autoridades y pobladores locales a tragarse la píldora amarga, haciéndoles aceptar la continuidad de la base estadounidense en Okinawa. En mayo de 2010, cuando las relaciones entre China y Japón se distendían, EEUU declaró que el tratado de seguridad nipo-estadounidense era aplicable a la isla china de Diaoyu. Desde entonces, las autoridades niponas han estado deteniendo inescrupulosamente a barcos pesqueros chinos y propagando a los cuatro vientos “la teoría de la amenaza china”.





Tras el accidente nuclear causado por el terremoto en Fukushima en marzo de 2011, los portaaviones estadounidenses se retiraron de la zona marítima de contaminación nuclear delineada por EEUU, mucho más extensa que la trazada por las autoridades niponas. Desde entonces y para “recuperar” la imagen de los militares estadounidenses estacionados en Japón, ambos países han estado haciendo ingentes esfuerzos, promoviendo “los operativos conjuntos realizados por sus compañeros de armas” en el rescate de los damnificados del desastre. Estas acciones procuran generar un estado de opinión favorable entre el público a la permanencia de la base estadounidense en el país. Así lo subraya el Libro Blanco de Defensa.





Los autores de ese documento intentan preparar a la opinión pública y presionar a China para impedirle defender su soberanía territorial, salvaguardar sus derechos maritimos y desarrollar su fuerza de defensa propia. A ese tenor, agregan al documento nuevos contenidos referentes al mar de la China Meriodional. Al mencionar los problemas de la isla Diaoyu y las disputas en el mar de la China Meridional, lanzan críticas infundadas contra China, acusándola de ejercer notables presiones, para preocupación de Japón y otros países vecinos ante “la tendencia del futuro desarrollo chino”. También han atribuido el aumento en los presupuestos militares de los países del Sudeste Asiático a la ampliación de la influencia de China. El documento difunde rumores sobre la extensión del radio de actividades de la Armada china en los mares del Este y Meridional, considerando que ya son una práctica habitual. Al hacerlo, los autores del documento japonés se proponen el avieso plan de aventar reacciones de países sudasiáticos implicados en las disputas con China contra ésta, y para que éstos colaboren con Japón en sus esfuerzos por contenerla.





Las Disposiciones Generales del Plan de Defensa y el nuevo Libro Blanco de Defensa de Japón contienen erróneos conceptos en lo referente a cómo garantizar su propia seguridad y evaluar la posición estratégica de China, así como la opción estratégica que Japón debe adoptar ante China. Es obvio que el Departamento de Defensa de Japón no ha tomado las relaciones estratégicas de beneficio mutuo como base para la garantía de la seguridad de ambos países, sino que ha considerado a China como la mayor “amenaza virtual” y ha elaborado su estrategia de defensa sobre esta hipótesis absurda y peligrosa. China es el mayor socio de Japón en los terrenos comercial y turístico, no una amenaza. La colaboración bilateral es beneficiosa para ambos países, mientras que todo antagonismo será perjudicial para todos. Queda claro entonces para Japón cúal será la mejor opción. (Pueblo en Línea)





05/08/2011






(El autor del artículo Liu Jiangyong es comentarista especial del Diario del Pueblo y subdirector del Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas adscrito a la Universidad Qinghua)