China entre Mao y Xi: una mirada a las perspectivas de desarrollo de los líderes de la República Popular China Veruska Torres es es licenciada en Historia de la Universidad de Los Andes, Venezuela.

In Estudios, Sistema político by Xulio Ríos

Desde la fundación de la República Popular China (RPCh) el 1 de octubre de 1949[1] hasta nuestros días, puede considerarse que ha habido 5 generaciones de líderes chinos: Mao Zedong (1893-1976), Deng Xiaoping (1904-1997), Jiang Zeming (1926), Hu Jintao (1942) y Xi Jinping (1953).

Ahora bien, Kissinger, como diversos estudiosos de China, explican que la noción de que la Historia china puede ser entendida como una gran continuidad milenaria, y su cosmovisión como centro cultural y político, conducen al modo muy particular que tienen los líderes chinos de recurrir a su propia historia en búsqueda de precedentes para su actuación en el presente. Este es un elemento que no podemos dejar de lado al examinar la actuación de los diversos líderes de la República Popular China. Los chinos, tienen una gran reverencia por el pasado y por otra parte la ambición y necesidad de alcanzar sus metas en el futuro, con su noción de tiempo que no es de corto plazo, poseen una gran capacidad de organización y proyección de planes a futuros.

El confucianismo es la corriente filosófica que permea la cosmovisión china tradicional, en la actualidad podría considerarse que el confucianismo, la corriente de pensamiento que surgió de la adecuación de preceptos daoístas y otros sistemas de pensamiento orientales, es la base de la visión china del mundo. La violenta atmósfera política llevó al joven Confucio a buscar una forma para que el país pudiera ser liderado de forma exitosa. Él destacó la importancia de los ritos y rituales para crear un mundo estable y ordenado. La jerarquía era crucial, para ello ideó los principios de la piedad filial, en los que la obediencia y la lealtad son fundamentales, y la armonía era clave. Además, la importancia de un juego de estrategia como el wei qi en la toma de decisiones, es un elemento particular que llama la atención.

El primer gran líder del Partido Comunista Chino y conductor de la política china por más de dos décadas es Mao Zedong. Tras la proclamación de la República Democrática Popular China, una asamblea del pueblo eligió presidente de la República a Mao Zedong, primer secretario del partido, y a Zhou Enlai jefe del Gobierno y ministro de Relaciones Exteriores. Mao fue el líder máximo de China hasta su muerte en 1976, claro que su mandato no estuvo exento de altibajos. En el plano ideológico, Mao asumió los planteamientos del marxismo-leninismo pero con matices propios basados en las características de la sociedad china, lo que dio paso a la formación de la doctrina maoísta, que otorga un papel central a la clase campesina como motor de la revolución, pues China era mayoritariamente agrícola, y para Mao el marxismo-leninismo debía aplicarse a los casos concretos y situaciones específicas. También desarrolló teorías como la estrategia de tres fases en la guerra de guerrillas y el concepto de la dictadura democrática del pueblo.

Bajo el liderazgo de Mao, China tuvo una gran participación en eventos internacionales. En 1950 las tropas chinas ocuparon el Tíbet, Estado teocrático dotado de una posición estratégica clave para el dominio de China, donde los sacerdotes budistas (lamas) fueron despojados de su poder y sometidos a una dura represión. El envío masivo de voluntarios chinos en ayuda de Corea del Norte (guerra de Corea 1950-53) y la protección aeronaval de EE.UU. a Formosa, motivada por el bombardeo chino de las islas costeras de Matsu y Quemoy, bajo control de Chang Kai-shek (Jiang Jieshi), agravaron las relaciones entre EE.UU. y China, ya extremadamente tensas desde el triunfo de la revolución. China participó en la Conferencia de Bandung de países afroasiáticos (1955). Una revuelta en el Tíbet fue reprimida militarmente (1959) y el dalai-lama tuvo que refugiarse en la India. En octubre de 1962 estalló un conflicto armado en la frontera chino-india del Himalaya por divergencias en su trazado, y las tropas chinas, tras derrotar a las indias, se retiraron a sus posiciones, pero el conflicto no fue resuelto.

Las relaciones con la URSS, ya intensas durante la revolución, se acrecentaron con el triunfo. La primera constitución, según el modelo soviético, fue promulgada en 1954. La Unión Soviética facilitó ayuda económica, técnica y militar en gran escala a la nueva nación, ayudo al establecimiento de fábricas y complejos industriales, entre otros. Hasta 1957 la socialización del sector agrícola, base de la economía china, se efectuó en varias etapas y según normas rigurosas de austeridad, a través de los llamados planes quinquenales. Desde 1960 las relaciones con la Unión Soviética entraron en una profunda crisis, motivada por divergencias ideológicas en la estrategia comunista mundial y por conflictos fronterizos. Enarbolando la bandera de la revolución mundial, China aumentó su influencia entre los pueblos del Tercer Mundo. Es allí cuando finalmente se produce el sisma entre ambos liderazgos, las relaciones chino-soviéticas se deterioraron considerablemente tras el fallecimiento de Stalin  y la subida al poder de Jrushchov. La disputa ideológica con la URSS, íntimamente vinculada a los problemas internos de la organización económico-social, estuvo signada por el choque de perspectivas de los principales líderes comunistas, sus estilos de conducción de la política y sus perspectivas de desarrollo, Mao creía en la internalización de la revolución y el desarrollo acelerado que no permitía continuar bajo la tutela de Moscú.

A nivel interno, su periodo de gobierno estuvo marcado por profundas conmociones sociales y políticas, como las producidas por las campañas del Gran Salto Adelante (1958)  o la Revolución Cultural (1966-76).  El “gran salto hacia adelante” pretendió acelerar los cambios revolucionarios mediante las comunas populares, pero la economía quedó desorganizada y la crisis llegó a la dirección del partido. Mao Zedong tuvo que ceder la presidencia de la República a Liu Shaoqi (1959), partidario de una política más moderada.

La Revolución Cultural, iniciada en Beijing a fines de 1965, marcó la evolución de la República Popular hacia el radicalismo, momento en el que su poder alcanzó las cotas máximas al desarrollarse un intenso culto a la personalidad en torno a su figura. Caracterizada por la movilización masiva de los jóvenes chinos (Guardias Rojos) y la activación de la propaganda ideológica, tuvo como efecto la progresiva sustitución de los mandos “revisionistas” por partidarios entusiastas de las doctrinas de Mao. Liu Shaoqi, Deng Xiaoping y sus colaboradores fueron destituidos (1968), y el IX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) en abril de 1969 confirmó la rápida ascensión de Lin Biao, sucesor designado de Mao. Continuaron, sin embargo, las tensiones ejército-partido, y en 1971 murió Lin Biao cuando, tras caer en desgracia, huía en avión a Moscú. Dos años más tarde, el X Congreso del PCCh liquidó al “grupo antipartido” de los radicales, aumentó el poder de Zhou Enlai y rehabilitó a Deng y otros dirigentes purgados durante la Revolución cultural.

Tras la muerte de Mao, el sucesor elegido por éste, Hua Guofeng (1921-2008), no consiguió consolidar el poder, el cual había obtenido por ser designado por Mao como su sucesor, si bien logró realizar el juicio contra la “banda de los cuatro”, a través de una campaña de crítica y acabar con la influencia de este grupo encabezado por Jiang Qing, viuda de Mao y la condena de esta, la falta de apoyo y las pugnas del liderazgo interno del partido acabaron por posicionar como principal líder a Deng Xiaoping, rehabilitado en 1977 y designado viceprimer ministro en 1978, personalidad clave en la historia posterior de China, en la que se impusieron los elementos moderados. En política internacional se mantuvo la distancia con respecto a la URSS, se firmó un tratado de paz y amistad con Japón (1978) y Deng visitó EE.UU. (1979).

Deng, máximo líder de la República Popular China desde 1978 hasta los últimos años de su vida, casi inmediatamente, inició un proceso de reformas económicas y de apertura comercial que marcó un viraje en el desarrollo económico de China y su posicionamiento en el mundo. Desde entonces, la economía china ha conseguido crecer a un ritmo espectacular, transformando un país mayoritariamente agrícola y convirtiéndolo en la gran economía mundial que es ahora. Debemos resaltar que el estilo político de Deng se manifestó, como el de Mao, sin la necesidad de concentrar en sí mismo los principales cargos, siendo el más importante para estos periodos la presidencia de la comisión militar del comité central del PCCh. Aunque se iniciara un proceso de “desmaoización” de la política, si bien este continuaba siendo el padre de la patria, se le atribuía cierta responsabilidad moderada por los errores. La sustitución de Hua Guofeng como presidente del partido por el reformista Zhao Ziyang en 1980 y el nombramiento de Li Xiannian como presidente de la República China en 1983, confirmaron el poder de Deng Xiaoping, que impuso un programa de modernización a través del sexto plan quinquenal (1981-1985). El XII Congreso del PCCh selló la “desmaoización”, abolió el cargo de presidente del partido y Hu Yaobang fue designado secretario general.

Miembro del Partido Comunista de China desde sus años de estudio en Francia y en la Unión Soviética, Deng se convertiría en uno de los dirigentes más importantes del Partido Comunista durante la época de Mao Zedong. Sin embargo, su cercanía ideológica al entonces presidente de la República Popular Liu Shaoqi, lo convirtió en uno de los blancos de la Revolución Cultural, campaña de reafirmación ideológica impulsada por Mao, presidente del partido, para mantener el poder frente a los reformistas como Deng y Liu, quienes habían sido acusados de derechistas y contrarrevolucionarios. A diferencia de su antecesor, sus apariciones públicas fueron escasas, sin embargo su poder político fue incuestionable, considerado el líder supremo hasta su muerte. Aunque como con este, se repetía la situación en la que los cargos nominales a menudo guardan poca relación con el poder real, que Mao y Deng ejercieron sin necesidad de concentrar todos los cargos principales en su persona, situación que cambiaría en las generaciones posteriores.

A pesar de estos éxitos económicos, este periodo de la historia no escapó a momentos convulsos, pues la apertura económica no estuvo acompañada de cambios en el sistema político. Fiel a su famosa frase de que «da igual que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones», pronunciada en 1960, y que tantas críticas le había ocasionado, Deng Xiaoping, junto a sus más cercanos colaboradores, tomaba las riendas del poder y con el propósito de avanzar en las llamadas «Cuatro Modernizaciones» (de la economía, la agricultura, el desarrollo científico y tecnológico y la defensa nacional) puso en marcha un ambicioso plan de apertura y liberalización de la economía. Las reformas más audaces fueron: introducción de estímulos materiales, desarrollo del sector privado, inversiones extranjeras y polos de desarrollo abiertos al capitalismo en las zonas económicas especiales, según el criterio de “un país, dos sistemas”. En 1984 se firmó con Gran Bretaña el acuerdo para la devolución de Hong Kong en 1997, tras vencerse la concesión de 100 años. El acelerado crecimiento económico y la falta de liberalización política impulsaron las grandes manifestaciones estudiantiles (diciembre 1986-enero 1987) para reclamar libertades democráticas. Las manifestaciones estudiantiles culminaron de forma lamentable en 1989, con las protestas de la Plaza de Tian’anmen. Tras estos hechos, el entonces líder máximo de China, Deng Xiaoping, apartó del poder a aquéllos que, a su juicio, no habían sabido atajar las protestas desde el principio. Esto acabó con la carrera política de dirigentes como Zhao Ziyang, hasta entonces Primer Ministro, que pasaría el resto de su vida bajo arresto domiciliario, y reforzó a quienes habían apostado por acabar con dureza con las protestas, como el que se convertiría en nuevo Primer Ministro, Li Peng, reconfigurando el panorama político chino. Tras la intervención del ejército y la posterior ola de represión, Zhao Ziyang fue sustituido al frente del partido por Jiang Zemin.

Deng abandonó en 1989 su último cargo, la presidencia de la comisión militar del comité central del PCCh, pero sus partidarios mantuvieron la hegemonía en el XIV Congreso del partido e impusieron un programa de Construcción del socialismo con características chinas. Tras la muerte de Deng, su sucesor fue Jiang Zemin (1993-2003), quien mantuvo el poder por 10 años. Se le consideró el líder de la facción conocida como el grupo de Shanghai, que dominó la política china tras los acontecimientos de Tian’anmen el 4 de junio de 1989. El ascenso al poder de Jiang Zemin, a la sombra del líder máximo Deng, se produjo de manera casi inmediata a partir de junio de 1989. Ese mismo año, Jiang se convirtió en Secretario General del Partido, y en 1990 fue nombrado Presidente de la Comisión Militar Central de la República Popular China, esto es, jefe de las fuerzas armadas. Concentrando en una persona los 3 principales cargos de poder en China, tradición que se ha mantenido hasta ahora. El declive de la salud de Deng Xiaoping permitió a Jiang Zemin hacerse con las riendas del poder, que mantendría hasta ser relevado por Hu Jintao. Esto debido a su supuesta capacidad de manejar las protestas en Shanghai a finales de los 80, para mantener el control del Partido y la estabilidad social, lo que habría sido la razón por la que Deng convirtió a Jiang Zemin en su sucesor. Jiang ha sido muchas subestimado como líder, un hombre inteligente, conocedor de varios idiomas, le tocó estar al mando de un país que ya veía los frutos de los esfuerzos anteriores. Además, tenía una personalidad más accesible que sus predecesores e incluso sus sucesores, lo que le permitió mantener relaciones cordiales con otros estados, para Kissinger, fue quien “reconstruyó las relaciones de China con Estados Unidos y con el resto del mundo y lanzó a su país hacía la vía correcta para convertirse en el motor de la economía” (pp. 461). Durante su gobierno, Jiang estuvo acompañado de un gran equipo, su Ministro de Relaciones Exteriores Qian Qichen, y su viceprimer Ministro Zhu Rongji.

En el XVI Congreso del partido (2002) Hu Jintao sustituyó a Jiang Zemin en los cargos de secretario general y presidente del país. El traspaso de poder de Jiang Zemin a Hu Jintao ha estado rodeado de confusión en lo que se refiere a la posesión de poder efectivo. Cuando Jiang, entre los años 2002 y 2003, cedió sucesivamente los cargos de Secretario General del partido, y de Presidente de la República Popular a Hu, muchos analistas pensaron que Jiang pretendía conservar el poder desde la sombra, tal como lo había hecho Deng Xiaoping, sin la necesidad de tener un cargo formal. Sin embargo, Jiang Zemin pareció perder su capacidad de influencia. Esto se vio confirmado en septiembre de 2004, cuando Hu Jintao sustituyó también a Jiang como Presidente de la Comisión Militar Central, el último cargo que permanecía en poder de Jiang. De esta manera, el poder político parece haber pasado definitivamente a la cuarta generación de dirigentes del Partido Comunista Chino.

Hu Jintao (2003-2013), el cual gobernó China hasta el año 2013, año en el cual fue reemplazado por el actual presidente, tuvo un estilo acomedido en cuanto a su personalidad, pero es quien inicialmente impulsa las medidas que Xi Jinping  profundizó. En su mandato, Hu restableció el control estatal en algunos sectores de la economía que habían sido flexibilizados por la administración anterior y ha sido conservador con las reformas políticas.​ Junto con el Primer Ministro Wen Jiabao, Hu presidió casi una década de constante crecimiento y desarrollo económico que consolidó a China como una gran potencia mundial. Intentó mejorar la igualdad socioeconómica interna mediante el Concepto Científico de Desarrollo, cuyo objetivo es construir una «sociedad armoniosa» que sea próspera y libre de conflictos sociales. Mientras tanto, Hu mantuvo un férreo control político en China, frenando los disturbios sociales, las protestas de las minorías étnicas y las figuras disidentes. En política exterior, Hu abogó por el «desarrollo pacífico» y “auge armonioso” de China, buscando tener un poder blando en las relaciones internacionales y un enfoque orientado a los negocios con la diplomacia, la China de Hu es ya un poder mundial establecido, que goza de un prestigio internacional considerable, que abogaba por la preservación de la armonía. A lo largo de su mandato, la influencia de China aumentó en África, América Latina y otros países en desarrollo. Hu poseía un estilo de liderazgo discreto y reservado y al parecer es un firme creyente en la administración basada en el consenso.​ Estos rasgos lo han hecho ser una figura bastante indiferente en el ojo del público, encarnando el enfoque de la política china sobre la competencia tecnocrática, en lugar de la personalidad. Por otro lado,  Hu y Wen heredaron una China forjada con problemas sociales, políticos y ambientales internos. Uno de los mayores desafíos que enfrentó Hu fue la disparidad de gran riqueza entre los chinos ricos y pobres, por lo que el descontento y la ira llegaron a un grado tal que causó estragos en el sistema comunista, por lo que se necesitó públicamente atacar el problema, que se manifestaba desde dentro de las filas del partido. Su personalidad acomedida forjada por sus experiencias personales y las condiciones por las que pasaba China bajo su mandato, le permitieron fortalecer el desarrollo de relaciones con el mundo al tanto que intentaba hacerse cargo de los problemas internos de país y ajustar a China a su posición en el mundo.

Xi Jinping (2013), cuyo mandato ya no durará 10 años, pues el 11 de marzo de 2018 el Comité Central del Partido Comunista de China votó a favor de la reforma de la Constitución que permitirá a Xi presentarse pueda ser electo nuevamente, acabando con el límite de dos mandatos que se encontraba en vigor. Tras esto declaró que sus principales metas serían fortalecer la nación, elevar el nivel de vida de la población y acabar con la corrupción en los distintos niveles gubernamentales. La filosofía política de Xi, ahora forma parte de la Constitución del Partido Comunista de China bajo el nombre de «pensamiento de Xi Jinping», en similitud al pensamiento Mao Zedong. También, otro elemento similar, es que se ha armado un culto en torno a su persona.  Su gobierno tampoco ha estado libre de controversias, el mayor escándalo político de China en décadas se desarrolló en torno al encarcelamiento y juicio de Bo Xilai, una de las estrellas políticas en ascenso de China, quien fuese acusado de corrupción y encubrimiento del asesinato del empresario británico Neil Heywood, en tanto que se postulaba como el único que podría disputarle el nombramiento como sucesor de Hu a Xi.  En 2012, Bo fue expulsado del Partido Comunista por presuntos delitos de «abuso de sus poderes de oficina, cometió errores graves», y enviado ante la Justicia, el 22 de septiembre de 2013 fue condenado a cadena perpetua por un tribunal chino. El caso de Bo es significativo, pues fue utilizado como símbolo de la campaña anticorrupción de Xi, con la que pareciera hacerse una reconfiguración interna del partido, campaña que debía luchar contra los “tigres” y las “moscas” dentro del partido; es decir, hacer frente a las actividades ilegales y la corrupción de los funcionarios en todos los niveles. La campaña anticorrupción indudablemente fortaleció el liderazgo y credibilidad del partido ante el pueblo chino, reforzado en la figura de Xi Jinping, el gran líder. Y es que a lo largo de su presidencia ha emprendido una amplia campaña anticorrupción la cual ha sido considerada como la mayor «purga» de oponentes desde los tiempos de Mao.​ Las sanciones han afectado a muchas personas, entre las que se cuentan liderazgos importantes del partido y sus familiares. Definitivamente que los líderes más carismáticos y personalistas han sido Mao y Xi, seguidos de Deng. En 1981, el Partido Comunista de China publicó un análisis oficial sobre el papel de Mao, desde entonces, el Partido Comunista de China ha mantenido esta valoración histórica de Mao como un gran líder, fuente de legitimidad del propio partido, que sin embargo habría cometido algunos errores graves. Las diferencias y paralelismos pueden ser desarrollados más claramente entre los liderazgos de Mao y Deng, y Mao y Xi, aunque el uso de las purgas políticas ha sido una práctica común a los 5 liderazgos para mantener el control del poder concentrado en sí mismos, por lo que se distingue un personalismo marcado como característica de la dirigencia china, con elementos atenuantes o exaltadores de esta, dependiendo de ciertos rasgos de la personalidad del líder. Menos marcado en Deng y Jiang, muy marcado en Mao y Xi, y moderado en Hu. Justamente se distinguen entonces 3 esferas de liderazgos y propuestas de desarrollo bien marcadas: la de Mao, la de Deng, bajo cuya esfera de influencia gravitan Jiang y Hu, y la de Xi.

Mao desarrolló un liderazgo y visión conservadora en muchos aspectos, apegado a la doctrina comunista adaptada a la realidad china. Deng tuvo una formación en el extranjero que lo proveyó de una visión diferente a la de Mao, quien solo saldría a la Unión Soviética, cuando ya se habían hecho con el poder los comunistas en China. Deng, si bien más acomedido y reservado en su personalidad, también más directo y práctico que Mao, con discursos técnicos y no trascendentales, como describe Kissinger, tendría una visión más abierta hacia el extranjero y más dispuesta a la inserción dentro del sistema mundial, que Mao quiso transformar a través de la revolución permanente y la internacionalización de la misma, en tanto Deng reconocía la necesidad de cooperar con el extranjero para lograr el desarrollo de China, su fortalecimiento científico y tecnológico serían la clave para el desarrollo económico. Deng es criticado por un abandono de la ortodoxia comunista y la introducción de políticas económicas capitalistas, que serían responsables de las profundas desigualdades económicas y sociales en la China actual, sin embargo el proceso de reformas introducidas por Deng resultó imparable, y ha sido entonces continuado por las siguientes generaciones. Una de las decisiones que tuvo que tomar fue la aplicación de la política del hijo único, que es una política que ha debido mantenerse hasta ahora pero con flexibilizaciones. Además, Deng a diferencia de Mao, confiaba decisiones a sus subordinados, no se presentaba como un conocedor de todos los ámbitos, sin embargo hay que tener en consideración la realidad China e internacional con la que se enfrentó uno y otro y como les hicieron frente.

Al referirnos a Xi, quien cuenta con una gran carisma y un proyecto de país ambicioso, suele poder comparársele con Mao, pues también coinciden en el desarrollo de un gran culto en torno a sus personalidades, la gran diferencia material está en que XI no solo posee nominalmente el poder en China, sino lo ejerce, es la figura que ha mantenido indiscutidamente el control del poder unívoco y con más firmeza que ningún otro líder chino moderno, con una gran proyección internacional e interna ha logrado imponer su liderazgo más allá de los 10 años como habría sido realizado por los dos líderes anteriores. La actuación de los líderes comunistas y Partido Comunista en el gobierno, muchas veces han llevado a la comparación con el estilo de gobierno de la tradición imperial, llegándose a equiparar el gobierno del Partido Comunista en China con el de una nueva dinastía.

Bibliografía consultada

  • Botton, Flora (2008). China : su historiacultura hasta 1800. México, D.F. El Colegio de México, Centro de Estudios de Asia y África.
  • Gernet, Jacques (2007).El mundo chino. Barcelona: Editorial Crítica.
  • Fairbank, J. K., & Goldman, M. (2006). China: A new history. Cambridge, Mass: Belknap Press of Harvard University Press.
  • Kissinger, Henry (2012). China, Bs. As., Debate.

[1] Que provocó la huida de Chiang Kai-shek y sus seguidores del Kuomintang a Taiwán, estableciendo allí el gobierno del partido nacionalista.