Trayectoria de China hacia club espacial

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BEIJING, 23 abr (Xinhua) -- Yu Jun dirige su telescopio hacia una estrella brillante en el cielo nocturno. Un momento después, una luz tenue pasa a través de ella, a lo largo de la ruta que los sitios de internet extranjeros de astronomía habían pronosticado.


BEIJING, 23 abr (Xinhua) — Yu Jun dirige su telescopio hacia una estrella brillante en el cielo nocturno. Un momento después, una luz tenue pasa a través de ella, a lo largo de la ruta que los sitios de internet extranjeros de astronomía habían pronosticado.

«Dongfanghong-1», anota Yu Jun en su diario de observador.

«Apenas puedo creer que varias décadas después de su lanzamiento, el primer satélite de China todavía puede ser visto. Es sorprendente», exclamó Yu.

El lanzamiento del «Dongfanghong-1» el 24 de abril de 1970 marcó la entrada de China a una nueva época de exploración espacial.

Sin embargo, aún no se entiende bien cómo desarrolló China tecnologías espaciales de punta durante tiempos de pobreza y turbulencia.

EL GRAN SALTO ADELANTE

En 1957, la Unión Soviética y Estados Unidos lanzaron cada uno sus primeros satélites, lo que marcó de manera oficial el inicio de la carrera espacial. Un año después, el líder chino el presidente Mao Zedong propuso: «Nosotros también debemos producir satélites».

Los científicos de la Academia de Ciencias de China comenzaron un programa de satélites con el objetivo de lanzar el primer satélite del país en 1960.

En esa época -durante el Gran Salto Adelante– los chinos comunes hablaban de «lanzar satélites de alto rendimiento», en referencia al informe ficticio del alto rendimiento de las cosechas o de la producción industrial. Sin embargo, el lanzamiento de un satélite no podía ser inventado.

Los jóvenes científicos trabajaron día y noche durante tres meses y produjeron modelos del cohete y del satélite. Pero muchas preguntas quedaron sin respuesta, porque ellos carecían de la teoría básica y los métodos de cálculo. Su primer intento falló.

En el otoño de 1958, a Zhao Jiuzhang y a otros científicos se les dio la espalda cuando visitaron la Unión Soviética para estudiar tecnología espacial. China tenía que ser independiente para desarrollar un satélite.

China carecía del apoyo necesario de la industria tecnológica para la investigación y el desarrollo de satélites. Al darse cuenta de esto, los científicos decidieron comenzar con un cohete de sondeo.

COHETE DE SONDEO

Un cohete de sondeo –también llamado cohete de investigación– transporta instrumentos para la investigación espacial. Los científicos creyeron que los cohetes de sondeo podían allanar el camino para los cohetes portadores de satélites.

Yang Nansheng y Wang Xiji fueron nombrados para dirigir el diseño de un cohete de sondeo en el Instituto de Ingeniería Mecánica y Eléctrica de Shanghai a fines de los años 50.

Wang recuerda cómo, al no contar con computadoras, los investigadores tenían que hacer sus cálculos a mano o en ábaco. Trabajaban en tres turnos y pasaron casi todo un mes calculando una órbita. Los documentos de cálculo formaban una pila más alta que sus escritorios.

Luego de superar muchos obstáculos, los científicos produjeron el cohete de sondeo T-5, sólo para descubrir que no tenían el equipo necesario para las pruebas de motores. El cohete terminó en una vitrina de exhibición.

«Alcanzar el espacio de un sólo salto era demasiado ambicioso», señala Wang. Tras aprender de sus fracasos, los científicos regresaron a la investigación del cohete de sondeo T-7M más pequeño.

La falta de fondos creó un ambiente de investigación increíblemente miserable, recuerda Wang. El cuarto de pruebas de motor era un cuarto de baño acondicionado. El aparato temporizador que controlaba la separación de la cabeza y el cuerpo del cohete fue modificado de un reloj de mesa. Los científicos crearon el aparato de encendido tomando el filamento de lámparas pequeñas de una antorcha eléctrica y los cubrieron con nitro algodón. Sin equipo para presurizar el combustible, utilizaron una bomba de aire de bicicleta para obtener propulsión en el tanque.

El 19 de febrero de 1960, en el sitio de lanzamiento en una playa de los suburbios de Shanghai, el T-7M se elevó por los aires y alcanzó ocho kilómetros (km) sobre la superficie. No había teléfonos, radioteléfonos o altavoces, sólo gestos con las manos y gritos.

La nación que inventó el cohete primitivo 800 años antes había lanzado con éxito su primer cohete moderno.

NUEVO PLAN DE SATELITE

La suspensión del plan de satélite no puso fin al sueño espacial chino. La Academia de Ciencias de China organizó foros de navegación interestelar 12 veces entre 1961 y 1964. En 1964, China probó con éxito su primer misil balístico y bomba atómica.

Ese progreso provocó que se reconsiderara la investigación de satélites. Los científicos Qian Xuesen y Zhao Jiuzhang sugirieron que el gobierno central volviera a incluir a los satélites en la agenda. La sugerencia fue aprobada.

En el otoño de 1965, las discusiones sobre el plan de satélite integral duraron 42 días. Muchos científicos dijeron que se trató de la reunión más larga a la que habían asistido.

Los científicos decidieron que la tarea del primer satélite de China fue ofrecer experiencia y datos para que los satélites futuros llevaran a cabo misiones de observación de la Tierra, comunicaciones, difusión y meteorología.

Los científicos planearon el lanzamiento para 1970.

Wang Xiji presidió la valoración y diseño del cohete portador Changzheng 1, o Gran Marcha 1. Wang combinó la tecnología del cohete de sonda y los misiles de una manera creativa.

No obstante, el inicio de la Revolución Cultural amenazó con suspender los planes.

A principios de 1967, muchos científicos, incluido Wang, fueron denunciados. El experto en cohetes Yao Tongbin fue asesinado a golpes en la puerta de su casa. Zhao Jiuzhang, fundador del programa de investigación de satélites de China, se suicidó para no experimentar más sufrimiento. Qian Ji, quien diseño el plan de lanzamiento, fue identificado como un «reaccionario de la autoridad académica». Confinado en cama a causa de una enfermedad, Qian escribió más de 50.000 documentos para registrar la valiosa investigación.

En una coyuntura crítica, el primer ministro Zhou Enlai y el viceprimer ministro Nie Rongzhen establecieron la Academia de Tecnología Espacial de China como un brazo del ejército bajo el liderazgo del Partido Comunista de China. Esto mantuvo al lanzamiento del satélite en la agenda.

LLUVIA DE IDEAS

Aunque rezagado, el satélite de China era más avanzado que los de otros países, de acuerdo con la opinión de los científicos.

He Zhenghua, líder de equipo general de tecnología, sugirió la instalación de un aparato de música que tocara la canción «Dongfanghong», o «El Este es Rojo». Adaptada de una canción tradicional, la letra elogia al entonces presidente chino Mao Zedong.

El gobierno aprobó la idea. El entusiasmo de los científicos se combinaba con los nervios, dado que la tarea era tan importante como el propio satélite. ¿Qué pasaría si la música estaba fuera de tono o no funcionaba en el espacio? Podría ser un enorme error político.

Después de muchos experimentos, lograron una adecuada música electrónica.

Entonces, ¿cómo hacer al satélite visible desde la Tierra?

La limitada capacidad de carga limitó el diámetro del satélite a un metro, demasiado pequeño para observarse a simple vista desde la Tierra.

Inspirados en una sombrilla plegable, los científicos instalaron un aparato pintado con materiales reflejantes en la parte final del cohete. Cuando el cohete llegara al espacio, el «faldón de observación» se desplegaría como una sombrilla para ser visto desde la Tierra.

Sin embargo, no lograba desplegarse en un ambiente de vacío. Con la cercanía del lanzamiento, los científicos buscaron desesperadamente una solución.

Finalmente, diseñaron una funda de aire esférica. Cuando el cohete llegara al espacio, la funda se inflaría como un balón con un diámetro de tres metros, que podría ser ubicado fácilmente.

En septiembre de 1969, el prototipo «Dongfanghong-1» aprobó las pruebas de laboratorio. No obstante, un problema aún agobiaba al jefe de diseño, Sun Jiadong.

Incrustado en todo el equipo, la insignia del presidente Mao sobrecargaba el satélite y representaba un riesgo de caída. Sin embargo, oponerse a las insignias en esa época podría representar riesgos políticos.

Sun Jiadong informó de su dilema al primer ministro Zhou Enlai, quien disipó sus preocupaciones. «Los científicos deben mantener una actitud científica y seguir reglas objetivas», afirmó Zhou. Entonces, las insignias fueron retiradas, excepto la que estaba en el aparato de música.

NINGUN PROBLEMA ES IRRESOLUBLE

China se unió al «club espacial» el 24 de abril de 1970, cuando lanzó exitosamente su primer satélite, el «Dongfanghong-1», para ponerlo en órbita con su cohete Gran Marcha. Se convirtió en la quinta nación después de la Unión Soviética, Estados Unidos, Francia y Japón, en lograr la capacidad de lanzamiento independiente.

Las calles del país se llenaron con multitudes que aclamaban cuando la Agencia de Noticias Xinhua reportó la noticia del lanzamiento. La gente observaba hacia el cielo nocturno para ver al satélite.

Después del lanzamiento, los equipos en el «Dongfanghong-1» operaron durante 28 días, superando la expectativa original de 20 días. Logró obtener una gran cantidad de datos para la posterior investigación y desarrollo satelital.

Un año después, China se unió a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y se convirtió en uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. El progreso en la exploración espacial fue considerado para la decisión.

Cuarenta y cinco años después, el «Dongfanghong-1» aún gira alrededor de la Tierra, y se piensa que continuará su viaje durante siglos, mucho después de que los científicos que le dieron vida mueran.

«Los satélites lanzados por varios países más ya han caído», comenta Yu Jun, quien trabaja en Guokr.com, un portal de internet dedicado a divulgar la ciencia.

«Aunque fue lanzado después, el primer satélite de China tuvo un muy buen punto de partida. Espero que China desarrolle cohetes de carga pesada en el futuro», añadió Yu.

El año que el «Dongfanghong-1» fue lanzado, Zhou Zhicheng tenía 7 años de edad. «Escuché ‘El Este es Rojo’ en la radio. Cuando el satélite pasó sobre China, los adultos estaban emocionados». El pequeño se dio cuenta de que un día él continuaría el desarrollo espacial de China.

Como actual director del departamento de satélites de comunicaciones de la Academia China de Tecnología del Espacio, Zhou ha ayudado a desarrollar múltiples satélites de comunicaciones de la serie Dongfanghong. Fue pieza central en el programa de investigación del «Dongfanghong-3» y jefe de diseño del «Dongfanghong-4» en el año 2000.

«Los satélites de la serie Dongfanghong han proporcionado servicios a la gente del país y del extranjero. Con base en la plataforma de ‘Dongfanghong-4’, se han lanzado nueve satélites y 20 más serán lanzados al espacio en los próximos cinco años», dijo Zhou.

«China ha obtenido el reconocimiento del mercado global», añade Zhou. China ha ayudado a Nigeria, Pakistán y Bolivia en su investigación sobre satélites y firmó 12 contratos internacionales sobre satélites.

China desarrolla actualmente el «Dongfanghong-5» con tecnologías de punta, que serán aplicadas a la estrategia «Internet Plus», presentada por el primer ministro chino Li Keqiang durante el informe sobre la labor del gobierno en marzo de este año.

Li dijo que el plan de acción de «Internet Plus» ayudará a integrar internet móvil, la nube informática, grandes datos e Internet de las Cosas, con moderna manufactura.

Zhou comentó que el nuevo satélite, cuyo lanzamiento está programado para alrededor del año 2018, duplicará la velocidad de la red de China.

Se vislumbran muchas dificultades, pero el ambiente de investigación ha cambiado notablemente desde el primer satélite, dijo Zhou, pero «el espíritu de trabajo arduo, persistencia y compromiso continúa, lo que nos hace creer que ningún problema es irresoluble».

«La ‘avanzada’ tecnología que utilizamos en esa época es de gama baja en la actualidad», comenta Wang Xiji, quien tiene hoy 93 años de edad. A él aún le maravilla cómo un grupo de personas jóvenes con mentes audaces lanzaron toda una industria de satélites.

«La tecnología de cohete transportadores de China es la mejor en el mundo», afirmó Wang. «La innovación independiente de China nunca debe ser subestimada».

Zhang Jianqi, director general de la Fundación Espacial de China, apoyó las palabras de Wang: «La innovación necesita talento y el ambiente para el talento también desempeña su papel».

«La primera bomba atómica del país, la bomba de hidrógeno, y satélites artificiales, han promovido el desarrollo del sistema industrial de China», añadió Zhang. «La tecnología espacial desempeña un papel fundamental para convertir a China en un país fuerte».