China-Taiwán: el informe del Pentágono

In Análisis, Taiwán by PSTBS12378sxedeOPCH

El informe del Pentágono sobre las capacidades militares chinas, dado a conocer el pasado 17 de agosto, enfatiza la evolución de la correlación de fuerzas en el Estrecho, en claro favor de China continental. Según dicho documento, la expansión de las fuerzas armadas chinas tiene por elemental objetivo “prevenir, retrasar o impedir” la posibilidad de un apoyo estadounidense a Taiwán en caso de conflicto. En sus 74 páginas se reitera la denuncia acerca del “extremo secreto” que guía las intenciones chinas y recuerda que disponer de la capacidad para conquistar Taiwán por la fuerza constituye el objetivo principal del Ejército Popular de Liberación a largo plazo. Las capacidades para desplegar un ataque rápido y por sorpresa, para mantener un embargo marítimo en torno a la isla o de recurrir a la sofisticada guerra cibernética han aumentado de forma significativa si bien insuficiente para asestar el golpe de gracia que le asegure el pleno control de la isla “rebelde”, asegura. 

Admitiendo que, hoy por hoy, la posibilidad de un conflicto militar en el Estrecho es mínimo y que la normalización progresiva de las relaciones bilaterales dibuja un escenario de cierta estabilidad, la reacción al informe del ministerio de Defensa taiwanés ha optado por destacar la importancia de mantener a toda costa el suministro de armas de EEUU para asegurar las capacidades de autodefensa al nivel adecuado. El propio presidente Ma instó a Washington a vender los avanzados cazas F-16C/D para evitar que la fuerza militar siga desequilibrándose en favor de Beijing. En una entrevista concedida el 18 de agosto al diario japonés Sankei Shimbun, Ma reveló que la defensa taiwanesa no ha bajado la guardia en relación a las capacidades militares del continente, destacando su empeño en mantener buenas relaciones militares con EEUU. Para finales de 2010, el Pentágono anuncia un nuevo informe sobre la correlación de fuerzas aéreas en la zona que podría incluir la recomendación de venta de dichos aviones a Taipei, que ansía sustituir sus F5 y Mirage 2000 por F16. 

Por otra parte, el 25 de agosto, el departamento de Estado notificaba al Congreso su decisión de autorizar a las empresas estadounidenses la venta directa a Taiwán de armas defensivas así como un cierto número de servicios que permitirán el mantenimiento y la puesta a punto de los sistemas de defensa electrónicos. Este cambio supone una significativa alteración que va más allá del mero procedimiento: hasta ahora, las ofertas, producción y ventas de armas estaban bajo control del gobierno, bajo el sistema FMS (Foreign Military Sales), considerado por los expertos más seguro y má transparente, aunque más costoso para el comprador. Ahora podrán comercializarse bajo el sistema DCS (Direct Commercial Sales) que, si bien está sometido a la ley sobre el control de exportación de armas (Arms Export Control Act), es más ligero en su tramitación y con menos garantías. Esta decisión revela que Washington adopta un tono más firme en su relación con Beijing a propósito del dossier taiwanés, haciendo oídos sordos a sus críticas y añadiendo palos en la rueda de las relaciones bilaterales.  

Sin reducir un ápice su intransigencia verbal pero sin dejarse llevar por una reacción temperamental y cuidando de evitar que las diatribas perjudiquen el clima de distensión que se vive en el Estrecho, Beijing asume esta peculiar geometría variable en la construcción del acercamiento entre las dos repúblicas perseverando en la primacía de lo comercial en la confianza de que la interdependencia y el incremento de la confianza acabarán poniendo las cosas (incluyendo a Washington) en su lugar.  En las mismas fechas, el gobernador de Guangdong, Huang Huahua, figura en ascenso en el estrellato continental, de visita en Taiwán al frente de una delegación de más de mil personas, firmaba compras de productos por valor de 7 mil millones de dólares.