¿Días contados de la República de China? Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

In Análisis, Taiwán by Xulio Ríos

La ruptura de relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán) por parte de Burkina Faso deja a Taipéi con 18 aliados. El ministro de Exteriores Joseph Wu no dudó en poner su cargo a disposición tras informar de la decisión del país africano que se suma, en su mandato, a la República Dominicana. Dos bajas en un mes. En dicho continente solo le queda un aliado (eSwatini, antes Suazilandia), visitado en abril último por la presidenta Tsai Ing-wen y no es descartable que materialice su abandono más pronto que tarde. Xi Jinping instruyó a la diplomacia china para que en la cumbre China-África, prevista para septiembre en Beijing, no falte nadie en la foto de familia. El rey swazi Mswati III tiene previsto viajar a Taiwán en junio para asistir a la graduación de su hijo.

La situación de otros aliados no es más halagüeña. Al Vaticano se han sumado, recientemente, dudas en Paraguay, Honduras, Haití, etc. El efecto dominó pudiera ser imparable. Es evidente que Taiwán no dispone de los astronómicos recursos –no solo económicos- para competir con China continental, hallándose en una posición de clara inferioridad en esos términos.

Tras el XIX Congreso del PCCh celebrado el pasado otoño, Xi Jinping ha incrementado sustancialmente la presión sobre Taiwán en todos los frentes (militar, económico, etc)., en línea con lo manifestado anteriormente a favor de instrumentar una solución definitiva para este complejo asunto. En la perspectiva de Xi, una fecha límite parece imponerse, 2049, el primer centenario de la República Popular China. Taiwán es un elemento vital en dicha visión.

A su regreso de la reciente visita a Buenos Aires, Wang Yi hizo escala en Washington para recordar a su homólogo Mike Pompeo la obligación de comprometerse con la política de  una sola China, justamente con el horizonte de la inminente apertura de la nueva oficina del Instituto Americano en Taiwán, prevista para el 12 de junio, en medio de especulaciones respecto a la presencia de funcionarios de alto rango estadounidense.

Por más que Taipéi estreche sus vínculos con Washington, como viene haciendo desde el inicio del mandato de Donald Trump, el goteo de bajas de aliados puede ser incesante a partir de hora pudiendo encontrarnos con la paradoja de la extinción definitiva de facto de la llamada República de China por falta de reconocimiento internacional.

La merma de aliados plantea una doble tesitura. Beijing consumaría su tesis de que la República de China fue derrotada en 1949 y que por lo tanto queda definitivamente extinguida. La de Taipéi sería una posición mucho más compleja: rechazando ser una mera “provincia china”, en ausencia de reconocimiento internacional de la República de China, ¿cabe imaginarse la refundación como Taiwán? Las posibilidades de reconocimiento internacional serían igual de remotas pero China lo interpretaría como un cambio sustancial del statu quo que podría desatar la aplicación de la Ley Antisecesión de 2005.

En cualquier caso, la diplomacia taiwanesa tendrá que reinventarse para subsistir en tan intricado contexto. El aumento del poder e influencia internacional de China continental le augura nuevas deserciones y un futuro que le obligará a efectivizar otras modalidades de presencia internacional para conjurar el aislamiento, preferiblemente asociables al poder blando. En el ámbito de la seguridad, la tentación de sumarse a la estrategia del Indo-Pacífico supone un riesgo cada vez mayor de convertirse en “moneda de cambio” de la voluble Administración Trump.