Hung Hsiu-chu y el futuro del KMT

In Análisis, Taiwán by PSTBS12378sxedeOPCH

El Kuomintang (KMT) ha vivido recientemente dos auténticos tsunamis políticos (elecciones municipales de 2014 y legislativas y presidenciales de 2016) que le han precipitado en una indisimulable crisis. La nueva presidenta del partido, Hung Hsiu-chu, elegida el pasado marzo con una muy baja participación (41,6 por ciento) que le resta legitimidad, afronta una tarea muy compleja y delicada, con el pesimismo y abatimiento reinando a partes iguales en buena parte de su militancia. El KMT cuenta con solo 35 de los 113 diputados de la actual legislatura y bajo su control permanece Nueva Taipei, la única de las municipalidades importantes si bien la más poblada de la isla. En inédita posición, trabaja ya con la vista puesta en las elecciones locales de 2018 pero su reactivación no será fácil.

Hung Hsiu-chu afronta como retos inmediatos evitar una ola de deserciones y conjurar las divisiones internas, además de fijar una orientación clara para su formación. No basta con afirmar los ideales, principios y valores esenciales de la formación cuando una parte de su militancia interpreta su triunfo como un freno al proyecto de “localización” del KMT, es decir, su progresiva taiwanización en detrimento de la perspectiva continental originaria.

Lo primero es el propio lastre. Si su victoria interna fue también la de los veteranos de ascendencia militar y pro-continentales, no cabe esperar que lidere cualquier abjuración de la controvertida figura del generalísimo Chiang Kai-shek a pesar de su imagen represiva que contrapone a las aportaciones al desarrollo de la isla. Otro capítulo, más enconado aún, será el relativo a los activos patrimoniales del KMT, señalado como uno de los partidos más ricos del mundo. Hasta ahora, merced a cierta capacidad para generar confusión mediante el control de los órganos legislativos y ejecutivos ha podido ir esquivando su clarificación pero ahora se halla ante las cuerdas. La nueva mayoría será implacable y ya ha dado muestras de su férrea voluntad. A la defensiva en esta materia, Hung deberá dar muchas explicaciones públicas.

Los equilibrios internos son frágiles. Hung ha ganado contra el aparato y tiene poco más de un año para afianzarse si quiere renovar su presidencia. No se lo pondrán fácil aquellos que la observan como un simple “accidente”. En cualquier caso, cabe imaginar que habrá extraído lecciones de la liquidación de su candidatura a las presidenciales de enero último.

Pero el mayor problema es el pantano ideológico y estratégico en que se encuentra el KMT. Hung es vista como la representante de una facción que apuesta por la unificación rápida frente a otras que quieren que el KMT afiance una trayectoria política más centrada en la isla. Una encuesta del Consejo de Asuntos de China continental mostró que el 72,7 por ciento de los encuestados no está de acuerdo con la idea de que “los dos lados del Estrecho de Taiwan pertenecen a una China”. Abundan diferentes encuestas de diversos centros en el innegable avance de la conciencia identitaria taiwanesa. La propia Hung reconocía –como hecho lamentable- que más de la mitad de los jóvenes se inclinan hacia la independencia. Son signos de una contundente brecha generacional.

No está claro cuánto ajustará su postura a favor de la unificación para que reine la paz interna pero el alejamiento de la corriente principal de la opinión pública puede llevar a la ruptura, marginación y autodestrucción.

El ex secretario general del KMT, Lee Shu-chuan, ha incluido en su propuesta de reforma del partido la supresión de los foros con el PCCh iniciados en 2005 como reflejo de la “tercera cooperación” entre ambas formaciones para contener el independentismo. A su entender, el foro no goza de simpatía entre la ciudadanía porque funciona de manera opaca y usurpa la autoridad del gobierno legítimo al operar como laboratorio de decisiones que luego son instrumentadas gubernamentalmente, brindando al continente un mecanismo para promover la unificación de forma no democrática. La propuesta, naturalmente, divide al KMT, y Hung apuesta por el mantenimiento “con ajustes”, por el momento imprecisos.

La elección de Hung revela que el KMT es más democrático y que hay oportunidad para la sorpresa en su vida interna pero, al mismo tiempo, indica que su capacidad de maniobra tiene sus límites y exigencias. El enturbiamiento reciente de las relaciones a través del Estrecho puede indicar que dispone de una valiosa ventaja frente al PDP pero mal manejada pondría de manifiesto su complicidad con el proceder poco democrático de un PCCh que no es capaz de encajar una decisión del pueblo de Taiwan que no es de su agrado.

En esa capacidad para encontrar nuevos equilibrios internos y discursivos radicará el éxito o fracaso de su empeño.