La diplomacia de Tsai Ing-wen

In Análisis, Taiwán by PSTBS12378sxedeOPCH

Tsai Ing-wen visita Panamá y Paraguay en su primer trayecto exterior en horas en que la diplomacia taiwanesa vive tiempos de zozobra. De una parte, la nueva presidenta quiere elevar la visibilidad internacional de Taipei pero igualmente procura conducirse con flexibilidad y discreción –caso de su escala estadounidense- para no herir susceptibilidades en el continente. ¿Es esto posible? ¿Le servirá de algo hilar tan fino?

En la víspera de esta su primera salida al exterior poco más de un mes de asumir el cargo, la presidenta debió encarar un nuevo caso de deportación de taiwaneses involucrados en actividades fraudulentas. En abril, Malasia y Kenia deportaron a China continental a ciudadanos taiwaneses inmersos en procesos similares. Ahora es el caso de Camboya, uno de los aliados más cercanos de Beijing. Con estos serían 95 los taiwaneses deportados a China continental en poco tiempo. Según algunas fuentes, esta práctica involucra a miles de taiwaneses en el exterior por lo que el problema no haría más que empezar. La diplomacia taiwanesa se muestra impotente para impedir estas deportaciones. Los gobiernos que mantienen relaciones con Beijing asumen el principio de “Una sola China” y no diferencian entre taiwaneses y chinos continentales. Desde Waijiaobu, sede del ministerio de asuntos exteriores chino, se encargan de recordárselo en caso de duda.

Al reprobar las críticas de Taiwan a este proceder, Beijing hizo público por primera vez que la comunicación con Taipei está cortada desde el pasado 20 de mayo. Las expectativas de un entendimiento sobre la base de una ambigüedad alternativa al Consenso de 1992 (una China, dos interpretaciones) son efímeras. Es decir, que se atenga a las consecuencias….

Este anuncio podría entenderse como un gesto de confirmación de la ruptura, lo que dejaría las manos libres no solo al continente. Beijing podría no disuadir a aquellas capitales que pretendan aprovechar la incomunicación para cambiar de bando. La tregua diplomática pasaría a  mejor vida. Es el momento de congraciarse con China. No hace mucho, Yang Kuo-chiang, presidente del Consejo de Seguridad Nacional, señaló que más del 80 por ciento de los aliados podrían generar problemas en los próximos meses… Esto añade una enorme presión al nuevo gobierno del Minjindang.

Por otra parte, al rechazo continental de la Nueva Política hacia el Sur, calificada de intento de sustituir a China en importancia como socio comercial por otros países, se suman las declaraciones del ex presidente del Instituto Americano en Taiwan, Richard Bush, quien advirtió que China podría mostrar una oposición bastante dura al intento de Taiwan de unirse al TPP. Aun en el supuesto de que el gobierno del PDP se mostrara dispuesto a hacer concesiones difíciles (yendo en contra de las aspiraciones de su propia base socio-electoral), el “obstáculo de China” persistiría y podría instar a algunos miembros del TPP a bloquear la demanda taiwanesa. Ni siquiera el gran poder de EEUU (Taiwan es su noveno socio comercial, por delante de países como Italia, Brasil o India) podría cambiar esta realidad llegado el caso. Sin el restablecimiento de la comunicación, los resultados de los amplios esfuerzos desplegados por Taipei podrían ser nulos.

El atolladero diplomático en ciernes deja poco margen de maniobra a las autoridades taiwanesas. La interpretación que parece imponerse en el continente es que pese al intento de adopción de unas formas más suaves, las orientaciones generales de la acción del gobierno de Tsai son las que cabría esperar de una formación de signo soberanista que asume el distanciamiento del continente como principal norma de conducta. Y no solo no lo aceptará sin más sino que le pasará factura sin derecho a reclamación.