La República de China se extingue: ¿Viva la República de Taiwán? Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

In Análisis, Taiwán by Xulio Ríos

La reciente decisión de El Salvador de romper lazos diplomáticos con la República de China constituye un nuevo revés a la estrategia de supervivencia internacional de Taipéi. Desde la llegada al poder en 2016 de la presidenta Tsai Ing-wen al frente del soberanista PDP (Partido Democrático Progresista o Minjindang), Taiwán ha perdido cinco aliados, tres de ellos en Centroamérica. Y los rumores sobre nuevas bajas son el pan de cada día.

El momento del anuncio no pudo ser peor. Tras el quinto viaje al exterior de Tsai (a Paraguay y Belice) y cuando podía presumir de hacer recibido un trato de “alto nivel” de las autoridades estadounidenses en sus escalas en Los Ángeles y Houston.

Con independencia de las razones concretas de este caso (inversiones en el Puerto La Unión o ingentes donativos políticos, según fuentes taiwanesas), el contexto que nos dibuja es obvio. China continental rompió la tregua diplomática informal pactada con el nacionalista Kuomintang (en el gobierno entre 2008 y 2016) al constatar que el PDP no estaba dispuesto a suscribir el principio de una sola China derivado del “Consenso de 1992”. El presidente chino Xi Jinping, por su parte, apeló a no dejar pendiente “de generación en generación” el asunto de Taiwán, una invitación a acelerar el ritmo del acercamiento, lo quiera o no el PDP.

La creciente fortaleza económica y política de China y lo exiguo de las capacidades de Taiwán para hacerle frente provocan inevitables interpretaciones a futuro en sus contados aliados. Y pese a que la relación de Tsai mejoró con los EEUU de Trump o el Japón de Shinzo Abe, hay líneas rojas que estos difícilmente estarán dispuestos a traspasar en aras de la solidaridad con Taipéi. Trump, interesado en el papel de Formosa en su estrategia del Indo-Pacífico, podría usar a Taiwán como moneda de cambio en sus negociaciones con China, como muchos temen.

Tras la ruptura de República Dominicana y Panamá este mismo año, Tsai apeló al apoyo de terceros para dificultar los propósitos chinos. Pero pese a las advertencias y amenazas que llegaron a El Salvador del poderoso vecino del norte, nada cambió. El gobernante FMLN destacó el acuerdo con Beijing como “una clara decisión soberana”. En estos momentos, a Taiwán le quedan 17 aliados, 9 de ellos en Latinoamérica y el Caribe.

Beijing avanza igualmente en otros dominios más sibilinos. No solo con sus aviones o barcos transitando por el Estrecho de Taiwán, que también, sino anulando cualquier expresión de mínima soberanía en el concierto internacional (presiones sobre aerolíneas, hoteles, grandes empresas, etc. para que eviten significar a Taiwán como un país independiente) y, en paralelo, promulgando medidas de atracción para captar talento ofreciendo oportunidades en el continente a las nuevas generaciones de taiwaneses. Además de las sucesivas medidas propuestas por cada provincia o entidades gubernamentales, a partir del 1 de septiembre los taiwaneses podrán acceder, bajo determinados requisitos, al permiso de residencia del gobierno chino, en muy similares condiciones a los continentales. En la práctica, quienes lo ostenten se convertirán en ciudadanos de una China unificada por la vía de facto.

Atolladero

Para el PDP, la presente situación supone un atolladero. La presidenta Tsai viene apostando por la defensa del statu quo, manteniendo un perfil bajo en relación a Beijing, evitando echar más leña al fuego. Pero el balance es decepcionante. Diferentes voces le reclaman el abandono de dicha política. Si la República de China está condenada a la extinción, es hora de proclamar una nueva república, la República de Taiwán. Pero, ¿es viable? ¿Tendría suficiente apoyo interno? ¿E internacional? Es evidente que China consideraría cassus beli dicho cambio. ¿Puede Taipéi confiar en Trump para defender esa hipotética nueva república?…

Algunas encuestas recientes abundan en un empate técnico (24,5 por ciento) en las calificaciones de aprobación del PDP y el KMT, las dos principales fuerzas del mapa político de la isla, ante las elecciones locales del 24 de noviembre. El PDP, con mayoría absoluta en el Parlamento, confía en que su gestión y su política de hostigamiento del KMT (incautación de propiedades adquiridas de forma irregular, memoria histórica, etc.), principal aliado de Beijing, le confieran la victoria y una segunda oportunidad en 2020. Pero puede que el victimismo de que hace gala el KMT le proporcione buenos réditos electorales. Esa es también, quizás, la esperanza de Beijing.