Los taiwaneses no votan solos Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

In Análisis, Taiwán by Xulio Ríos

Con el inicio de la definitiva cuenta atrás para las elecciones locales, conocidas como “nueve en uno”, del 24 de Noviembre en Taiwán, los candidatos a municipios especiales, municipalidades de rango provincial, ayuntamientos, condados, etc., tienen difícil sustraerse de la enrarecida atmosfera de las relaciones a través del Estrecho. Cada vez que se materializa una convocatoria electoral en Taiwán, del signo que sea, numerosas miradas se dirigen a Beijing; en esta ocasión, no obstante, hay otro invitado que parece pugnar por visibilizarse más.

Fuentes oficiales taiwanesas acusaron a China continental en las últimas semanas de entrometerse en el proceso electoral empleando tácticas como la inyección de fondos a los candidatos que apoya, invitaciones para viajar al continente a líderes de diversas comunidades y episodios de compra de votos o incluso de corporaciones de medios con el propósito de condicionar los resultados. ¿Verdad o fake news? Por el momento, las pruebas no se han presentado aunque la justicia investiga los casos.

Pero la novedad principal acaso sea la implicación activa de un actor relativamente inesperado, el ejército estadounidense. En los últimos meses, Beijing había suspendido el paso de aviones y buques militares cerca de Taiwán. Parece que China aprendió de iniciativas pasadas en las que el recurso a acciones de presión militar resultó un auténtico fracaso para sus intereses en términos políticos y electorales. Recuérdese cuando en 1996, Jiang Zemin ordenó el lanzamiento de misiles para intimidar a la gente y evitar un apoyo masivo al entonces presidente Lee Teng-hui. Las demostraciones militares fueron contraproducentes. El relevo a China en otra dirección parece llegarle de EEUU que hace circular ahora sus buques de guerra por el Estrecho –por segunda vez en los últimos tres meses- y sugiere la preparación de amplios ejercicios militares en la zona, quizá antes de los comicios, para expresar un claro mensaje de apoyo político a Taipéi. ¿Le ocurrirá ahora lo mismo a EEUU con sus acciones en respaldo del liderazgo soberanista de la isla?

Mientras la política de China continental hacia Taiwán combina rigidez y sofisticación, Trump, quizá influenciado por sus propias exigencias ante el electorado estadounidense que también votará el 6 de noviembre, parece optar por tácticas más plausibles que constituyen a primera vista un aval de alto valor para las autoridades taiwanesas. Lo que Trump viene a señalar con este movimiento es que en caso de una hipotética crisis entre Taipéi y Beijing, no dudaría en ponerse del lado del primero. Aunque no todo el mundo se lo cree.

Las elecciones locales no son legislativas ni presidenciales pero constituyen una severa prueba para el liderazgo del PDP, que ostenta la presidencia y cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento taiwanés. Algunas proyecciones no le son favorables. Es revelador el caso de Kaohsiung, la segunda ciudad más importante, cuyo control podría peligrar por primera vez en décadas. La semana pasada, su candidato Chen Chi-mai, encabezó una movilización de 10.000 personas para protestar “contra la anexión de China y su intervención en las elecciones”. El KMT acusa al PDP de intentar salvar su campaña centrándola en las críticas a China cuando los problemas locales son otros… Su candidato en Taipéi, Pasua Yao, ofrece una estimación de voto del 11,6 por ciento y aunque la victoria del actual alcalde, el independiente Ko Wen-je, apoyado por el PDP en anteriores comicios, podría ser un mal menor, una derrota en las dos urbes más importantes de la isla le dejaría en mal lugar.

Los comicios del 24N no dirimirán el pulso entre nacionalistas y soberanistas, entre azules y verdes, pero al llevar al terreno del debate otras cuestiones de índole más general, ofrecerán una radiografía de alto interés político sobre el dilema taiwanés que se dilucidará de nuevo en 2020. Veamos estas elecciones como un ensayo de lo que nos espera en poco más de un año. Así parecen verlo también en Beijing y Washington.