Ma contra las cuerdas

In Análisis, Taiwán by PSTBS12378sxedeOPCH

Las cosas se le complican a Ma Ying-jeou. Las recientes elecciones legislativas parciales, ganadas en su totalidad por el PDP, constituyen un serio aviso: baja el apoyo social y crece la capacidad de la oposición, ahora con 30 diputados (frente a 74 del KMT), con la posibilidad de desarrollar una acción parlamentaria más efectiva (ya puede promover reformas constitucionales o instar la destitución del presidente). Esta derrota se suma al retroceso experimentado en las elecciones locales celebradas en diciembre, una evolución que genera un doble efecto negativo: la pérdida de confianza social, claro está, pero también la crítica en el seno del KMT donde crecen las voces que cuestionan las posibilidades de Ma, acusado de actuar con falta de convicción, para candidatarse en las presidenciales de 2012.  

La recuperación de la credibilidad ante el electorado sin duda depende de su capacidad para mejorar la eficacia en la acción de gobierno, tanto en el orden estrictamente interno (en cuestión no solo por la gestión de la crisis económica sino también por la respuesta al tifón Morakot o por la decisión de importar carne bovina de EEUU que ha originado una gran controversia) como en el manejo de las relaciones con el continente. En este sentido, la transparencia en las negociaciones a propósito del Acuerdo Marco de Cooperación Económica es una exigencia indispensable si bien con ella dificilmente podrá lograr convencer y acallar a una oposición que ha encontrado aquí un caballo de batalla ideal para erosionar la imagen del gobierno. 

Por otra parte, ante los últimos resultados electorales, cabe imaginar que Ma acentúe algunos gestos de distanciamiento con el continente. El anuncio de una nueva venta de armas de EEUU (que amenaza con abrir una nueva cuarentena en las relaciones militares entre Washington y Beijing) o algún hipotético encuentro paraoficial de Ma con autoridades de EEUU con motivo de su próximo viaje a Honduras, así como el anuncio de una mayor intensificación de las relaciones con Japón, pudieran ser indicios de ello. 

Los avances logrados en cuanto a la inserción internacional de Taiwán, con su participación en la OMS y el práctico encarrilamiento de su adhesión a la Convención de Antigua, junto a los primeros pasos dados en relación a la Organización Internacional de la Aviación Civil o la Convención Marco del Cambio Climático, asi como el estancamiento en las deserciones de sus aliados diplomáticos, no parecen haber hecho mella positiva en la opinión pública. 

Los nuevos acuerdos firmados (ya suman 12 en lo que va de legislatura) entre la ARATS y la SEF en el encuentro celebrado en Taichung el 23 de diciembre, evidencian el imparable avance del entendimiento bilateral en todo aquello que no esté directamente relacionado con el núcleo duro del problema: la defensa o la política. 

En su discurso de Año Nuevo, Ma se reafirmó en las “tres negativas” (no unificación, no independencia, no uso de la fuerza militar) y en la idea de que la dignidad y la igualdad deben presidir las negociaciones institucionales entre los dos lados del Estrecho, pero la sociedad taiwanesa sigue, en lo inmediato, muy dividida en cuanto a la necesidad y consecuencias del acuerdo económico con China que, según el gobierno, es esencial para evitar la marginación de Taipei de los procesos de integración en curso en la región. Los apoyos al acuerdo van aumentando aunque también la falta de confianza en el gabinete de Ma para gestionarlo adecuadamente a fin de evitar que se traduzca en una competencia que dañe la economía taiwanesa.  

La distensión con el continente es un hecho innegable, pero lo que Ma no ha logrado aún es trasladar ese espíritu al interior de Taiwán, corriéndose el serio riesgo de que la tensión vivida durante el periodo de Chen Shui-bian se reproduzca ahora de nuevo con los papeles invertidos en gobierno y oposición.