Ma:el espejismo de Fernando Lugo

In Análisis, Taiwán by PSTBS12378sxedeOPCH

El pasado 15 de agosto la capital hispanoguaraní, Asunción, amanecía cubierta de banderas nacionales que anunciaban, si no la llegada de nuevos tiempos para la nación paraguaya, sí la ilusión colectiva del cambio y la esperanza.

Y no era para menos: el 15 de agosto se celebraban los 471 años de la fundación de Asunción, el día grande de la patrona paraguaya, la asunción del radiante nuevo presidente Fernando Lugo y, no menos importante, el final de un largo ocaso de 61 años marcado por el dominio hegemónico del Partido Colorado en la política paraguaya. Una jornada histórica que, sin duda, fue seguida atentamente desde las altas esferas del Gobierno de la República Popular de China y desde el Gobierno de la República de China, ya que, en buena medida, en Paraguay se decidirá el porvenir de la “tregua diplomática” auspiciada por Ma Ying-jeou entre China continental y la isla “rebelde”.

Nada tiene de casual, por tanto, que la primera visita oficial al extranjero de Ma Ying-jeou tras su investidura el pasado 20 de mayo como nuevo mandatario taiwanés haya sido precisamente a Paraguay, como tampoco es fortuito el hecho de que fuera precisamente Ma el primer mandatario extranjero en arribar a Asunción para la toma de poder de Fernando Lugo, acompañado además de una numerosa comitiva oficial que evidenciaba la gran importancia que tiene Paraguay para la diplomacia isleña. Y es que, en efecto, para la Alianza Patriótica para el Cambio (AP-C), plataforma electoral de Fernando Lugo formada por una gran coalición de partidos políticos y organizaciones sociales, y el nuevo Gobierno de Taiwán, los últimos meses han sido un auténtico atolladero de declaraciones cruzadas, en las que todo parecía indicar que el gobierno de la isla podía perder a Paraguay como único aliado en el cono sur.

Los primeros síntomas de ese distanciamiento se dieron a mediados de abril, cuando el ya presidente electo y ex obispo declaró que anhelaba entablar relaciones con la República Popular de China, al afirmar que “en el pueblo paraguayo, en los parlamentarios, hay un deseo de acercamiento a China continental. Paraguay es el único país que no tiene relaciones con China continental aquí en la región. Si otros países han logrado tener relaciones con China, no nos vamos a quedar atrás” (1). Las reacciones a las más que evidentes declaraciones de Lugo tampoco se hicieron esperar, y desde Taiwán se sucedieron pedidos al nuevo gobierno para mantener los lazos diplomáticos, con declaraciones públicas de Phoebe Yeh -Portavoz del Ministerio de Exteriores-, Simon Ko –director general del Departamento de Asuntos Centro y Sudamericanos del Ministerio de Exteriores-, Yang Tze-Pao –viceministro de Relaciones Exteriores-, Vincent Siew -vicepresidente-, Francisco Ou –Ministro de Exteriores-, del presidente saliente Chen Shui-bian, que se apresuró a invitar a Lugo a visitar la isla, y de Ma Ying-jeou, que, al asumir la presidencia de Taiwán, pedía a China continental una “tregua diplomática” y, apenas dos meses después, hacía pública su intención de viajar a Paraguay para la asunción presidencial del ex obispo. A pesar de la buena voluntad y de las señales de acercamiento desde Taiwán, los meses posteriores parecían consolidar el viraje del equipo de Lugo hacia la República Popular, ya que apenas tres días después de que Ma asumiera como nuevo presidente de Taiwán, el pro chino y vicepresidente de la Cámara Paraguayo-China, Raúl Torres, afirmaba que las autoridades de Zhonanghai le habían hecho llegar su deseo de estrechar lazos con el nuevo gobierno(2). Un mes más tarde, la que sería nueva Canciller de Exteriores paraguaya, Milda Rivarola –vicepresidenta del partido País Solidario, integrante de la AP-C- afirmaba en una entrevista a un diario de gran tirada que “Nosotros esperaremos un acercamiento de China continental. Están al tanto de la situación nueva que se dará aquí en el país. Los taiwaneses no tratarán más con los colorados de antes; veremos qué ofrecen ambos” (3), en un ejemplo de verdadero pragmatismo. Es más, a tan sólo dos semanas de la toma de poder de Fernando Lugo, el sustituto de Milda Rivarola como futuro Canciller de Exteriores, en otra gran dosis de pragmatismo estratégico, declaraba que Paraguay se alinearía donde más le conveniera, es decir, donde hubiera buenos negocios, ya que “tenemos que proyectarnos más hacia el Asia, el futuro mercado de productos”, dando a entender que la posibilidad de entablar relaciones con la República Popular era seria, dada la importancia económica del gigante asiático, y añadiendo además que “la Guerra Fría terminó”, en aparente alusión al anacronismo de mantenerse alineados en la esfera internacional en función de intereses ideológicos y no estratégicos (4). Una posición en consonancia con la de Fernando Lugo, que ya había asegurado en reiteradas ocasiones que debían reposicionar claramente la política exterior paraguaya hacia China continental, advirtiendo que incluso desde el Gobierno de Taiwán intentaban normalizar relaciones con el gigante asiático.

Ante tales muestras de calculada ambigüedad de los referentes de la AP-C, que parecía preanunciar el definitivo giro diplomático de Paraguay, a Ma no le quedaba más que apelar, no sin razón, a la “confianza y la fe”, “confiando” en que Paraguay se mantuviera fiel a Taipei. Obviamente, la diplomacia taiwanesa, reaccionó apostando por ganar influencia y valedores en el seno del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), partido de centroderecha liderado por Federico Franco, además de principal respaldo de la AP-C; el 22 de julio, la embajada taiwanesa en Paraguay invitaba al presidente y al tesorero de la Juventud del PLRA a Taiwán, para tomar parte en un curso de tres semanas sobre Desarrollo Nacional (5), a la vez que afianzaba los vínculos con diversos Gobernadores departamentales liberales y se ganaba la confianza de Federico Franco, vicepresidente del nuevo gobierno de Fernando Lugo. Éste llegó a afirmar que “[desde la embajada taiwanesa] me confirmaron que donarán al país 71 millones de dólares que el gobierno de Lugo, cuando asuma el 15 de agosto, utilizará para reubicar a los campesinos en tierra propia” (6). Declaración que el embajador de Taiwán en Paraguay sólo desmintió en parte –declarando que los 71 millones de dólares eran las aspiraciones del nuevo gobierno de Paraguay y no un acuerdo formal de ambas partes- tras la protesta suscitada en la Isla por el PDP, que paradójicamente conminó a Ma a evitar la “diplomacia de la chequera”.

Ese cauto acercamiento al PLRA parece haber dado sus frutos ya que el día previo a su toma de poder Fernando Lugo recibió en Mburuvichá Róga –residencia presidencial- a Ma Ying-jeou, rubricando el mantenimiento de las relaciones bilaterales entre ambos países. Obviamente, un auténtico éxito para la diplomacia isleña, ya que era la primera vez que Lugo se comprometía públicamente a mantener las relaciones bilaterales, mientras que el mandatario taiwanés, por su parte, anunciaba un aumento de las donaciones y un mayor control de éstas –los gobiernos precedentes de Duarte Frutos en Paraguay y Chen Shui-bian en Taiwán se convirtieron en ejemplos prominentes de corrupción-. Un desenlace inesperado que, eso sí, parece no ser definitivo.

Y es que, evidentemente, se mantienen los factores de presión que podrían llevar al nuevo gobierno a inaugurar una nueva época en las relaciones internacionales paraguayas, decantando la alianza hacia la República Popular China. A saber, los principales obstáculos ante los que deberá lidiar la amistad paraguayo – taiwanesa son la mala imagen de las donaciones taiwanesas en Paraguay, que se perciben como un mero pago a cambio de la defensa a ultranza que, año tras año, hace Paraguay de la República de China ante la Asamblea General de la ONU. A ello deberíamos sumar la estrecha relación que históricamente ha unido al hegemónico Partido Colorado con los sucesivos gobiernos de la isla, lo que ha hecho que la mayoría de partidos políticos de la oposición, ahora en el gobierno, sean abiertamente pro China continental –e incluso dentro del PLRA, aunque últimamente la diplomacia taiwanesa se haya ganado valedores de peso dentro del partido-. Es más, para gran parte de las organizaciones sociales y partidos políticos –mayoritariamente izquierdistas- de la heterogénea AP-C se considera un anacronismo histórico el hecho que Paraguay sea el único país del cono sur que aún mantiene, contra viento y marea, relaciones diplomáticas con Taiwán, e incluso algunos no dudan en recordar una y otra vez que los lazos entre ambos paises se consolidaron con los gobiernos dictatoriales de Alfredo Stroessner en Paraguay y Chiang Kai-Shek en la República de China, precisamente por el compartido anticomunismo militante de ambos líderes, y que distan mucho de compartir, a pesar del distinto cariz que actualmente tienen las relaciones bilaterales entre ambos países. A esa mala imagen de los créditos y las ayudas taiwanesas en Paraguay se le suman también los recientes escándalos de corrupción que han salpicado tanto a la diplomacia isleña –caso de Papúa-Nueva Guinea- como al ex presidente Chen Shui-Bian –la Fiscalía anticorrupción de Taiwán le investiga por enriquecimiento ilícito, unos 480.000 dólares durante su mandato-, que han tenido amplio eco en el país suramericano y que, obviamente, han hecho aún menos proclive a la población taiwanesa a aceptar la llamada “diplomacia de la chequera”, lo que complicaría las promesas de Ma de aumentar las ayudas de la isla al nuevo gobierno de Fernando Lugo.

Por otro lado, las presiones de los demás integrantes del Mercosur para que Paraguay establezca relaciones diplomáticas con la República Popular de China y así facilitar un Tratado de Libre Comercio entre el bloque regional y el gigante asiático se convirtieron en un verdadero problema mientras Duarte Frutos mantuvo la Presidencia pro témpore del bloque regional, y la misma táctica podría reeditarse en el segundo semestre de 2009, cuando Fernando Lugo asuma ese mismo cargo y, con ello, la representación del Mercosur.

Todo ello sin contar, obviamente, con las ventajas que tendrían para los empresarios paraguayos el establecimiento de relaciones diplomáticas con China continental, ya que aunque los intercambios económicos bilaterales no paran de crecer, éstos se encuentran con mayores dificultades al invertir y/o exportar sus productos que sus competidores directos, básicamente argentinos y brasileños.

No todo son, claro está, factores negativos. En concreto, si se mantiene el “status quo” y Paraguay sigue fiel a Taipei, Lugo podría disponer de ingentes créditos de Taiwán que le permitirían acometer los ansiados cambios que ha prometido para el país. Créditos que, a la larga, podrían desaparecer si se decantara hacia Beijing. Es más, éste ha reiterado en multitud de ocasiones que su principal tarea será llevar a cabo una definitiva reforma agraria, y obviamente el gobierno de Taiwán podría ser de gran ayuda en ese sentido, ya que en los años cincuenta llevó a cabo una de las pocas reformas agrarias que han culminado con verdadero éxito y que, cabe decir, contribuyó en gran medida al posterior desarrollo económico de la isla. Experiencia de la que carece por completo el Gobierno de la República Popular.

Lo que parece claro es que, tal y como advirtió F. Ou, “el futuro de los lazos con el Paraguay mostrará la actitud china hacia la oferta taiwanesa de una tregua en la lucha diplomática” (7). Y, sin duda, si China continental opta definitivamente por tomar cartas en el affaire paraguayo y Taiwán se ve privado de uno de sus principales aliados –a los que podrían sumarse otros muchos, como la República Dominicana de Leonel Fernández- el liderazgo de Ma y del Kuomintang podrían verse debilitados, con el riesgo que ello supondría –para Zhonanghai- de recuperación política del independentista Partido Demócrata Progresista ya que, tal y como sintetizó el analista Xulio Ríos recientemente, “La única manera de fortalecer a Ma […] consiste en permitirle disponer de un mayor espacio internacional” (8).

En definitiva, todo parece indicar que en el tablero paraguayo se decidirá el futuro de la tregua diplomática auspiciada por Ma Ying-jeou dentro de su estrategia de mayor cooperación y entendimiento con la República Popular de China, y el gobierno de Fernando Lugo deberá apostar, abandonando definitivamente su ambigüedad calculada, por uno u otro aliado. Y todo parece indicar que la estrategia del ex obispo empezará a mostrarse en breve; en apenas un mes deberá respaldar –o no- las pretensiones de la República de China por tener mayor protagonismo en la ONU, y quizá apoyar o denegar el establecimiento de una oficina comercial de la República Popular de China en Asunción, un pedido largamente demandado por los empresarios paraguayos. Quizá entonces sepamos si este aparente entendimiento entre Ma y Lugo se afianza o, por el contrario, no es más que un breve espejismo.

Notas:

(1). La Nación y/o Última Hora, 22 de abril de 2008.

(2). ABC Color, 23 de mayo de 2008.

(3). ABC Color, 23 de junio de 2008.

(4). ABC Color, 28 de julio de 2008.

(5). ABC Color, 22 de julio de 2008.

(6). Associated Press, 23 de mayo de 2008.

(7). Zhongguo Shibao –Tiempos de China-, 14 de julio de 2008.

(8). Ríos, Xulio. Taiwán: Las maletas de Ma (OPCh, Casa Asia – Igadi), 31 de julio de 2008.