Matices en la política taiwanesa de Beijing Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

In Análisis, Taiwán by Xulio Ríos

Las “dos sesiones” parlamentarias que transcurren en Beijing aportan nuevos datos respecto a los ajustes registrados en la política taiwanesa del Partido Comunista de China, ilustrando matices de no poca significación.

En primer lugar, el énfasis principal de la acción política no girará en torno a la oposición a la independencia sino a promoción de la reunificación pacífica. Se trata, por tanto, de primar un enfoque proactivo y positivo que trascienda la común advertencia al soberanismo abogando por la adopción de medidas de diverso tipo que aproximen la reunificación de facto.

En segundo lugar, el principio de Una sola China vuelve por sus fueros. Esto significa que el Consenso de 1992 pierde sustancia y valor al igual que el concepto de “Una China dos interpretaciones”, auspiciado por el KMT. El “Una China una interpretación” defendido por Hung Hsiu-chu es el único asumido por el PCCh.

En tercer lugar, China buscará una relación directa con los ciudadanos taiwaneses, eludiendo a hipotéticos intermediarios en la gestión de sus políticas. No es casual que se anunciaran recientemente hasta 31 medidas en tal sentido cuando en poco tiempo debe celebrarse un nuevo foro partidario con el KMT.

En cuarto lugar, el KMT será tratado como un partido más del arco político no independentista de la isla. Es decir, sin “privilegios”. El Foro bilateral que venía plasmando la “tercera cooperación” entre el PCCh y el KMT tras la normalización de las relaciones en 2005, seguirá adelante pero su nivel será de menor escala y sus decisiones no seguirán el patrón anterior de “concesiones del gobierno central” al KMT para facilitar su hipotético fortalecimiento ante la opinión pública de la isla.

En quinto lugar, la asfixia diplomática se acentuará en todos los frentes. No habrá concesiones y el acoso se generalizará incluso entre los no aliados diplomáticos de Taiwán a fin de minimizar su significación y visibilidad.

En sexto lugar, el PCCh  organizará a los taiwaneses en sus células. De hecho, en el XIX Congreso de octubre último, por primera vez, se registró la participación de una delegación de Taiwán. Esta política acentuará la integración política de los taiwaneses instalados en el continente.

En séptimo lugar, una mayor equiparación entre continentales y taiwaneses en todos los aspectos. El conjunto de medidas prácticas que aseguren un trato igual en el orden profesional, cívico, emprendedor, etc., seguirán implementándose de forma activa.

En octavo lugar, la fusión de las oficinas de Taiwán con las de Hong Kong y Macao supondrá de hecho la “localización” del problema de Taiwán y una igualación de ambas problemáticas que se producirá a la par que una reivindicación moderada del principio de “un país dos sistemas”.

En resumen, dos serán los ejes políticos principales: Apostar por la vía de facto para la reunificación adoptando políticas atractivas, detalladas y prácticas consecuentes con tal declaración de principios, y poner sordina a la cooperación PCCh-KMT que dejará de ser la bisagra vertebradora de la relación con la isla, apelando directamente a la ciudadanía y las entidades cívicas.

El impulso político derivado de estos ajustes evidencia un salto cualitativo en el tratamiento del problema de Taiwán. Si Xi dijo en una ocasión que este asunto no podría ser dejado sin más de una generación para otra, el afán por dejar huella propia en la historia contemporánea china aventura un aumento de la presión en todos los órdenes. Su prueba de fuego la constituirá el entendimiento Taipéi-Washington. Trump es conocedor de la sensibilidad de Beijing a propósito de Taiwán y la tentación de hacer uso de esta carta para obtener contrapartidas en lo económico puede derivar en importantes quebraderos de cabeza. La reciente aprobación del Acta de Viajes de Taiwán es un buen ejemplo. ¿Qué hará Xi si un barco de guerra estadounidense atraca en el puerto de Kaohsiung?