Taiwán: Chen no tira la toalla

In Análisis, Taiwán by PSTBS12378sxedeOPCH

De gira por América Central (Honduras, El Salvador y Nicaragua) hasta el 29 de agosto, el presidente taiwanés Chen Shui-bian ha afrontado una misión casi imposible: impedir la pérdida de nuevos aliados diplomáticos en la región. De entrada, a la sexta cumbre Taiwán-América Central y República Dominicana, solo asistieron los presidentes de Honduras, Guatemala y El Salvador, así como el primer ministro de Belize. Nicaragua, Panamá y la República Dominicana estuvieron representados por sus respectivos vicepresidentes.  Chen, no obstante, ha aprovechado la ocasión para significar la “solidez” de los lazos que unen a Taiwán con estos aliados. 

La gira de Chen ha coincidido con la inauguración de la misión diplomática de China en Costa Rica, hasta hace poco aliado de Taipei (desde hace 63 años), en una ofensiva en toda regla de las autoridades continentales que pretenden cercar la presencia de Taiwán en esta región. La normalización de relaciones con Costa Rica y las reiteradas declaraciones de varios presidentes de la zona expresando su deseo de estimular las relaciones económicas con China continental preanuncian más de una ruptura que Chen quizás solo pueda dilatar ligeramente.

En la feria comercial celebrada en Costa Rica y clausurada el pasado 25 de agosto han participado empresarios de toda la región centroamericana, además de grupos empresariales chinos. En ella se han firmado contratos por valor de varios millones de dólares y anunciado acuerdos de intenciones y apertura de delegaciones de importantes empresas chinas. El comercio entre Costa Rica y China podría llegar este año a los 3.000 millones de dólares, después de crecer a un ritmo imparable en el último lustro. El ministro de comercio exterior de Costa Rica, Marco Vinicio Ruiz, ofreció su país como base de operaciones para que China pueda actuar en la región centroamericana y en Beijing cala la idea de que Costa Rica puede ser la llave que abra la puerta a toda Centroamérica. En octubre próximo, el presidente Óscar Arias visitará la capital china. La progresión de los intercambios económicos de todas estas capitales con Beijing puede hacer zozobrar buena parte de los pilares diplomáticos de Taipei.  

En Honduras, la que algunos califican de “diplomacia de chequera” de Chen, ha supuesto la entrega de 300 millones de dólares estadounidenses para construir una central hidroeléctrica, y también un préstamo de cinco millones de dólares para la compra de ordenadores, creación de centros informáticos y capacitación de 15.000 profesores. El uno de enero próximo podría entrar en vigor el acuerdo de libre-cambio entre Taiwán y El Salvador. Un acuerdo similar ya ha sido firmado con Paraguay, propiciando un gran aumento del comercio bilateral (112%), al igual que con Guatemala (25%). En Matagalpa, el presidente Ortega anunció la donación taiwanesa de 1,1 millones de dólares USA para el programa Hambre Cero Nicaragua.  

Pero el atractivo de China continental es incluso irresistible para los propios taiwaneses, al menos en lo económico. En los últimos doce meses, las inversiones taiwanesas en el continente se han multiplicado por tres. Entre 1991 y 2006, a pesar de las disensiones políticas en el estrecho, los industriales taiwaneses han invertido el equivalente a 55 mil millones de dólares USA en el continente. Ello a pesar de los esfuerzos oficiales y reiterados para animar a los taishang (taiwaneses radicados en China) a reinvertir en la isla los beneficios de sus operaciones en el continente. Cómo, entonces, van a poder resistirse los aliados de Taipei?

Chen ha llevado a la región muchas promesas y compromisos de multiplicar las inversiones en la zona. Su delegación ha incluido a numerosos hombres de negocios, a quienes se intenta convencer de que inviertan en América Central para contrarrestar y resistir la “invasión” continental. Pero también aquí, el poder y las expectativas económicas de China junto a la generosidad practicada con aquellos que acepten el establecimiento de lazos diplomáticos, plantean un reto casi insalvable a la diplomacia de Taipei. Solo parece cuestión de tiempo.