Oportunidades en la interacción económica de la Alianza del Pacifico con la República Popular China a partir del proteccionismo promovido por Estados Unidos en la era Trump Raquel León de la Rosa y Carlos García Dorantes

In Estudios, General, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

Introducción

Durante los últimos dos años, se han producido una serie de cambios importantes dentro de la escena internacional. Dichos cambios impactan entrelazan las acciones políticas y económicas de actores de suma importancia, como es el caso de Estados Unidos. Producto del alza del proteccionismo en las regiones tradicionalmente más desarrolladas del mundo, en concreto en los Estados Unidos, se hace necesario apostar a nuevas formas de comerciar a nivel internacional, ya que la apertura económica impulsada desde la década de los noventa se ve afectada por dicha postura. Esto genera desafíos para economías que se encuentran ligadas al comercio con este país, como es el caso de México y Canadá. Por lo tanto, estos países se encuentran en un proceso de replanteamiento de política comercial a partir del desgastante proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Dentro de este replanteamiento, se ponen sobre la mesa los múltiples acuerdos comerciales que cada uno de estos países posee, siendo los  procesos de integración económica como la Alianza del Pacifico (AP), en donde México es miembro y Canadá recién se estrena como Estado Asociado, volviéndolo como uno de los más atractivos por su planteamiento, pues desde el año 2011 los países miembros se han propuesto como objetivo superior el crear un área de integración profunda que impulse el desarrollo, crecimiento y competitividad de sus países miembros en el marco del libre comercio, multilateralismo y en el marco del nuevo regionalismo abierto.

Desde su planteamiento, la Alianza del Pacífico se centra en la importancia de la vinculación transpacífica. La idea de un periodo histórico en el que Asia-Pacifico fuera la región preponderante en el mundo no es nueva, en el año de 1996 el politólogo finlandés Pekka Korhonen publicó el artículo titulado “The Pacific Age in World History”; en dicho texto a través de un análisis historiográfico se desarrolla la idea de un siglo que en lo político, cultural y económico habría de tener como área de influencia prioritaria a la región del Pacífico, este análisis se remonta desde finales del siglo XIX siendo concebido el concepto por el economista japonés Inagaki Manjiro pero que sólo vería la oportunidad de su consolidación a finales del siglo XX y principios del siglo XXI con el surgimiento de las naciones de Asia Pacifico como potencias económicas, en particular la República Popular China (RPCH), según el académico finlandés.

Como parte de esta línea de pensamiento, el presente artículo plantea que es no sólo plausible sino completamente necesario que los países miembros de la Alianza del Pacifico cuyos miembros poseen amplios litorales hacia el Pacífico o en su defecto Tratados de Libre Comercio (TLC) con países de la región incrementen exponencialmente sus lazos culturales, políticos y económicos con países de Asia-Pacifico, muy específicamente con la RPCH.

A lo largo del artículo se analizará el desarrollo de las relaciones transpacíficas en la última década del siglo XX hasta nuestros días, enfatizando la política comercial que la región ha desarrollado con China en años recientes hasta llegar incluso a esbozar el nuevo perfil de la política económica y comercial de los Estado Unidos en la administración Trump, como ejemplo de la nueva ola de proteccionismo y la necesidad de buscar otras vías plausibles. La segunda parte que comprende el cuerpo del trabajo tratará de dilucidar con apoyo de un marco teórico conciso y bien delineado, cómo el bagaje institucional de la Alianza del Pacifico permite la interacción con países terceros y, en este sentido, si se ha buscado potencializar o no con acciones concretas y datos duros la relación comercial con China y cuáles son las áreas de oportunidad para mejorar las relaciones entre los países de la AP y la RPCH.

Finalmente, en las conclusiones, se llevará un recuento de lo observado a lo largo de la investigación, así como los resultados obtenidos y así mismo enunciaremos cuáles son los retos y limitantes de la AP respecto a su relación con China.

Contexto de las relaciones transpacíficas en la década de los noventa hasta la actualidad

Para comenzar a abordar el tema que nos atañe es necesario definir lo que entendemos por relaciones transpacíficas, estas encuentran su definición más clara en el concepto de transpacificidad que podría entenderse como los diferentes grados de conectividad en la que la pertenencia de los actores a esa región no sólo se define por la geografía sino por una red profunda de nexos económicos, políticos, sociales y culturales cuyos niveles de intensidad determinan su proyección dentro de un complejo escenario de relaciones transregionales (Uscanga,2005,p.208), dicho de otra forma estas relaciones se conforman de una manera compleja haciéndose necesario comprenderla de forma más profunda a un nivel estructural en dónde las relaciones económicas y comerciales toman un papel fundamental.

Acorde a esta línea de pensamiento, la década de los noventa representó un momento histórico de oportunidades sin precedentes para las relaciones transpacíficas gracias a la necesidad de definir el Nuevo Orden Internacional tras la caída del bloque socialista y, con ello, la reestructuración de las nuevas reglas que regirían el sistema internacional, entre ellas, la apertura y la liberalización del comercio internacional. Como consecuencias de estas nuevas expresiones Asia Oriental se convirtió una zona de interés estratégico. El acelerado desarrollo económico de la región, aunque tuvo su lugar en diferentes momentos dependiendo de la inserción de cada país a la economía de mercado, pero que sin duda impactó a la mayoría de ellas, como afirma Yamazawa:

Japón comenzó el desarrollo en 1985, mientras que otras economías de Asia oriental lo iniciaron después de la Segunda Guerra Mundial en sucesivo orden; Hong Kong, Corea, Taiwán y Singapur, economías recientemente industrializadas (NEI) comenzaron en la década de 1960, entonces miembros originales de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) (Tailandia, Malasia, Filipinas e Indonesia) siguieron en la década de 1970, para continuar con China desde principios de 1980, este rápido crecimiento económico fue descrito por el reporte del Banco Mundial de 1993 como “El milagro del Este de Asia” (1992, p.2).

En suma, las economías de Asia respondieron satisfactoriamente a los retos que el nuevo proceso de globalización planteó tanto individualmente como región.

Por todas estas razones se considera al siglo XXI como la Era del Pacifico, un momento histórico caracterizado por el ascenso de ciertos países de la región como potencias económicas con un gran poder de decisión en el escenario internacional. La región se constituyó en una zona de interés para América Latina derivado de la gran demanda de inversiones y las oportunidades de comercio que esta región representaba, sin embargo las oportunidades de convergencia no llegarían de forma tan fácil, pues como nos dice Uscanga (2004) mientras, el Pacífico asiático junto a Estados Unidos y Canadá estaban creando escenarios de cooperación, América Latina fue inicialmente marginado de la construcción de los emergentes espacios de diálogo de la Cuenca del Pacífico. (p. 206).

Lo anteriormente enunciado es debido, por una parte, a la desatención de los países latinoamericanos en su diversificación de relaciones con otras regiones que no fuesen por un lado América del Norte y, por el otro, Europa con esta segunda debido a los lazos históricos y culturales, aunado a la crisis de 1995 que tuvo como origen México y el posterior “efecto tequila” que golpeo las demás economías de la región, creo una imagen de inestabilidad y poca confianza de América Latina.

Es imprescindible enunciar el papel de los Estados Unidos en la región, pero debemos empezar por definir una serie de conceptos. En primer lugar, la regionalización, en la literatura de la economía política internacional, se refiere al crecimiento de la interdependencia económica dentro de un área geográfica determinada (Fawn, 2009, p 13). Así mismo el autor nos señala que una región por sí misma no existe sino a través del bagaje institucional que los actores le confieren para darle sentido. Se inicia con esta definición porque son los Estados Unidos quienes a través de ejercicios de regionalización se volvieron activos en este tipo de posicionamiento e instituciones, pues a finales de los ochenta y principios de los noventa se visualiza su presencia, por una parte, en el TLCAN, que incluye a México y Canadá, y por otra, su participación como miembro del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico APEC.

Las posibilidades de un mayor dinamismo económico entre Asia Pacífico y América Latina parecían una utopía, sin embargo, por su parte Altemani de Oliveira (2009) nos explica que para los países de Asia-Pacífico el interés por fortalecer las relaciones con los países latinoamericanos vino propiciado por dos razones fundamentales, la primera fue el ejercicio de revisionismo que la región llevo a cabo sobre su percepción de zona, como producto de la crisis que la región vivió en carne propia entre 1997 y 1998. En segundo lugar, se identifica un miedo fundamental de cualquier nación: el miedo al aislacionismo (p.70). Esto debido a los ejercicios de integración anteriormente mencionados, adicionando  el de los países de Europa Occidental, quienes con la entrada en vigor del Tratado de Maastricht el 1 de noviembre de 1993 dieron vida a un proceso de una profundidad sin precedentes.

La apertura y diversificación de la RPCH comenzó a partir de las primeras reformas implementadas por Deng Xiaoping en 1978 que contemplaron: reformas macroeconómicas, desregulación de mercados internos y la apertura a mercados internacionales. Uno de los proyectos más importantes fue la creación de las Zonas Económicas Especiales, que pretendían crear las condiciones necesarias para que llegara inversión extranjera (Cornejo en León de la Rosa y Calderón, 2015, p. 3).  Posteriormente, el camino hacía el multilateralismo se confirmó a partir  en 1992 cuando la RPCH lanzó una interesante estrategia de proyección  hacía al exterior: los acuerdos con Rusia, ingreso al Foro Regional de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en 1994, la activa promoción y participación en el Grupo de los Tres (China, Japón y Corea del Sur)  y en el caso particular de sus relaciones con América Latina en 1991 ingresó al APEC.

Respecto a la crisis financiera que tuvo su origen en 2007 y cuyas repercusiones se trasladaron rápidamente a la esfera global a partir de septiembre de 2008, tuvo un impacto fuerte en el crecimiento de la región de América Latina y el Caribe, para 2009 se calculó que el producto interno bruto (PIB) de la región sufriría una caída de 1.7% (CEPAL, 2009, p.13).

En el informe de la CEPAL titulado “El comercio internacional en América Latina y el Caribe en 2009 Crisis y recuperación” indica que como producto de la crisis las exportaciones de la región representaron una caída del 24%y del 25% en las importaciones. Sin embargo, podemos denotar la relevancia de Asia para las exportaciones latinoamericanas considerando que las exportaciones a la Unión Americana se redujeron de un 37% a un 32% mientras que en Asia fue únicamente del 12% y en China tan sólo del 2%, estas cifras nos demuestran que mientras los productos básicos exportados desde países en desarrollo sufrieron una contracción en sus precios el golpe en la reducción fue menor gracias a la constante demanda de China (CEPAL, 2009, p.13).

Lo anteriormente enunciado empata con la relevancia que el comercio entre Asia-Pacifico y la región de América Latina ha tomado en los últimos años; el análisis aislado de los datos oficiales de Brasil señala una variación negativa de menos del 22,7% en el total de las exportaciones y del 26,2% en las importaciones con relación al 2008. Mientras, en 2009 China se convirtió en su principal socio comercial, manteniendo la primera posición como principal destino de las exportaciones brasileñas y la segunda posición como origen de las importaciones brasileñas, por detrás de Estados Unidos. Por otra parte, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO (2012) gracias al tratado comercial que entró en vigor el 1 de octubre de 2006 entre China y Chile, el intercambio comercial entre ambos países ha alcanzado 30.000 millones de dólares anuales convirtiendo a China en el primer socio comercial del país latinoamericano, tanto en volumen como en monto. Esta mayor presencia asiática, en especial china, ha acabado generando dos consecuencias importantes: una acentuada tendencia a la ampliación de medidas proteccionistas y el efecto de desplazamiento consecuente de las exportaciones asiáticas, tanto en los mercados nacionales como en el mercado latinoamericano (Altemani de Oliveira, 2009, p 10). Para el año 2016, China era ya el primer socio comercial de América Latina, exceptuando a México.

Finalmente, para concluir con este apartado, podemos asegurar que en conjunto los miembros de la Alianza del Pacifico han aumentado si bien no de forma exponencial, pero sí de forma considerable las exportaciones a la región pasando de 43203 millones de dólares en 2007 a 68 837 millones de dólares en 2011 (CEPAL, 2013, p.33), es necesario puntualizar que a pesar de todo México presenta bajos niveles de interacción económica con los países de Asia Pacifico presentando un déficit en la balanza comercial que persiste hasta la fecha.

Algunas aproximaciones teóricas

La política comercial es el principal referente que habremos de utilizar para abordar la investigación, en este sentido cabe destacar que el concepto no presenta controversia per se por lo que podemos definirlo simplemente como el manejo del conjunto de instrumentos al alcance del Estado para mantener, alterar o modificar sustantivamente las relaciones comerciales de un país con el resto del mundo (Canta Izaguirre, 2014, p.24), los Estados pueden optar por dos caminos dentro de este rubro, por una parte el libre comercio y por el otro el proteccionismo según Goldberg y Pavenik (2016) que las condiciones económicas determinan cuál de los dos caminos toman los países, en el caso del proteccionismo lo definen como barreras al comercio internacional que pueden aplicarse a través de políticas endógenas justificadas por los riesgos al abrir un mercado , por ejemplo para evitar el aumento de las importaciones aunque pueden existir muchas otra medidas (p. 16).

En este sentido las instituciones resultan muy efectivas para prevenir el proteccionismo, pues transforman el comercio de un único juego del dilema del prisionero a un juego iterado en el que la «sombra del futuro» figura fuertemente en las elecciones de comportamiento de los actores. A través de períodos históricos, las instituciones también han sido efectivas en proporcionar información que apoye o prevenir el proteccionismo: las instituciones internacionales y la política comercial socavan la reputación de los Estados, separando los «limones» de la comercialización confiable socios (Tomz citado en Baccini y Yeon Kim, 2012, p.371 ) . Al hacerlo, las instituciones reducen la incertidumbre sobre la comportamiento de los actores participantes y los riesgos de hacer acuerdos.

Por su parte las instituciones pueden ser definidas como «principios, normas, reglas y procedimientos de toma de decisiones alrededor de qué expectativas de los actores convergen en un área temática determinada » (Krasner citado en Baccini y Yeon Kim,2012, p. 370) de esta forma podemos afirmar que la Alianza del Pacífico, como un ejercicio institucional que aglutina las aspiraciones de sus países miembros, es un ejemplo claro de la apertura al mercado y el libre comercio en comparación con la nueva política comercial implementada por la administración Trump desde la Casa Blanca que, a lo largo de la investigación podremos dar cuenta de su falta de empatía por las instituciones construidas a finales del siglo XX, como catalizadores para la cooperación entre sus miembros. Siendo esta situación el punto de partida hacia una nueva propuesta de institucionalización de las relaciones comerciales de Estados Unidos, motivada por el proteccionismo.

Así mismo, se utiliza al neoliberalismo institucional, que se rige bajo tres ejes: la cooperación entre los Estados, las instituciones y la regulación de la interacción en áreas de la política. La conjunción de los ejes genera la interdependencia. Por lo tanto, la interdependencia genera las siguientes situaciones: relaciones horizontales, la preponderancia de la agenda económica y la existencia de canales múltiples de comunicación entre los distintos actores internacionales (Keohane & Nye citados en León de la Rosa, 2016, p. 180).

Esta interdependencia compleja, entendida como “la ausencia del uso de la fuerza, la falta de jerarquías en asuntos a tratar, y la presencia de múltiples canales de contacto entre las sociedades” (Keohane y Nye, 1989, p.165) nos ayuda a comprender los niveles de interacción tanto económica, política y cultural entre la región de Asia-Pacifico y América Latina que son no solo evidentes sino necesarios e innegables de potenciar.

Nuevo paradigma en la política comercial estadounidense en la administración Trump

Desde el último año y medio, la política exterior estadounidense ha representado cambios sin precedentes en la historia contemporánea. La administración del actual presidente Donald J. Trump rechaza los tratados multilaterales de comercio en dónde se vean envueltos Estados con políticas laborales más flexibles y requerimientos medioambientales y de calidad en la producción más bajo, en palabras del presidente: “este juego desleal no hace más que dañar a la economía americana” (Trump, 2017) , ejemplos claros de su postura anti-multilateralismo lo tenemos en la salida de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica TPP, considerado uno de los mayores logros en materia de política exterior durante la era Obama, cabe destacar el impacto de dicho acuerdo 12 países que, juntos, representan el 40% de la economía mundial y casi un tercio de todo el flujo del comercio internacional.

Por otra parte, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que aglutina a las tres economías de la región, ha sido punto nodal de la retórica del presidente Trump contra acuerdos comerciales que desde su percepción son desleales y poco beneficiosos para la Unión Americana, al respecto comenta: “Tenemos un déficit comercial de 100,000 millones de dólares con México. ¿Qué nos dice esto? Nos dice que el TLC no es bueno. El TLC nunca fue bueno; pero, por alguna razón, nadie nunca lo modificó” (El Economista, 2018).

Con respecto de la renegociación del tratado, el 20 de agosto del 2018 se cumple un año de la conclusión de la Primera Ronda de negociación, hoy las negociaciones se han extendido hasta la Octava Ronda, sin resolverse los temas más controversiales e importantes para el futuro del tratado en materia de mecanismos de resolución de controversias y reglas de origen en el sector automotriz.

La última acción respecto al eje comercial en la política estadounidense tuvo lugar el 1 de junio que entró en vigor un arancel del 25 por ciento al acero y uno del 10 por ciento al aluminio de la Unión Europea, Canadá y México, que proveen cerca de la mitad del metal importado por Estados Unidos, dijo Wilbur Ross, secretario de Comercio de Estados Unidos (New York Times, 2018). En días posteriores los gobiernos de México y Canadá anunciaron medidas similares imponiendo aranceles a importaciones a embutidos, aceros planos y lámparas en el caso del estado mexicano.

Este tipo de acciones ha detonó una serie de acciones de emergencia por parte del gobierno mexicano, que en plena transición gubernamental y la incertidumbre que esto planteaba al mundo de los negocios, decidió retomar en el mes de agosto la negociación, pero desde una perspectiva bilateral. Situación que recayó en la especulación del fin de un acuerdo entre tres partes y, al mismo tiempo, ha propiciado una negociación forzada con Canadá a fin de mantener un acuerdo con tres socios y no la generación de dos acuerdos bilaterales.

En conclusión, todas estas medidas que han sido calificadas por la comunidad internacional como “guerra comercial”, se refieren a éstas como un daño a los esfuerzos que por décadas se han llevado a cabo a nivel internacional en aras del multilateralismo y la cooperación económica. Sin duda alguna, la administración actual de Estados Unidos ha dado una vuelta de tuerca de tal magnitud que se ha perfilado como el nuevo garante del proteccionismo económico en el siglo XXI.

Alianza del Pacifico: marco institucional y alcances

En agosto de 2006 surgió la propuesta de promover un mecanismo de cooperación e integración entre los países ribereños del Pacífico. La iniciativa comenzó a discutirse en el seno del gobierno peruano, en medio de la crisis que generó en la CAN (Comunidad Económica Andina) la decisión de Hugo Chávez de retirar a Venezuela de este bloque regional (Briceño, 2010, p.50).

En este complejo escenario, el gobierno peruano dio un viraje en su estrategia regionalista y comenzó a considerar el Pacífico como «eje articulador» de su inserción internacional, dentro del cual se destacaba la propuesta de crear una «Asociación del Pacífico Latinoamericano».

El ministro de Comercio de Colombia, Jorge Humberto Botero, decidió convocar a una reunión en Santiago de Cali, en la cual se discutiría la creación del nuevo bloque regional12. Este encuentro se realizó entre el 29 y el 30 de enero de 2007, con la participación de Colombia, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá y Perú. Allí se formalizó la creación del “Foro sobre la Iniciativa de la Cuenca del Pacífico Latinoamericano”. Concebido como un intento de articular perspectivas en común, el foro sobre la Cuenca del Pacifico Latinoamericano reivindico el modelo de integración abierta que Chile, Perú, Colombia y México materializarían posteriormente a través de un proceso de integración profunda.

La Alianza del Pacífico nace con la declaración de Lima del 28 de abril del 2011, iniciativa del entonces presidente del Perú Alan García, en colaboración con sus homólogos: Juan Manuel Santos de la República de Colombia, Sebastián Piñera de la República de Chile y Felipe Calderón Hinojosa de los Estados Unidos Mexicanos. Sin embargo, sería el 6 de junio de 2012 con la Firma del Acuerdo Marco de la AP en Paranal, Antofagasta, República de Chile que se autorizó formalmente la creación de las instituciones que conforman hoy en día a este ejercicio de integración, esta vez con la presencia de Ollanta Humala como titular del ejecutivo peruano.

La Alianza del Pacifico tiene como objetivos los siguientes (Alianza del Pacífico, 2012):

  • a) construir, de manera participativa y consensuada, un área de integración profunda para avanzar progresivamente hacía la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas;
  • b) impulsar un mayor crecimiento, desarrollo y competitividad de las economías de las Partes, con miras a lograr un mayor bienestar, la superación de la desigualdad económica y la inclusión social de sus habitantes; y
  • c) convertirse en una plataforma de articulación política, de integración económica y comercial, y de proyección al mundo, con especial énfasis al Asia y Pacífico.

La estructura de la Alianza del Pacífico está determinada de la siguiente forma a través de una serie de instituciones (Alianza del Pacífico, 2018):

  • Cumbres que reúnen a los presidentes de los países miembros, en fechas recientes del 21 al 24 de julio se llevó a cabo la XIII cumbre de la Alianza del Pacifico en Puerto Vallarta México.
  • Consejo de Ministros, conformado por los Ministros de Relaciones Exteriores y Comercio Exterior y cuya tarea fundamental es adoptar acciones y decisiones encaminadas a cumplir con las declaraciones presidenciales y lo establecido en el Acuerdo Marco, así como evaluar periódicamente los resultados obtenidos, y regular las relaciones con terceros estados o esquemas de integración.
  • Presidencia pro tempore: ejercida sucesivamente por cada estado miembro y encargada de organizar y ser sede de las cumbres, así como coordinar las reuniones de los consejos de ministros y de los Grupos de Alto Nivel.
  • Grupos de Alto Nivel (GAN): reúnen a los Viceministros de Relaciones Exteriores y Viceministros de Comercio Exterior. Realiza el seguimiento periódico y detallado del cumplimiento de los compromisos de la Alianza, así como del trabajo de los Grupos Técnicos.
  • Grupos Técnicos: se encargan de ejecutar los diferentes mandatos presidenciales, actualmente existen 27 grupos técnicos.

Estrategias Comerciales para países terceros

El fortalecimiento e incremento de relaciones con otros países es un eje fundamental desde la creación del bloque de integración, es por ello por lo que las medidas aplicadas para países terceros y países observadores giran en torno a facilitar el acceso de inversores hacía las industrias de los países miembros, así como la apertura de mercados hacia el exterior.

En este sentido la instancia encargada de diseñar las estrategias de vinculación con terceros países es el Grupo de Relacionamiento Externo (GRE) bajo supervisión del Consejo de Ministros. La Alianza del Pacífico ha acordado priorizar su trabajo con los Estados Observadores en cuatro áreas temáticas: ciencia, tecnología e innovación, facilitación del comercio, PYMES y educación. Actualmente, los Observadores de la Alianza del Pacífico son 52 países, ocho de ellos provenientes de Asia, incluida la República Popular de China. En la más reciente cumbre de la AP, realizada en julio del presente año en Puerto Vallarta, se anexaron cuatro países (Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Singapur) como Estados Asociados.

Cualquier proyecto de cooperación deberá ser presentado por escrito y dirigido al país que ocupe la Presidencia Pro Tempore (PPT), el que deberá circularla dentro de los siete días hábiles siguientes a su recepción a los miembros de la Alianza del Pacífico para su consideración.

Al respecto de las relaciones con la región de Asia, el 24 de septiembre del 2016, la Alianza del Pacífico y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático ASEAN, adoptaron un documento de cooperación entre ambos mecanismos con énfasis en temas económicos, educativos, desarrollo sostenible, ciencia y tecnología (Alianza del Pacífico, 2018).

Como ejemplo tenemos la XIII Cumbre de la Alianza del Pacífico que tuvo lugar del 21 al 24 de julio del año en curso en Puerto Vallarta, México, dónde sorprendente se contó con la presencia de los jefes de Estado de los países miembros del Mercosur y el Viceministro de Paraguay en aras de consolidar el acercamiento de ambos bloques con esto demuestra la calidad sui generis del proceso de integración de la AP que permite la colaboración de dos ejemplos de integración tan diferentes en su concepción.

Así mismo, el Protocolo Comercial, además de regular los lineamientos que guiarán las relaciones entre los cuatro países miembros, también colabora con las pautas respectos a la relaciones transpacíficas y el fortalecimiento de las mismas contiene también la mención de los países asociados, lo que diferencia esta figura de un estado observador, es que en el caso del Estado Asociado, todas las Partes del Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico celebran y ponen en vigor un acuerdo vinculante de altos estándares en materia económico comercial, que contribuya a la consecución de los objetivos del Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico), este acuerdo vinculante incluye pero no se limita al comercio de bienes y de servicios y  las inversiones (Alianza del Pacífico,2017).

Finalmente, se cuenta también con el trabajo de ProMéxico, ProColombia, PromPerú y ProChile, los organismos federales encargados de coordinar las estrategias dirigidas a fortalecer la participación de dichos países en la economía internacional y que desde el año 2012 firmaron una declaración para trabajar en conjunto en la promoción de la Alianza del Pacífico al exterior (ProColombia, 2018).

Tomando en cuenta la construcción institucional de la Alianza del Pacífico podemos afirmar que efectivamente es un ejemplo claro del nuevo regionalismo abierto, en el marco de un proceso de globalización que ha venido a priorizar el libre comercio y las ventajas comparativas como medidas necesarias para emprender ejercicios de integración económica, en este sentido, la AP se puede catalogar como un área de preferencias comerciales, el cual consiste en afianzar los vínculos entre ambos elementos, es decir, entre la integración ‘de hecho y la integración impulsada por políticas, de modo tal que aumente la competitividad de la región y constituya en lo posible, el cimiento que fortalezca una economía internacional más abierta y transparente (Herrera citado en Ramírez Montañez y González Sarmiento, 2016, p. 19), este hecho se ve fortalecido aún más por la apertura de las economías de los países miembros y su competitividad a nivel internacional.

Este acercamiento entre ambas regiones se visualiza en las siguientes tablas, que muestran la actividad económica de los cuatro miembros de la AP y Asia Pacífico. En ellas, se muestra la importancia de China en los tres rubros. Si bien existe una participación asiática en la vida económica de la AP, de manera bilateral no en bloque, es China quien lidera la presencia en cada uno de estos rubros. Cabe puntualizar que esta presencia no es homogénea, ya que el contexto regional, geopolítico y geoeconómico determinan el mayor acercamiento con países como Chile y Perú, y la presencia silenciosa en Colombia y México.

Figura 1. Evolución de las exportaciones de la AP y Asia Pacífico 2009-2017.Fuente: Elaboración propia basada en COMTRADE, 2018.
Figura 2. Evolución de las importaciones de la AP y Asia Pacífico 2009-2017.Fuente: Elaboración propia basada en COMTRADE, 2018.
Figura 3. Evolución de las inversiones de Asia Pacífico en América Latina 2009-2017.Fuente: Elaboración propia basada en UNCTAD, 2013; Korea Eximbank, 2017; JETRO FDI Statistics, 2018; Secretaría de Economía , 2018; Banco Central de Chile, 2018; Banco Central de Colombia, 2018; The American Enterprise Institute y The Heritage Foundation, 2018.

Alianza del Pacífico y China: un recuento de las relaciones comerciales y económicas

La importancia de la Alianza del Pacífico hoy en día radica en la apertura comercial impulsada por sus países miembros en las últimas décadas aunado a la fuerza y estabilidad de sus economías. La AP constituye la octava economía y potencia exportadora a nivel global, así mismo en América Latina y el Caribe, el bloque representa el 37% del PIB, concentra 52% del comercio total y atrae el 45% de la inversión extranjera directa. La población total que aglutina es de aproximadamente de 225 millones de personas y cuentan, con un PIB per cápita promedio de US$ 16 759, en términos de paridad de poder adquisitivo (Alianza del Pacífico, 2018).

El comercio entre los países de la Alianza del Pacifico y China a partir del 2011 año de creación de la Alianza del Pacifico ha ido en aumento, sin embargo, no de manera homogénea y constante para todos los países miembros. Por una parte en materia de balanza comercial para ambos socios  del año 2007 al año 2011 se observó un incremento exponencial como podemos observar en la figura 4, mientras las importaciones de China con respecto a la AP representaron un incremento entre ambos años de 21 235 millones de dólares, también las exportaciones lo hicieron en  25 180 millones de dólares, es decir, aunque el comercio hizo más que duplicarse, mientras Chile y Perú presentaron un superávit respecto a su relación comercial con China para el año 2011, no lo fue así para Colombia y México que presentaron un déficit.

Figura 4. Balanza comercial de China con la Alianza del Pacífico 2007 y 2011Elaboración propia basada en UN COMTRADE, 2018.

Así mismo en el siguiente gráfico, podemos observar las importaciones y exportaciones entre China y los países miembros de la AP por sectores, al respecto se concluye que los aquellos de mayor ganancia en la relación comercial para el país asiático son el de las TICs, electrónico y el de las textiles y manufacturas, productos con un alto valor agregado en comparación con los productos que importa China de la zona AP, siendo la agroindustria, la madera y sus manufacturas de baja tecnología los de mayor relevancia.

Figura 5. Flujos Comerciales Promedios (2007-2011) por sector de China respecto la Alianza del PacíficoElaborado por CEPAL, 2011 a partir de estimaciones CEAP 2007 y 2011 a cuatro dígitos de UN COMTRADE 2012.

A continuación, se presentan los datos concernientes a la balanza comercial 5 años después de la creación formal de la zona A.P y habiendo puesto en marcha todos sus protocolos y normativas pertinentes.

Figura 6. Balanza Comercial Alianza del Pacífico con China por países.Elaboración propia a partir de UN COMTRADE, 2018.

Analizando la información de las gráficas, podemos concluir que después de constituirse en un bloque de integración regional en un claro ejemplo de regionalismo abierto, cuyo alcance se perfila a incentivar una mayor interacción económica y cooperación entre los estados miembros con Asia Pacífico y en este caso específico con  China, las expectativas respecto a la AP están muy alejadas de la realidad, en el caso de Chile el incremento en las exportaciones de 2011 a 2013 fue de apenas 407,583,008 millones de dólares y para el año 2016 presento un decremento de la mitad del total de sus exportaciones al mercado Chino mientras que las importaciones aumentaron casi en 2,000,000,000 de dólares desde 2011 hasta el año 2016; En el caso de México las exportaciones hacia China aumentaron en tan sólo 947,148,736 dólares lo que resulta marginal considerando que las exportaciones hacía estados unidos fueron de $289 miles de millones de dólares en el mismo año según datos de The Observatory de Economic Complexity 2017. En el caso del Perú el aumento en las exportaciones fue de aproximadamente 1, 600 miles de millones de dólares y la balanza comercial termino en un superávit, sin embargo, el comercio sigue siendo muy inferior frente a los otros dos países antes mencionados, por su parte Colombia vuelve a ser después de cinco años el país con menor interacción comercial con el país asiático.

Los datos anteriores nos hablan del poco fortalecimiento que las relaciones meramente comerciales entre los países AP y la República Popular China presentaron en los años posteriores a la creación del proceso de integración, una falta de voluntad por parte de los tomadores de decisión y, por otra parte, los interés políticos y económicos que están sobre la mesa, en el caso específico de México la cercanía constante y perenne con la Unión Americana obligan a compromisos políticos que han imposibilitado pensar en una interacción más profunda con el país asiático.

La inversión extranjera directa es un área fundamental para el bienestar de cualquier economía, no sólo porque fortalece industrias existentes, también apertura centros productivos en dónde antes no existían además de crear empleos. En este sentido como se muestra en los siguientes gráficos la inversión China en los países AP gira en torno a dos sectores productivos muy definidos: metales y energía. Esto resulta evidente dado los grandes recursos naturales con los que cuenta la región de América Latina, en el caso específico de estos países, por ejemplo, la minería es muy importante para Perú y Chile quienes exportan a la economía asiática una gran cantidad de cobre y sus concentrados por lo cual resulta natural que la principal inversión llegue a estos países hacía ese sector. En el caso de México y Colombia, el sector más favorecido es el energético, esto debido al hecho de que el petróleo crudo es el principal producto de exportación desde estos dos países hacía el dragón asiático.

Figura 7. Inversión china en la Alianza del Pacífico por países 2005-2018 (MDD).
Elaborado a partir de China Global Investment Tracker, 2018.

Oportunidades para el fortalecimiento de las relaciones entre la Alianza del Pacífico y China

Como se destaca en la sección anterior, a pesar de existir un ejercicio de integración profunda dónde la promoción de las relaciones económicas y comerciales pareciera ser primordial para los países miembros de la Alianza del Pacífico, no existe una política común respecto a la República Popular China, la política comercial de los países responde a relaciones que tradicionalmente se han construido con el tiempo dónde los commodities son la herramienta fundamental para negociar con el país asiático y las cantidades del comercio son desiguales de un país al otro. Por lo tanto, en esta sección nos encargaremos de revisar áreas clave para el fortalecimiento de las relaciones tanto económicas como comerciales entre la Alianza del Pacífico y China.

Como se señaló en el apartado anterior, la inversión es un sector fundamental para el fortalecimiento cualquier economía, así mismo, para las relaciones entre dos o más países, en este sentido la Alianza del Pacífico cuenta con un capítulo de inversión en el Protocolo de la AP muy flexible y bastante evolucionado, sus disposiciones son parecidas a las contenidas en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en este sentido el protocolo cuenta con cláusulas estándares a nivel internacional, incluyendo (1) trato nacional (TN) y nación más favorecida (NMF), ambas clausulas cubren al inversionista y a la inversión. En el caso del TN, el país anfitrión deberá otorgar a los inversionistas de las otras partes y a sus inversiones en su territorio un trato no menos favorable que el otorgado en circunstancias similares a los inversionistas e inversiones nacionales, a nivel nacional y subnacional y el trato de NMF exige que cada parte otorgue a los inversionistas de las otras partes un trato no menos favorable que el que le otorga, en circunstancias similares, a los inversionistas de cualquier país que no sea parte del protocolo y a sus inversiones en su territorio (Herreros y Millán, 2017, p. 26).

Por su parte las disposiciones que abarcan la expropiación directa e indirecta, protegen las inversiones extranjeras de la expropiación salvo que sea por un bien público y en dado caso de darse esta, debe estar sujeta a una indemnización justa con apego al principio de debido proceso (Herreros y Millán, 2017, p. 27), por lo que dicho marco genera certidumbre y certeza y seguridad para los inversionistas extranjeros de que los capitales que coloquen en estos países generaran ganancias, por lo cual resulta factible y estratégico incentivar un mayor acercamiento con China y la AP, ya no como país observador sino como país asociado, de esta forma los países miembros pueden implementar una política económica y comercial en conjunto hacía la República Popular China y no una fragmentada como ha venido ocurriendo.

En el marco del neoliberalismo institucional ha nacido la iniciativa OBOR[3]. Hoy se constituye como el proyecto más ambicioso a nivel global e importante de la historia moderna, podría y de hecho está considerado que abarque también a la región de América Latina, dicho proyecto no engloba únicamente relaciones comerciales y económicas sino también redes de transporte de magnitudes colosales e inversiones en infraestructura que tanto atesora la región latinoamericana. En este escenario la participación de la Alianza del Pacífico es fundamental para que América Latina sea prioritaria y aproveche al máximo los beneficios de la Franja y la Ruta. Existen dos razones para suponer esto: por una parte los Tratados de Libre Comercio que dos miembros del bloque (Chile y Perú), han firmado y ratificado con China y en segundo punto, por el debilitamiento de otros bloques de integración que se esperaba enarbolaran los principios de dicha iniciativa de apertura e integración en diversas ramas como se ha señalado anteriormente, a decir del TTP debido a la salida de los Estados Unidos de América de dicha iniciativa, quien fungía como el líder indiscutible de esta forma podemos observar las repercusiones que trae el proteccionismo y su aplicación en el siglo de la interdependencia compleja y, por otra parte, el MERCOSUR y las crisis políticas, sociales y económicas que algunos de sus miembros más prominentes han sufrido desde el año 2015 a la fecha. En lo que respecta al MERCOSUR, la presencia de la mayoría de los Jefes de Estado de este bloque en la XIII Cumbre Presidencial de la AP señala un punto de partida sobre la importancia que posee la AP como un puente con la región de Asia Pacífico. Sí bien no hay como tal un proyecto hacia un bloque, pues la dinámica y naturaleza de ambos ejercicios es distinta, existe un común en ambos, que es la importancia de China como socio comercial e inversor en la región.

Conclusiones

Las relaciones transpacíficas son un tema fundamental para el estudio de la relaciones internacionales y comerciales en la actualidad dada la importancia de los países localizados entre esta región para la economía global, el crecimiento acelerado de la región de Asía Oriental obliga a los países latinoamericanos a reconsiderar las prioridades de su política exterior, en este sentido Chile, Colombia, México y Perú desde el año 2011  a través del ejercicio de integración conocido como la Alianza del Pacífico han buscado potenciar en un primer momento sus relaciones intrarregionales tanto política, social, económica y comercial para después incentivarlas al exterior. Sin embargo, estos objetivos se han alcanzado de manera parcial y aún con resultados escuetos. Los desafíos hoy de los países AP son buscar las oportunidades y foros adecuados para la inclusión de sus economías en cadenas regionales de valor de manera efectiva, así mismo lograr atraer inversión en diferentes sectores desde la República Popular China a través de la promoción de los protocolos y herramientas existentes dentro de la misma institución de la AP.

Por otra parte, el siguiente desafío será lograr conjuntar voluntades dentro de la AP para ser un canal, por antonomasia, del multilateralismo en América Latina y lograr formar parte de manera exitosa del OBOR, una iniciativa que se erige como una contrapropuesta a la gobernanza comercial y la cooperación entre los países. En suma, el reto fundamental de la Alianza del Pacífico es pasar de la teoría a la práctica, de las declaraciones a las acciones concretas, de la virtual ficción a la tangible realidad, es decir concretar una política exterior conjunta que responda satisfactoriamente a los objetivos que se han planteado los países miembros.

En cuanto a las limitantes externas para los países AP se pueden englobar en una sola variable: las relaciones con EUA. En efecto, las relaciones tan compenetradas que algunos de los estados miembros tienen con Estados Unidos, pueden imposibilitar primero consolidar la integración del bloque y en un segundo momento diversificar sus relaciones al exterior de forma satisfactoria, claro ejemplo lo tenemos en la propuesta del pasaporte único de la Alianza del Pacífico que tiene como principal detractor a la Unión Americana debido a la reacia postura anti migración y el proteccionismo que han adoptado a partir de la administración Trump, pues recordemos que es vecino inmediato de México.

Asimismo, las amenazas constantes del retiro de apoyo en materia de cooperación, así como el aumento en aranceles  al acero y al aluminio ya han comenzado a afectar las relaciones con México y Europa y, al mismo tiempo, a crear incertidumbre al resto de las economías que dependen en gran medida del comercio e inversiones provenientes de este país, no es una casualidad que en la renegociación del TLCAN las disposiciones en materia de reglas de origen hayan causado mayor controversia pues sesgarían al Estado mexicano sus posibilidades de inclusión en cadenas globales de valor además de ser una medida que directamente va en detrimento de la inclusión de China en productos mexicanos con destino  a los Estados Unidos.

Estos son los principales desafíos y limitantes que el bloque tiene de cara a los meses y años venideros, acompañados de áreas de oportunidad muy bien definidas que de ser aprovechadas correctamente podrían potenciar la presencia de estos cuatro países latinoamericanos no sólo en la región como potencias emergentes, sino como los principales representantes de la misma a nivel global en lugares de preponderancia económica, pero también política y diplomática, es por ello que la política exterior y la diplomacia serán fundamentales para generar esquemas de ganar-ganar y horizontalidad con la China de Xi Jinping de cara al nuevo siglo XXI.

Autores: Raquel León de la Rosa[1] y Carlos García Dorantes[2].

 

Bibliografía

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[1] Profesora- investigadora de Tiempo Completo de la Licenciatura en Negocios Internacionales y coordinadora de la Especialidad en Protocolo y Desarrollo de Negocios en Mercados Emergentes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México), y miembro del programa de Jóvenes Investigadores, “China and Latin-America” de The Inter-American Dialogue.

[2] Estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México), ex-becario del Programa Delfín (programa de investigación).

[3] One Belt One Road presentada en septiembre de 2013 por el presidente Xi Jinping durante su visita a la Universidad de Nazarbayev, Kazajstán, en la cual propuso construir “la Franja Económica de la Ruta de la Seda” en sinergia con Asia Central. En octubre de ese mismo año, durante la Reunión Informal de Líderes de APEC, Xi planteó construir la “Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI” con los países de la ASEAN, encadenando a 67 países, cubriendo casi 5000 millones de personas y regiones (Zottele y Quian, 2015, p.42).