Relación comercial con China entraña ganadores y perdedores en América Latina

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Alfredo Toro Hardy es un diplomático y académico venezolano. Ha sido Embajador de su país en Washington, Londres, Madrid, Brasilia, Santiago de Chile y Dublín. Actualmente se desempeña como Embajador en Singapur. Como académico ha tenido una importante trayectoria tanto en Venezuela como en el exterior. Es autor de diecisiete libros en el tema de las relaciones internacionales, incluyendo el que acaba de publicar: The World Turned Upside Down: The Complex Partnership between China and Latin America, London/Singapore, World Scientific Publishing, 2013.


¿Cuáles son los desafíos y oportunidades de la relación comercial entre China y América Latina?

Alfredo Toro Hardy. Para comenzar hay que destacar la importancia de esta relación. Se proyectaba que en 2014 China desplazaría a la Unión Europea como segundo mercado de exportación de América Latina y que en 2015 lo haría como segundo mercado de importación. Sin embargo en 2011 el comercio entre América Latina y China alcanzó los 233,7 millardos de dólares, con este último país sobrepasando a la Unión Europea como segundo mercado de importación de nuestra región. De acuerdo a lo afirmado por el Primer Ministro chino Wen Jibao, durante su visita a América Latina en junio de 2012, las cifras del comercio entre su país y nuestra parte del mundo deberán alcanzar los 400 millardos de dólares en 2017. Un salto cuántico si tomamos en consideración que para 1999 dicho comercio era apenas de 8 mil millones de dólares.

Ahora bien no se trata de un cuadro simple. Dicha relación comercial entraña ganadores y perdedores entre los países de América Latina, así como costos y no sólo beneficios para los ganadores. Entre los perdedores se encuentran México y América Central. Ello por dos razones. Primero, para estos países el porcentaje de exportación de manufacturas, dentro de su oferta exportadora total, resulta mayoritario. Segundo, han debido enfrentar el impacto de las manufacturas de menor costo provenientes de China en su principal mercado de exportación: Estados Unidos. Tomemos el caso de México. Setenta y dos por ciento de sus exportaciones totales están representadas por manufacturas y de ese porcentaje el noventa y nueve por ciento se encuentra sometido a algún tipo de amenaza por parte de la competencia china. Un solo ejemplo puede hacer gráfico lo dicho. Entre 2001 y 2006 el porcentaje de mercado estadounidense para las computadoras personales producidas en México bajó del 14% al 7%, mientras que durante ese mismo período el porcentaje de mercado estadounidense para las computadoras personales producidas en China pasó de 14% a 45%. Es de suponer que el aumento en curso del precio de la mano de obra china habrá de relajar la presión anterior. Sin embargo, las cadenas de producción asiáticas, que tienen a China como epicentro, seguirán representando una fuerte amenaza tanto para México como para América Central.

Pero junto a los perdedores hay ganadores. Entre estos últimos se encuentran los países de América del Sur para quienes los recursos naturales representan un porcentaje mayoritario de sus productos de exportación. El beneficio que éstos han obtenido como resultado de la voracidad de la demanda china es evidente. Desde la soya hasta el petróleo, desde el cobre hasta el pollo, desde los alimentos para animales hasta el jugo de naranja, las ganancias obtenidas por los países de América del Sur han resultado gigantescas. Recordemos, a título de ejemplo, algunos de los porcentajes de demanda china en relación a la demanda global: 49,9% para el carbón, 47,7% para el hierro, 46,4% para el ganado porcino, 45,4% para el acero. Y así sucesivamente. Ahora bien en América del Sur hay dos grupos de países. Algunos como Chile, Venezuela o Perú para quienes los recursos naturales representan un porcentaje fundamental de sus exportaciones y algunos como Brasil y Argentina para quienes las manufacturas representan un porcentaje importante, aún cuando no mayoritario, de las mismas. Para los primeros los beneficios del comercio con China son netos: mayores exportaciones y manufacturas de importación más económicas. Para los segundos, en cambio, junto a los beneficios hay también costos: mayor competencia para sus manufacturas es sus mercados tradicionales de exportación y, por sobre todo, mayor competencia para sus industrias nacionales en los mercados domésticos. Para estos últimos la voracidad consumidora china de su soya, su carne o su jugo de naranja, debe ponerse en balanza con la contracción de su aparato industrial como resultado de la competencia con las manufacturas de menores costos provenientes de China.

¿En cuáles países en América Latina, China ha demostrado un mayor interés en los sectores de energía y minería y en cuáles ha demostrado un interés manufacturero?

Como punto de partida hay que decir que China está básicamente interesada en los recursos naturales de América Latina y sólo muy excepcionalmente en manufacturas. Brasil es el único país de América del Sur que exporta algunas manufacturas a China, aunque aún así como porcentaje total de sus exportaciones a ese país el monto es pequeño. En 2010 el 83,7% de las exportaciones totales de Brasil a China estuvieron constituidas por recursos naturales y el resto representado por manufacturas. No es mucho pero si una diferencia sustancial si se lo compara con Argentina que, del total de sus exportaciones a China ese mismo año, evidenció un 95,8% constituido por commodities y el resto en manufacturas. Para el resto de América del Sur la situación es aún peor.

A la inversa China importa masivamente recursos naturales de nuestra región. Ello deriva de una realidad simple: de la misma manera en que China es un gigante en el consumo de commodities, América Latina, y en este sentido hay que referirse fundamentalmente a América del Sur, es un gigante en la producción de los mismos.  Nuestra región representa el 42% del potencial de crecimiento global en agricultura y el 40% de las exportaciones mundiales en este sector. Algo similar ocurre en exportaciones de carne, con Brasil ocupando la primera posición mundial en exportaciones de pollo y carne de res. Venezuela detenta las mayores reservas planetarias de petróleo con 296,5 millardos de barriles en reservas probadas. Brasil es el mayor exportador mundial de etanol. En cobre Chile constituye el mayor productor mundial y Perú el tercero. Este último país es el mayor productor mundial de plata y el segundo de zinc, mientras Brasil es el tercer productor internacional de hierro, magnesio y aluminio. Y así sucesivamente. Así las cosas, China ve en nosotros una fuente inagotable de recursos primarios que le resultan fundamentales pero no un factor significativo en materia de manufacturas.

¿Es posible que América Latina pueda exportar a China otros productos que no sean materias primas?

Es desde luego la aspiración natural de la región y un elemento central en las negociaciones con China, sobre todo en los casos de Brasil o Argentina que aún detentan sectores industriales significativos. Las presiones formuladas a China en este sentido han sido grandes y, en algunas instancias, exitosas. Tal es el caso de la adquisición en 2011 de 135 aviones Embraer 190 por parte de China. Desde luego la situación no es la misma para Chile o Venezuela que para Brasil. Mientras los primeros dos países son esencialmente exportadores de commodities, Brasil es un productor de alta tecnología en diversos sectores manufactureros con el 7,2% de sus exportaciones cayendo en esta área.

Sin embargo hay que tener claro que América Latina no puede vislumbrar su diversificación o su expansión económicas en el campo de las manufacturas. Aquí encontramos el camino bloqueado tanto por arriba como por abajo. Por arriba apenas Brasil tiene alguna fortaleza en alta tecnología con el resto de la región rezagada o totalmente fuera del cuadro. No olvidemos que, de acuerdo al Reporte en Ciencia de la UNESCO del 2005, los porcentajes globales en investigación y desarrollo tecnológicos son los siguientes: América del Norte (Estados Unidos y Canadá) 37%; Asia 31,5%: Europa 28,8% y América Latina 2,6%.  Con porcentajes como éstos no tenemos nada que buscar. Por abajo no estamos mucho mejor en producción de mano de obra intensiva. Incluso México y América Central encuentran importantes dificultades para competir en este sector en relación al mercado estadounidense, país al que están ligados por acuerdos de Libre Comercio y cercanía geográfica. ¿Qué puede esperarse para los demás cuando ni siquiera para ellos las cosas son fáciles? Las cadenas de producción asiáticas, en la que cada componente de un producto final es elaborado en aquel particular país que pueda ofrecer la mano de obra más barata para el mismo, resultan pura y simplemente imbatibles.

¿Hacia dónde poder mirar entonces si la exportación de manufacturas no está en los astros? El área de los servicios resulta una opción a la que hay que prestar atención en este sentido. En el pasado éste era un sector encapsulado en los espacios domésticos con limitada capacidad para proyectarse a los mercados internacionales de exportación. Hoy los avances en las tecnologías de la información y las telecomunicaciones transforman a los servicios en la nueva gran frontera exportadora. Los mismos se integran a cabalidad dentro de las llamadas cadenas globales de valor en la que manufacturas y servicios se imbrican dentro de procesos de producción planetarios. La tendencia es hacia la desmaterialización de las corporaciones multinacionales con cada actividad productiva buscando la mayor calidad posible a los mejores precios disponibles. América Latina puede jugar un importante papel aquí, pero en servicios no en manufacturas.

Es allí donde China y América Latina pueden conjugar importantes asociaciones productivas y donde nuestra región puede vislumbrar significativas exportaciones a China. 

¿Usted cree que con el aumento de las relaciones comerciales entre China y América Latina pueda crear tensión bis a bis con EEUU y la Unión Europea?

Con la Unión Europea mucho menos, pero sí con Estados Unidos que tradicionalmente ha visto a nuestra región como fuente de aprovisionamiento de recursos naturales y como mercado seguro para sus exportaciones. La posibilidad de verse desplazado en ambos campos por un factor exógeno al hemisferio es algo que causa preocupación en los círculos gubernamentales de Washington. Tal como señalaba un analista estadounidense, China parece haber brincado la cerca que resguardaba el patio trasero de su país. Esto, sin embargo, no es algo que deba preocuparnos a los latinoamericanos. El que el predominio de Estados Unidos en la región esté siendo puesto a prueba por China es algo que entra en consonancia con nuestro deseo de sacudirnos de la dependencia que durante tanto tiempo mantuvimos con respecto a Washington. En tal sentido hay mucho que agradecer a China por introducir un poderoso elemento de contrabalanza que estaba haciendo falta. Por lo demás no hay que olvidar que Estados Unidos está haciendo otro tanto en relación a China, en Asia del Este, a través de la llamada Área de Prosperidad y Seguridad Asia-Pacífico para el Siglo 21. Allá los grandes entre ellos, a nosotros sólo nos cabe beneficiarnos de las posibilidades que esta nueva realidad ofrece.