La autonomía regional étnica (la traducción más exacta es “la autonomía de regiones de pueblos diversos” según la explicación de la Ley Autónoma sobre las regiones étnicas) es un sistema político básico de la China contemporánea para resolver los problemas de los pueblos nativos. ¿Cuáles son las diferencias entre esta autonomía china y la autonomía de nacionalidad en Europa? ¿Cuáles son sus características innovadoras? ¿Por qué se dice que se alinea con la historia y la realidad de las relaciones entre los diversos pueblos chinos y de la formación de la nación china? El presente artículo explicará las cuestiones anteriormente planteadas.
Fondo histórico de la autonomía de nacionalidad en Europa
El surgimiento de la autonomía de nacionalidad en Europa está estrechamente ligada a las condiciones históricas específicas, que es consecuencia del juego entre la reivindicación de la independencia nacional y el dominio imperial.
A finales de la Ilustración, para evitar conflictos entre los diversos pueblos, se propuso la idea de dividir el “Estado-nación” en base del “pueblo”, formado históricamente de homogeneidad lingüística y cultural. La doctrina de “un pueblo, una nación y un Estado” fue considerada por algunos europeos como una teoría clásica del nacionalismo.
En Europa, desde el Imperio Romano, se utilizaba el término “pueblo” para definir los diferentes grupos lingüísticos y culturales. En el siglo X aproximadamente, el término “nación” (nation), “cuyo sentido original era muy débil”, surgió en las zonas de habla latina para denominar las personas provenidas o nacidas en la misma región o país. A partir del siglo XII, esta palabra evolucionó gradualmente hasta tener un significado más claro hacia la identidad colectiva y, hacia el siglo XV, se convirtió en un concepto de comunidad política asociado a estados independientes y especialmente a reinos monárquicos, de modo que desde el siglo XVIII se fue desarrollando gradualmente en los círculos intelectuales europeos el nacionalismo mencionado.
Sin embargo, esta doctrina se enfrentó con algunas dificultades prácticas. El establecimiento de algunos estados e imperios europeos estuvo generalmente dominado por las clases dirigentes de algunos pueblos poderosos, mientras que los relativamente más débiles se encontraban en una posición subordinada. En tales circunstancias, la lucha por la autonomía interna se convirtió en la opción alternativa para las clases dirigentes de estos pueblos subordinados.
A partir del siglo XIX, las ideas y movimientos políticos nacionalistas se extendieron de Europa Occidental a Europa Central y Oriental, lo cual empujó a los países encabezados por Hungría a lanzar tres guerras sucesivas de independencia (en 1848, 1859 y 1866), impulsados por el deseo de liberarse del dominio de los Habsburgo austríacos.
Entonces, ¿cómo se resuelve la contradicción entre el dominio imperial y la independencia nacional? Dada la teoría clásica nacionalista que postula que la nación se desarrolla a partir del pueblo y se presenta como un estado independiente, en la década de 1860 la intelectualidad europea empezó a utilizar el término “nacionalidad” para referirse a los pueblos que no habían establecido estados independientes. El Imperio Austrohúngaro fue el primero en utilizar oficialmente este concepto.
En febrero del año 1867, el Reino de Hungría y la Casa de Habsburgo firmaron un compromiso (Ausgleich) de formar el Imperio Austrohúngaro. Según el compromiso, el emperador austríaco asumió también el título de rey de Hungría, pero Austria y Hungría no estaban subordinadas la una a la otra y cada una mantenía el poder sobre sus respectivos pueblos, y una docena de otras pequeñas nacionalidades del imperio siguieron este ejemplo, lo cual marcó el origen de la “autonomía de nacionalidad” en Europa. De la práctica del Imperio Austrohúngaro se desprende que, la asignación de cierto poder político a las clases gobernantes de diversas nacionalidades se llevaba a cabo a cambio de su aceptación del orden imperial. Esto constituía el trasfondo y la esencia política de la autonomía de nacionalidad.
Sin embargo, algunos grupos dirigentes o fuerzas dominantes de ciertas nacionalidades no estaban satisfechos con el título y el estatus de “nacionalidad”, y siempre trataban de movilizar a su propio pueblo para establecer estados soberanos independientes en nombre de la nación, o al revés, para convertirse en una nación estableciendo un estado independiente. Así surgió el problema del separatismo nacionalista en Europa. Por lo tanto, como uno de los casos típicos, a la Primera Guerra Mundial siguió un resurgimiento de los movimientos independentistas nacionales en el Imperio Austrohúngaro, que condujeron al colapso del imperio.
Como compromiso político, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, las metrópolis europeas también recurrieron a la “autonomía” para aliviar los conflictos entre éstas y sus colonias. Países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda experimentaron un período de autonomía antes de la independencia.
Precisamente por una cierta orientación contra el imperialismo y el colonialismo en un momento histórico determinado, la “autonomía de nacionalidad” fue dotada de un significado positivo en la cultura política europea, y sus defensores posteriores la justificaron como “derechos políticos de nacionalidades” basándose en buenas intenciones.
Durante este período, el Partido Socialista Demócrata Austriaco a finales del siglo XIX y los revolucionarios socialistas rusos a principios del siglo XX, desempeñaron los papeles más importantes al respecto, pero ambos realizaron transformaciones teóricas de la autonomía de nacionalidad. El primero intentó sustituir la “autonomía política nacional territorial” por la “autonomía cultural nacional asociativa”, con el objetivo de transformar el Imperio Austrohúngaro en una “confederación multinacional democrática”. Y los revolucionarios rusos, por su parte, propusieron la “autodeterminación nacional”, con la cual, por un lado, promovían a las nacionalidades a levantarse para derrocar el imperio zarista y, por otro, para establecer la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
La autonomía de reinos nacionales dentro del Imperio Austrohúngaro, la autonomía de los pueblos coloniales tras el declive de las metrópolis coloniales europeas, y las prácticas para resolver los problemas nacionalistas en la Unión Soviética y en la República Federal Socialista de Yugoslavia, se basaban en las “nacionalidades históricas” definidas geográficamente y propugnaban el autogobierno de cada nacionalidad. Tales estilos y conceptos de gobernanza surgieron en condiciones temporales y específicas. A menudo demostraban una tendencia a mantener oposiciones absolutistas hacia la identidad, la diferencia y los intereses de cada nacionalidad o pueblo, lo que provocó una sucesión de guerras y conflictos nacionalistas en Europa.
Estas lecciones históricas han obligado a muchos países de hoy a ser pragmáticos e intentar liberarse de las limitaciones del discurso de la “autonomía de nacionalidad”. Se puede observar que los países del mundo actual adoptan distintos enfoques para resolver los problemas étnicos o de diversos pueblos, pero generalmente evitan la forma de “autonomía de nacionalidad” en base de la delimitación territorial. Lo mismo ocurre con la “autonomía regional étnica” creada por China, que difiere de la “autonomía de nacionalidad” no sólo en el nombre sino también en la esencia.
La esencia de la autonomía regional étnica de China
La esencia de la “autonomía regional étnica” de China es completamente distinta de la “autonomía de nacionalidad” en Europa.
La primera distinción radica en la definición del sujeto o el ente que practica la “autonomía”. En lugar de dividir las entidades autónomas por nacionalidad, la autonomía regional étnica de China se basa en una combinación de la distribución étnica y circunstancia humanista con factores de geografía natural y económica. Con el motivo de favorecer la unidad de la nación china y la prosperidad y el desarrollo compartidos por todos los pueblos, se establecen regiones autónomas, prefecturas autónomas y distritos autónomos que representan diferentes niveles administrativos, incluyendo en total cinco regiones autónomas, 30 prefecturas autónomas y 120 distritos (llamados qi en Mogolia Interior) autónomos, denominados todos ellos “zonas autónomas étnicas”, cuya compresión correcta sería “zonas autónomas de pueblos diversos”.
Todas estas zonas están habitadas por numerosos pueblos, incluso en un pequeño distrito autónomo pueden habitar hasta 20 e incluso 30 pueblos diferentes. Además, en dichas zonas, el pueblo Han representa una cierta proporción en la población, y en muchos lugares constituye incluso la mayoría. Así pues, el sujeto autónomo o el ente que ejerce el “poder autónomo” en estas zonas es naturalmente la comunidad social compuesta por todos los pueblos locales, en lugar de ser un solo pueblo determinado.
Cabe señalar que, en China, en la mayoría de las zonas autónomas se incorporan los nombres de uno o más pueblos minoritarios en sus títulos regionales y designaciones administrativas, como en el caso de la Región Autónoma Zhuang (pueblo) de Guangxi (denominación geográfica) y la Prefectura Autónoma Dehong (denominación geográfica) Dai y Jingpo (pueblos) de la provincia de Yunnan. Esto refleja el énfasis del país en proteger los derechos e intereses de los pueblos minoritarios locales, pero no significa que estas “zonas autónomas” pertenezcan exclusivamente a ciertos pueblos minoritarios.
En 2008, el Dalái Lama, imitando la “autonomía de los reinos nacionales” del Imperio Austrohúngaro, propuso la creación de un llamado “Gran Tíbet”, con el pretexto de una “auténtica autonomía étnica” y de que “los tibetanos gobiernen el Tíbet”. También propuso establecer una llamada “Asamblea de Representantes Tibetanos” y abogó por la “gestión completa” de todos los asuntos del llamado “Gran Tíbet” por el gobierno en el exilio del Dalái Lama, afirmando que esto “coincide plenamente con el espíritu de la autonomía regional étnica”. Es una típica distorsión deliberada de la “autonomía regional étnica” como la “autonomía de nacionalidad”. Todas estas propuestas son irreales e irracionales, que no son aceptables para todos los pueblos chinos inclusive la mayoría absoluta de los tibetanos.
La segunda distinción radica en la definición de la “autonomía”. En Europa, la “autonomía de nacionalidad” es una “división del poder político” de compromiso, alcanzada entre las dinastías imperiales y los gobernantes de las diversas nacionalidades, empaquetada con los “derechos políticos de nacionalidades”. Sin embargo, en la práctica china de la autonomía regional étnica, la “autonomía” no se refiere al poder de un determinado grupo gobernante ni a los derechos políticos de un pueblo concreto, sino a las “funciones y poderes” de las autoridades públicas de las zonas autónomas.
La Ley de Autonomía Regional Étnica de la República Popular China establece que los órganos de gobierno de las zonas autónomas “ejercerán los poderes y funciones de los órganos locales del estado de acuerdo con las estipulaciones en la sección 5 del capítulo III de la Constitución y, al mismo tiempo, ejercerán el poder de autonomía de conformidad con la Constitución, la presente Ley y otras disposiciones legales”. En este contexto, la “autonomía” se refiere a las “funciones y poderes” otorgados a los órganos políticos de estas zonas autónomas, a saber, las Asambleas Populares y los gobiernos populares de estas zonas. Ambos órganos son autoridades competentes que representan y sirven a los diversos pueblos, y no tienen nada que ver con el “parlamento” o “gobierno” nacionalista bajo la idea de autonomía de nacionalidad.
La tercera diferencia reside en el sistema político que garantiza la administración de las zonas autónomas. En los países occidentales que practican la democracia liberal, la creación de “partidos nacionalistas” es un fenómeno general. Esto da lugar inevitablemente a dos situaciones. Primero, los partidos nacionalistas de menor población tienen poca influencia en la vida política nacional y local, como en el caso de los partidos o alianzas indígenas en algunos países latinoamericanos. En estas situaciones, si no se satisfacen los intereses de las minorías, se generarán inevitablemente conflictos, como ocurrió el uno de enero de 1994 con el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas, México. Segundo, en las regiones desarrolladas, los partidos nacionalistas con mayor población, tras obtener el poder local de gobernar mediante elecciones, a menudo siguen exigiendo la ampliación del alcance de su autonomía y autoridad local. Esto también puede conducir a la intensificación de conflictos, incluido el lanzamiento de “referendos de independencia” en nombre de la “democracia”, como se observó en Quebec en Canadá, Escocia en Reino Unido y Cataluña en España.
China practica la democracia popular socialista y ha establecido un sistema amplio de instituciones políticas nacionales, incluidos el sistema de asambleas populares y el de cooperación multipartidista y consulta política. La gestión de las zonas autónomas de China funciona bajo este sistema político nacional. Este sistema, por una parte, puede garantizar eficazmente la unidad nacional y la aplicación efectiva de las políticas estatales en las zonas autónomas. Por otra parte, puede reflejar y resolver oportunamente los intereses y aspiraciones legítimos de los diversos pueblos, y contrarrestar la influencia de las fuerzas del nacionalismo extremo y el separatismo étnico.
La cuarta diferencia de la autonomía regional étnica en China es su nueva concepción de los derechos políticos de los pueblos minoritarios. En los estudios sobre la gobernanza de los problemas de pueblos o nacionalidades minoritarias, quienes sostienen la teoría de la “autonomía de nacionalidad” invariablemente citan los “derechos políticos” de estas comunidades como una de sus razones. Algunos llegan incluso a considerar la “autonomía” basada en división de nacionalidades como manifestación de la “igualdad política”.
Cabe preguntar: ¿Es factible la autonomía basada en la división de nacionalidades bajo la realidad de la construcción unificada del estado moderno? ¿Los derechos políticos de las nacionalidades minoritarias son sinónimo de la “autonomía”? ¿La “autonomía” puede resolver radicalmente los problemas de las nacionalidades?
Cuando el EZLN de México negociaba con el gobierno, proponiendo la autonomía indígena, aunque se aceptó la propuesta, ambas partes no pudieron presentar un plan práctico y viable de autonomía. Por eso, el EZLN estableció meramente algunas organizaciones sociales voluntarias conocidas como “caracoles” entre los pueblos y comunidades indígenas. Encerrar a los indígenas en varias reservas en los EE.UU. puede ser considerado por algunos como una forma de “autonomía de nacionalidad”. Sin embargo, estas reservas son producto de la historia colonial y no pueden ser interpretadas como una forma ideal de salvaguardar los derechos políticos de las minorías, ni mucho menos de promover la igualdad.
Así que, en la cuestión de los derechos políticos de los pueblos minoritarios, es necesario superar diversas limitaciones conceptuales de la doctrina de la “autonomía de nacionalidad”. Mientras que, el sistema chino de autonomía regional étnica y sus prácticas representan sin duda un gran avance.
En contraste con la idea de la “autonomía de nacionalidad” que aboga por la delimitación territorial, la autonomía regional étnica en China es una práctica en la que todos los pueblos, por sus propios intereses y bienestar y por los comunes, gestionan conjuntamente los asuntos nacionales y locales. Esta práctica encarna un nuevo concepto de gobernanza de los asuntos étnicos o los problemas de los pueblos minoritarios, así como una nueva visión de los derechos políticos de los pueblos minoritarios, que trasciende las limitaciones de la “autonomía”.
El hecho de que los países modernos garantizan la libre movilidad y la igualdad de derechos políticos para todos sus ciudadanos debe ser respetado en la gobernanza de las cuestiones de los pueblos minoritarios. En este contexto, es teóricamente insostenible y prácticamente inviable tratar a los diferentes pueblos como entes cerrados y equiparar la “autonomía” simplemente con su derecho político.
Por qué se practica en China la autonomía regional étnica en vez de la autonomía de nacionalidad
El hecho de que se practica en China la autonomía regional étnica en vez de la autonomía de nacionalidad es determinado ante todo por la idea china de “minzu” (pueblo) y la relación estrecha entre los diversos minzu. En Europa, aparte del término “pueblo”, se usan “nación” y “nacionalidad”, “etnia” y “grupo étnico” para denominar las diferentes comunidades humanas, mientras que en la cultura tradicional china solo usaban dos palabras “min”(民)y “zu”(族)para denominar las comunidades nacionales chinas. Estas dos palabras son en muchas ocasiones sinónimas cuyo significado es más o menos igual que la implicación del “pueblo”.
Y en el siglo XIX, en el idioma japonés, se integra “民” (min) y “族” (zu) en una palabra “民族” (minzu) para traducir el concepto “nación”. En el año 1902, copiando el uso de “民族” (minzu) en el japonés, el señor Liang Qichao creó el concepto de “中华民族” (nación china) para denominar a todos los chinos. Posteriormente, con la introducción de otros términos occidentales sobre las comunidades humanistas, el sentido de la palabra “民族” se amplió. Primeramente, en la década de 1920, se usaba esta palabra para traducir simultáneamente los términos “nacionalidad” y “etnia”. En la década de 1970, el término “grupo étnico” fue comprendido e interpretado en chino también como “民族”. Por eso, la implicación de la palabra “民族” es bastante amplia e indefinida, y se puede utilizar para referirse a las cinco comunidades humanistas anteriormente mencionadas en la cultura occidental. En virtud de lo dicho, cuando hablamos de “民族” y traducimos esta palabra a los idiomas europeos, debemos prestar mucha atención al contexto referido y al objeto denominado.
Aquí es oportuno señalar que en la cultura tradicional china, “民” y “族” (pueblo) es un concepto basado principalmente en la ubicación geográfica y el estado de desarrollo social y económico, con poca y débil implicación política. En esta atmósfera cultural, se formó durante el Período de Guerras (475–221 a.C.) la idea de “los cinco pueblos cardinales” —los Yi en el este, los Di en el norte, los Rong en el oeste, los Man en el sur, y los Huaxia en el centro. La diferencia entre ellos radicaba en que, el último era más desarrollado y avanzado, y los otros cuatro eran relativamente subdesarrollados y atrasados. Sin embargo, los chinos antiguos consideraban al mismo tiempo que todos estos pueblos podrían fusionarse formando una familia. Por ejemplo, la formación del más grande pueblo Han se debe a la mezcla y asimilación de entre estos pueblos, y el concepto de Tianxia, la visión del mundo en la cultura tradicional china, también se basa en el reconocimiento de que son de la misma familia “los cinco pueblos cardinales”.
De esta visión sobre “minzu” (pueblo), resulta que en la cultura socialpolítica china, nunca asocian un pueblo con un territorio determinado, ni aceptan la oposición de intereses entre diversos pueblos. Sí existieron conquistas y expediciones mutuas entre diversos pueblos en la larga historia china, no obstante, todas estas guerras tenían el mismo objetivo de luchar por el poder dominante en la causa de unificar la China Central en vez de dividirla. Así, se formó en China una cultura e idea política de que “todos los pueblos comparten China”. Esto nos sirve no solamente para comprender la integración de los diversos pueblos en una nación china y su oposición común al separatismo, y al mismo tiempo nos sirve para entender por qué China no imita la autonomía de nacionalidad sino inventa el sistema de la autonomía regional étnica, bajo el cual todos los pueblos son dueños estatales y locales, gobernando juntos los asuntos públicos.
Este modo de co-gobernación y su filosofía tiene su raíz política histórica. Es sabido por todo el mundo que, con el establecimiento de la dinastía Qin en el año 221 a.C., el principio de “escritura uniforme, transporte normativo, adhesión coherente a las normas morales y medición estandarizada” ha sido la inquebrantable política oficial de las sucesivas dinastías centrales durante más de 2000 años. Por lo tanto, el concepto de Gran Unificación estaba profundamente arraigado en la mentalidad de la población china y constituye la corriente principal de la historia china. A pesar de las vueltas y revueltas que existían en la historia política china, las causas fundamentales de los problemas no residían en el conflicto entre los diferentes pueblos. Por eso, la historia de China no desembocó en antagonismos ni la desunión entre las masas de los diversos pueblos, sino que las impulsó a darse cuenta de la necesidad de avanzar hacia la integración y la unificación para aliviar el dolor de la fragmentación.
La tendencia general hacia la unificación china ha venido fortaleciendo continuamente los estrechos lazos entre los diversos pueblos en términos políticos, económicos, sociales y culturales. Los obstáculos naturales como altas montañas y vastos desiertos no pueden separarlos, ni tampoco una obra artificial como la Gran Muralla. Así, se formó una situación en la que “ningún pueblo puede separarse del otro”.
Precisamente por esta situación, cuando se enfrentaron a la invasión extranjera en la primera mitad del siglo XX, todos los pueblos chinos se unieron rápidamente para la “salvación nacional”. La Marcha de los Voluntarios (himno nacional) canta que “la nación china ha llegado al momento más peligroso”, y esta letra de canción resonó con el tremendo poder para defender el país. Así que, “la nación china” se convirtió en la identidad compartida más sagrada y confirmada en los corazones de todos los pueblos chinos y, cada uno había robustecido su conciencia de ser una parte orgánica e indivisible de la nación china. Esta conciencia constituye el fundamento de identidad ideológica para practicar la autonomía regional étnica en China.
En conclusión, el hecho de que se practica en China el sistema de la “autonomía regional étnica”, caracterizado por la co-gobernación de pueblos unidos en vez de la auto-gobernación radicada en nacionalidades separadas, corresponde con las relaciones estrechas entre los diversos pueblos chinos y la tradición cultural de gran unificación política formadas en la historia china, y responde al mismo tiempo a la demanda actual de reunir e integrar a todos los pueblos para construir con unanimidad la moderna nación-estado china.
Autor y revisor: Zhu Lun, profesor distinguido de la Universidad Normal de Jiangsu, investigador del Instituto de Etnología y Antropología de la Academia China de las Ciencias Sociales.
Redactoras: Liu Xian, del texto chino, y Qiu Tingting, del español, doctora y profesora de la Facultad del Idioma Español de la Universidad Normal de Jiangsu.
Procedencia del artículo: DeepChina