Los tibetanos no quieren ser parte de un museo

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La constante exageración de la "teoría del genocidio cultural" está relacionada de hecho con las intenciones de algunos políticos tibetanos en el exilio, que intentan de nuevo ganar influencia en nombre de la antiasimilación. La cultura tibetana ha sobrevivido a las masivas agitaciones sociales del pasado milenio. Su vigor no debería subestimarse.


(SPANISH.CHINA.ORG.CN) – Un proyecto turístico de gran escala con una inversión de 30 mil millones de yuanes (4.710 millones de dólares) está poniéndose en marcha en Lhasa, capital de la región autónoma del Tíbet. El proyecto busca impulsar la industria turística en el Tíbet, tras la asignación de más de 400 millones de yuanes en fondos para un proyecto turístico en la prefectura suroriental de Nyingchi.

Como era de esperar, esta decisión ha sido vinculada por algunos medios extranjeros con las intenciones políticas del gobierno chino, como esgrimir herramientas económicas para distraer la atención local de la política y asimilar la cultura tibetana.

Estas críticas, que se hacen casi de forma instintiva, hacen dudar de si los comentaristas han visitado el Tíbet en persona. De otra forma, ¿por qué continúan dando voz a una perspectiva tópica sin tener en cuenta los cambios que han tenido lugar en la realidad?

Ingo Nemwig, sinólogo alemán y etnólogo que llevó a cabo estudios de campo en el Tíbet, vio por qué es redículo afirmar que los tibetanos están siendo asimilados por los inmigrantes Han. Basta con echar un vistazo a la estructura de la población local.

En una prefectura que Nemwig visitó en 2002, una veintena de Han vivían entre 50.000 tibetanos. De hecho, los tibetanos siguen siendo la abrumadora mayoría en la región autónoma. Las más recientes estadísticas oficiales muestran que los tibetanos componen el 90,48 por ciento de la población local, mientras que los Han sólo suponen el 8,17 por ciento.

Tal y como Nemwig apuntaba, la constante exageración de la “teoría del genocidio cultural” está relacionada de hecho con las intenciones de algunos políticos tibetanos en el exilio, que intentan de nuevo ganar influencia en nombre de la antiasimilación.

Cualquiera que haya estado en el Tíbet se maravillará por el sólido y bien establecido sistema de la cultura tibetana, que impregna cada detalle de la vida, la dieta, medicina, idioma, entretenimiento, etc. Es también por esto que la cultura tibetana ha sobrevivido a las masivas agitaciones sociales del pasado milenio. Su vigor no debería subestimarse.

Durante las últimas décadas, la ruptura del aislamiento económico y el estancamiento ha servido como un prequisito básico para el crecimiento cultural. Los tibetanos del común no quieren vivir en un museo apartado para ser expuestos a los visitantes extranjeros que puedan apreciar qué bien “preservada” está su cultura.

Si la cultura Han es una forma de invasión, ¿qué hay que decir, pues, de la cultura estadounidense en China, desde Disney a las hamburguesas? ¿Se trata también de una forma de genocidio cultural?

Como todo grupo étnico, los tibetanos están interactuando con otras economías para infundir un nuevo vigor a su propia comunidad. El crecimiento económico y la prosperidad cultural no están en oposición.

Les guste o no a los observadores extranjeros, las jóvenes generaciones de tibetanos ya están haciendo cambios en sus tradiciones. Hablan tibetano y también buscan páginas web en mandarín e inglés. Participan en ceremonias religiosas familiares y salen a clubes por las noches.

Beben té con manteca y Coca Cola. Visten los trajes tradicionales tibetanos durante las festividades tradicionales tibetanas y salen a celebrar otras como el día de San Valentín y Navidad.

Es un proceso muy complejo de interacción cultural y una forma inevitable de renovar las propias tradiciones y permanecer sincronizados con el mundo. Es cada vez menos posible construir un bastión para “proteger” la cultura tibetana del impacto exterior.

La industria del turismo en el Tíbet ha sido testigo de un rápido crecimiento en los últimos años. En 2011, el Tíbet recibió más de 8,5 millones de visitantes. El más reciente proyecto turístico de envergadura impulsará más aún la economía local y proporcionará más oportunidades para la interacción directa entre locales y visitantes.

Sólo cuando más gente llegue y contacte con los locales por sí mismos, podrán comenzar a reflexionar en sus propios estereotipos y aceptar el hecho de que la sociedad tibetana, con la cultura tibetana como una faceta, también está evolucionando por la vía común que han experimentado ya muchas culturas. (Por Chen Chenchen – Global Times)