Pueblo en Línea,27/09/2011
--El 14 º Dalai Lama dijo el sábado que decidirá si reencarna cuando esté "cerca de los 90" y que China no tendrá participación alguna en el asunto, según un despacho de la agencia de Xinhua publicado el 26 de septiembre en Beijing.
Si reencarna, dejará instrucciones claras por escrito sobre el proceso, dijo el Dalai Lama en un comunicado, tras una reunión con los líderes de las cuatro sectas tibetanas.
«Aparte de la reencarnación reconocida a través de tales métodos legítimos, no se otorgará reconocimiento o aceptación a un candidato elegido con fines políticos por cualquier persona, incluidos los de la República Popular de China», dijo.
El Dalai Lama ha planteado la cuestión de su reencarnación en muchas ocasiones en los últimos dos años.
En cada ocasión, insistió en orientar la elección de su sucesor, pero la forma de sus afirmaciones ha estado sujeta a transformaciones.
De acuerdo con el Dalai Lama, su reencarnación podría ser elegida cuando él todavía esté vivo, o bien interrumpirse por completo. Su reencarnación podría ser designada o elegida en un cónclave de estilo papal, y podría ser una niña, dentro o incluso fuera de China.
La cuestión se ha planteado casi todos los meses desde que el Dalai Lama delegó su liderazgo político en Lobsang Sangay, el nuevo primer ministro del «gobierno en el exilio» en abril.
En la última ocasión, el sábado, dijo que consultará a los estudiosos budistas – dentro de 14 años – para evaluar si resulta válida la continuación del Dalai Lama como institución.
La reencarnación de budas vivientes siempre ha seguido estrictas convenciones históricas y rituales religiosos, y todos los Dalai Lamas han sido aprobados por el régimen central de China desde 1653.
Ahora, el 14 º Dalai Lama, dispuesto a transmitir sus intentos de «independencia del Tíbet», está presto a desafiar estos rituales.
Obviamente, está enfrentando el mayor desafío: si realmente está dispuesto a retirarse de la política, con mayor probabilidad en la oscuridad en Dharamsala, la ciudad del norte de la India donde tiene su sede el «gobierno en el exilio».
El Premio Nobel de la Paz y autor de varios libros publicados, en los cuales predica la «independencia del Tíbet» y arremete contra el gobernante Partido Comunista de China, al parecer se niega a retirarse de la política y del centro de atención – aunque un monje de su categoría debería saber lo que realmente importa para un budista.
Durante las décadas trasncurridas desde que huyó de China en 1959, el Dalai Lama ha disfrutado de su papel de monje político, viajando por todo el mundo, recogiendo sus premios y vendiendo su campaña proindependencia.
Al igual que una estrella venida a menos teme la pérdida de popularidad, una pérdida personal que no perjudicará a sus compatriotas tibetanos, pero que sin duda anunciará el eventual fracaso de su intento separatista, una «causa» a la que ha dedicado la mayor parte de su vida.
Como resultado, se ha mantenido fiel a su campaña política, incluso después de que dejara el poder político como jefe del gobierno tibetano en el exilio.
El Dalai Lama sabe exactamente el porqué de su importancia en la arena política internacional y no le importa ser utilizado, de vez en cuando, como instrumento de algunos occidentales, con motivos aviesos para presionar a China. En la búsqueda de fama y poder, se ha desviado de los mandamientos del budismo y utiliza la religión como un subterfugio para su motivación política personal.
El Dalai Lama, a los 76 años, debería aplicarse en serio a las enseñanzas de Sakyamuni, el fundador del budismo, y buscar el dharma que le libre de la rotación de la vida y la muerte, en lugar de preocuparse por su reencarnación.