Por qué los líderes occidentales deben abstenerse de recibir al Dalai Lama

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BEIJING, 16 may (Xinhua) -- Tanto en China como en Reino Unido, muchos consideran que la decisión del primer ministro británico David Cameron de reunirse con el Dalai Lama a pesar de la firme oposición china afecta de manera muy negativa a las relaciones sino-británicas.


BEIJING, 16 may (Xinhua) — Tanto en China como en Reino Unido, muchos consideran que la decisión del primer ministro británico David Cameron de reunirse con el Dalai Lama a pesar de la firme oposición china afecta de manera muy negativa a las relaciones sino-británicas.


La decisión de Cameron no sólo reabre una vieja herida que se había cerrado hasta cierto punto durante los últimos años, cuando los dos países se esforzaron por saldar sus diferencias políticas y levantar una asociación constructiva para enfrentar la crisis financiera global.



También revierte el buen momento que disfrutaban las relaciones bilaterales, promovidas con esmero durante los últimos dos años por los intercambios amistosos de alto nivel entre los líderes de ambos países.



China ha dejado claro desde hace tiempo que ningún Gobierno de otro país debe recibir al Dalai Lama, una persona que se ha implicado durante décadas en las actividades separatistas del Tíbet.



Cualquier reunión de carácter privado u oficial será interpretada como un apoyo al secesionismo contra China y como un injerencia flagrante en los asuntos internos de este país que llevará ineludiblemente al estancamiento de las relaciones bilaterales.



Los cálculos de los líderes occidentales que establan buenas relaciones con el Dalai Lama son bastante simples.



Por una parte, desean construir unos vínculos positivos con China, un mercado de exportación prometedor y un socio que goza cada día de mayor confianza en la arena internacional. Sin embargo, a menudo les da por pensar que recibir al Dalai Lama puede demostrar su nitidez moral y hacerles ganar puntos fácilmente ante la opinión pública local.



Estos cálculos políticos son fatalmente erróneos porque el Dalai Lama no es quien aparenta ser.



Además, también llevan a equívoco porque los líderes occidentales no pueden seguir dos enfoques que se contradicen. Deben elegir entre una buena relación con China o provocaciones innecesarias como reunirse con el Dalai Lama.



El primer ministro británico, por tanto, debería tener en cuenta que China no permanecerá impasible mientras sus intereses fundamentales son soliviantados.



China no aceptará ninguna explicación que excuse una reunión como ésta, que no debería haber ocurrido bajo ninguna circunstancia, aunque el Gobierno británico la califique de «privada».



Por otra parte, no se puede augurar un futuro próspero cuando un país trabaja con China para buscar beneficios económicos y comerciales, y al mismo tiempo cruza la línea de vez en cuando con asuntos que conciernen a los intereses fundamentales de China, como el conflicto del Tíbet.



China siempre ha tenido una actitud honesta a la hora de cooperar con Reino Unido y otras naciones occidentales, especialmente en estos preocupantes momentos de crisis de deuda en la eurozona y lenta recuperación tras la crisis financiera global.



Asimismo, el presidente Hu Jintao, el primer ministro Wen Jiabao y otros destacados dirigentes chinos han expresado en múltiples ocasiones su confianza en la economía de la eurozona y han prometido ayuda para reanimar su difícil recuperación.



Cameron tiene que saber que hacer oídos sordos a las protestas de China volverá a encender la llama de la discordia al final, ensombreciendo el desarrollo de las relaciones bilaterales y la cooperación, un factor que es incluso más importante para su futuro político.




El daño en las relaciones sino-británicas ya está hecho, y la clave para recuperar el ritmo normal de desarrollo está ahora en Cameron y su Gobierno. Es recomendable que se tomen acciones pronto para que las repercusiones negativas de este hecho puedan eliminarse de raíz.