Dieciocho sospechos de perpetrar el mes pasado un ataque terrorista en el distrito de Shache, en la región autónoma ugyur de Xinjiang, se entregaron a la policía luego de que se emprendió una campaña para invitar al público a denunciarlos, informó hoy el gobierno regional.
Dieciocho sospechos de perpetrar el mes pasado un ataque terrorista en el distrito de Shache, en la región autónoma ugyur de Xinjiang, se entregaron a la policía luego de que se emprendió una campaña para invitar al público a denunciarlos, informó hoy el gobierno regional.
El ataque ocurrido el 28 de julio en el sur de Xinjiang dejó 37 civiles muertos y 13 heridos. Una banda armada con cuchillos y hachas atacó una estación de policía y oficinas del gobierno en la localidad de Elixku. Algunos atacantes se desplazaron a la localidad de Huangdi, atacando civiles y sus vehículos a su paso.
La policía abatió a 59 de los atacantes y arrestó a 215, además de confiscar carteles que decían «guerra sagrada».
Pocos de los sospechosos que se entregaron eran terroristas intransigentes y muchos fueron engañados u obligados a unirse al ataque, dijo Abdulekeyum Abdulkhadir, funcionario de la oficina de seguridad pública de Shache.
Si son encontrados culpables, los sospechosos que se entregaron tendrán una sentencia menor, y se advirtió a los que siguen sueltos que se entreguen lo más pronto posible, agregó el funcionario.
El 1 de agosto, el gobierno de Shache pidió al público su colaboración para descubrir el paradero de los sospechosos.
«En los últimos días, he estado pensando en la gente inocente lesionada o muerta en el ataque. Sus hijos y familiares podrían sufrir el resto de su vida», dijo Yusup Eli, uno de los sospechosos.
En las primeras horas del 28 de julio, Yusup asistía a las oraciones musulmanes cuando un grupo de gente irrumpió en la mezquita y gritó «guerra santa». «Sin detenerme a pensar, corrí a mi casa para tomar un azadón para usarlo como arma y unirme a los disturbios».
«Me di cuenta de que mis acciones eran crímenes serios y finalmente decidí entregarme», confesó Yusup Eli.
«Mi mente estaba en blanco cuando seguí a los otros para atacar a gente inocente que no me había hecho nada», dijo Osman Seyit, quien fue obligado con amenazas a unirse al ataque.
Osman huyó después del incidente y «corrí al desierto y luego me escondió en los campos de maíz. Tenía mucho miedo tras ver a la policía en las calles y luego de escuchar en la televisión que me entregara».
«Mi madre aún no sabe de mis actos malos. Si lo supiera, se le partiría el corazón», añadió Osman.
Osman aconsejó a las otras presonas que «hagan lo correcto y no sigan a los terroristas». F