La última edición del libro blanco de la defensa de Japón advierte de las capacidades crecientes de las fuerzas de misiles chinos, la marina y la aviación, unos atributos que pueden crear problemas muy serios a la defensa de Taiwán. El texto invita a Formosa a prepararse para un conflicto militar inevitable con China, aumentando sensiblemente el gasto militar. El presupuesto de China en este aspecto equivale a más de 15 veces el de Taiwán.
También Taiwán publicó el Informe sobre Capacidad del Ejército de China continental elaborado por el Ministerio de Defensa mostrando por primera vez imágenes de las rutas seguidas por el portaaviones Liaoning y su escuadra de combate durante las recientes maniobras de envolvimiento de Taiwán. El documento destaca que el presidente chino Xi Jinping reveló por primera vez las nuevas capacidades de combate combinadas de sus cuerpos de ejército en la Base de Zhuri, en Mongolia Interior. En la visita de Xi a dicho recinto se mostraron muchos programas de nuevos equipamientos que evidenciarían un aumento del nivel de preparación estratégica de sus fuerzas armadas. Además, durante el discurso del Día de las Fuerzas Armadas, Xi Jinping utilizó un tono duro, dando a entender que China continental está dispuesta a demostrar al mundo que tiene completa capacidad para defender su territorio, en el que incluye a Taiwán.
Por su parte, el vicepresidente del taiwanés Consejo para Asuntos de China continental, Ling Cheng-yi, aseguró en un seminario celebrado en Washington el pasado 13 de julio que los presupuestos para las relaciones exteriores y la defensa aumentarán, aunque Taipéi no tiene intención de seguir el camino de enfrentamiento de la época del ex presidente Chen Shui-bian (2000-2008). A modo de confirmación, en el borrador de presupuestos para 2018, el gasto en defensa de Taiwán es el nº 1 por partidas, representando el 16,71 por ciento del presupuesto total. El aumento con respecto a 2017 asciende a NT$147.000 millones aunque ese incremento se destinará mayormente a personal (que representa el 46 por ciento de todo el gasto del departamento).
Pese a todo, subsisten las dudas: ¿es alta o baja la probabilidad de que China se involucre en un conflicto militar con Taiwán? A priori, la estrategia de Pekín parece discurrir, preferentemente, por otros ámbitos: aislamiento internacional, división de las filas soberanistas, acciones específicas dirigidas a atraer a la juventud, la clase media y las pymes, complementando así la mera connivencia con las elites empresariales taiwanesas que no ha funcionado del todo bien.
La presión militar
El lunes 14 de agosto, dos aviones militares chinos fueron detectados volando cerca del espacio aéreo de Taiwán, por cuarta vez en dicho mes. La reiteración de estos ejercicios parece diseñada para familiarizar a sus fuerzas aéreas (como también navales) con las rutas del Océano Pacífico, proyectando su poder en la zona.
China tiene dos posibles líneas de comunicación a través de dicho océano. Una atraviesa el Estrecho de Miyako entre Taiwán y Japón, y otra pasa a través del Canal Bashi entre Taiwán y Filipinas. Al querer evitar las zonas de defensa de EEUU y Japón, los aviones chinos sobrevuelan aguas internacionales cercanas al espacio aéreo de Taiwán. Aunque estos ejercicios han trascendido ahora, lo cierto es que no constituyen una novedad; de hecho, se vienen llevando a cabo desde 2011 si bien la administración de Ma Ying-jeou (2008-2016) no revelaba este dato.
El Ministerio de Defensa de Taiwán observa de cerca estas acciones de China que amenazan con convertirse en una actividad rutinaria. Taipéi insiste en que no realizará ningún acto de provocación bélica pero tampoco se doblegará ni eludirá las amenazas de Pekín.
Las acciones de China persiguen calibrar la respuesta de EEUU, Japón y otros países al tiempo que presiona al gobierno de Tsai Ing-wen; asimismo, recoger información sobre las capacidades de radar y antiaéreas y otra inteligencia militar. Cabe decir que para los soberanistas taiwaneses, este proceder continental equivale a una modificación del statu quo.
Un ex director del Instituto Nacional Chung-Shan de Ciencia y Tecnología, el vicealmirante taiwanés retirado Kung Chia-cheng, alertó sobre la frecuencia de estos incidentes que indicarían la preparación por parte de Pekín de una “guerra parcial, limitada y no nuclear” en el Estrecho de Taiwán. Según Kung, China está tratando de distraer la atención de EEUU, Japón y Corea del Sur con el problema nuclear de la península coreana mientras se prepara para empezar una guerra en el Estrecho de Taiwán en la que EEUU no podrá intervenir y que Taiwán tiene imposible resistir. El actual punto muerto entre los dos lados del Estrecho conduce a una crisis imprevisible, según su opinión.
En un seminario sobre la seguridad en Asia-Pacífico celebrado a mediados de agosto en Taipéi, la presidenta Tsai, ante, entre otros, el ex vicepresidente Dick Cheney, pidió nuevas ideas para enfrentarse a su situación en la región y la mejora de los lazos con la administración Trump. Taiwán está cada vez más excluida de los pactos que China gestiona con los países de la zona, especialmente con la ASEAN a propósito del Mar de China meridional (Taiwán controla la isla Taiping, la mayor de las Spratly), un punto candente.
Xi aprieta las tuercas
Xi Jinping dijo con motivo del 90 aniversario del Ejército Popular de Liberación (EPL) que nunca permitiría que nadie separara “ningún trozo de territorio chino de China”. Podría referirse a las regiones autónomas de Xinjiang o Tíbet pero en Taiwán también se dieron por aludidos. Xi también señaló en 2013 que el problema de la unificación no podía ser dejado de generación en generación instando un rumbo de solución.
En julio, Dai Bingguo, presidente de la Sociedad Nacional de Estudios de Taiwán, alertaba sobre la estrategia político-económica de la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen que busca alejar a Taiwán de China inclinándose hacia EEUU y Japón mientras mira hacia los países del Sur de Asia. Confiar en las fuerzas extranjeras puede tener consecuencias amargas, advirtió. Dai tiene larga experiencia diplomática en contrariar las expectativas internacionales de Taipéi fruto de la confianza depositada en él por Hu Jintao (2002-2012) para explicar el problema de Taiwán en numerosas cancillerías.
Hay quien ve en el reciente nombramiento del general Li Zuocheng, de 63 años, veterano de la breve y sangrienta guerra de 1979 con Vietnam, como jefe del Departamento Conjunto de Personal de la Comisión Militar Central de China, un paso más en esa dirección. El nombramiento de Li, en el marco de la reforma militar más grande de China en seis décadas propiciada por Xi Jinping, subraya ese deseo del EPL de convertirse en una fuerza capaz de «luchar y ganar guerras».
Peter Enav, ex corresponsal para Associated Press en Taiwán, publicó el pasado julio un artículo en Taiwan Sentinel advirtiendo que las tres condiciones requeridas para considerar un ataque a Taiwán por parte del EPL estaban a punto de cumplirse. Las tres condiciones serían: colapso de la opción pacífica; disponer de un ejército preparado para la invasión; control de las consecuencias internacionales de su acción. Calificado por lo general de alarmista, los críticos recuerdan que EEUU en modo alguno facilitaría el ataque y que a China aun le falta preparación.
¿Sube o baja el compromiso de EEUU con Taiwán? Con Donald Trump no siempre es fácil saberlo. Un día parece dispuesto a todo y al siguiente todo lo dicho se diluye como un azucarillo. A mediados de julio, China protestaba ante EEUU por un borrador de ley de defensa que sugiere el restablecimiento de puertos de escala entre EEUU y Taiwán. Después que el portaaviones Liaoning atravesara la ZIDA (Zona de Identificación de Defensa Aérea) de Taiwán, algunos medios informaron que al mismo tiempo EEUU envió submarinos y buques de superficie al Estrecho de Taiwán.
El 15 de junio, el general Zhu Chenghu, decano de la Universidad de Defensa del EPL, denunciaba que EEUU, en tiempos de Obama, trazó una línea roja sobre el intento compartido de Beijing y Taipéi de establecer un dialogo sobre confianza militar. Aunque el entonces presidente Ma Ying-jeou negó la afirmación de Zhu, según éste, la línea roja eran en realidad cinco: no establecer mecanismos de confianza militar, no unir posiciones en los litigios del Mar de China meridional, no coordinarse contra Japón en la disputa por las Diaoyu/Senkaku, no conversar sobre tecnología militar ni establecer interacciones institucionales entre militares taiwaneses y chinos retirados.
Conclusión
¿Necesita realmente China una guerra para resolver el problema de Taiwán? En su visita a Shanghái a primeros de julio, el alcalde de Taipéi, Ko Wen-je, un independiente apoyado por el soberanista y gobernante PDP, con tasas de popularidad que rondan el 70 por ciento (frente a menos del 30 por ciento de la presidenta Tsai), abogó por superar el estancamiento. Aludiendo a que “ambos lados pertenecen a una misma familia”, tendió puentes con el continente, lo que derivó en severas críticas desde algunos entornos del PDP, acusándole de “asimilado” por la utilización de un lenguaje del gusto de Pekín. El revuelo pasó pero Ko tomó buena nota de él.
Por su parte, el ex alcalde de Tainan y flamante primer ministro William Lai, quizá probable candidato presidencial en 2020, quien afirma apoyar la independencia de la isla, quiere también liderar una tercera vía de “amistad” con China, auspiciando una estrategia “flexible”. Moviéndose sobre el alambre, para Lai, China “no es de temer”…
La presión continental se afana en mover los marcos del soberanismo. Dicho proceso podría intensificarse en la segunda parte del mandato de Tsai Ing-wen, que finaliza en 2020. Los resultados de las elecciones locales del próximo año serán un barómetro a considerar.
En cuanto a la asfixia exterior, cabe recordar que en junio cayó Panamá de la lista de aliados diplomáticos, cuyo número se reduce a 20. China se lo puede poner mucho más complicado a Taipéi si va tras los privilegios de viajar sin visado de que disfrutan los taiwaneses (dispensado por 167 países). En 2016, hasta 14,5 millones de taiwaneses viajaron al extranjero. Esto puede enervar los ánimos aunque es difícil precisar quien asumirá mayor coste, si Pekín o Taipéi.
Sin duda, el inmediato futuro del contencioso del Estrecho de Taiwán, como mínimo tan potencialmente explosivo como el de la península coreana, dependerá de cómo evolucione la política interna en China, cómo evolucionen sus relaciones con EEUU y cómo evolucione la propia política interna en Taiwán. La hipótesis de un conflicto abierto solo tendría cabida si a China le urge una solución. Pero, ojo, las prisas son malas consejeras.