La cumbre BRICS celebrada el 26 y 27 de marzo en Durban situó África en el centro de la atención mundial. Es la nueva frontera de la economía global. Tras Asia y América Latina, se suma a los cambios impulsados por la Globalización. El continente tiene una fabulosa cantidad y variedad de recursos naturales, incluyendo materiales raros. Y las tres cuartas partes están por descubrir o explotar. Cobija el 90% de las reservas mundiales de cobalto, el 50% del oro, el 90% del platino, el 98% del cromo, el 64% del manganeso, el 33% del uranio, el 80% de los de columnita-tantalita. E ingentes reservas de petróleo. Y el 60% de las tierras agrícolas aún no explotadas del planeta. Una riqueza incalculable.
África también despierta el apetitito de las inversiones extranjeras como un futuro gran mercado. Alcanzó los 1.050 millones de habitantes en 2011, el 15% de la población mundial, con una edad media es de 20 años, frente a los 30 de la asiática y los 40 de la europea. Más del 40% vive en las zonas urbanas. Y surgen unas clases medias dinámicas y emprendedoras que acceden a las nuevas tecnologías e incrementan la productividad. La economía africana crece más rápido que otras regiones gracias a la creciente demanda interior y la exportación de sus ricos recursos naturales que atraen a los inversores extranjeros y conllevan unos elevados ingresos de divisas.
China irrumpe con una fuerza incontenible en África. Es el gran socio comercial, tras superar a EEUU en 2009 y es un generoso proveedor de fondos. La crisis financiera de EEUU y la UE favorece la rápida penetración de las empresas chinas, más de 2.000, que traen consigo a técnicos y obreros chinos. El comercio África-China se disparó desde los 10.000 millones $ en 2000 a los 200.000 millones $ en 2012. Y para reforzar la cooperación financiera, Pekín fomenta un gradual utilización del yuan en las transacciones comerciales con los países de la región.
Pekín exhibe su modelo político y económico en África. Sin un pasado colonial, se vende mejor que Occidente esgrimiendo como principio básico la no ingerencia en los asuntos internos de los Estados, lo que agrada a sus Gobiernos. Lo cual no significa que no intervenga. Pekín concede grandes préstamos sin exigir una gestión transparente. A diferencia de EEUU, la UE, el BM y el FM, no los condiciona a una mejor Gobernabilidad y al respeto de los Derechos Humanos.
La creación de un Banco BRICS impulsará aún más la penetración financiera china en África. Pekín afirma buscar el beneficio común y en parte es verdad. Los préstamos chinos financian infraestructuras como carreteras, ferrocarriles, puentes, diques, hospitales, proyectos agrícolas y formación técnica, etc. Dinamizan las economías africanas. Pero no cuida el impacto medioambiental, fomenta la corrupción y no respeta plenamente un estándar mínimo de derechos de los trabajadores africanos, lo que provoca resentimientos entre la población local. Y crece la diáspora china que crea empresas familiares y redes transnacionales que compiten hasta dominar algunos sectores claves de las economías locales.
Las críticas ante un posible neocolonialismo chino se hacen oír. Las relaciones con la segunda economía mundial son cada vez más desequilibradas o asimétricas. China concede fondos a cambio de asegurarse la provisión de recursos naturales. Pero también vende e inunda el continente africano de productos manufacturados baratos chinos que perjudican a los productores y los comerciantes locales. Frenan la diversificación económica y la industrialización de los países. Y crecen las tensiones políticas que hacen que este modelo de relación sea insostenible. India también invierte mucho pero tiene una mejor imagen en África.
La irrupción china parece imparable y entierra la hegemonía que Occidente disfrutó en los últimos siglos. Y si sigue la tendencia, en diez años África estará plenamente dominada política y económicamente por China.