Afrontando el creciente riesgo de conflicto en el Noreste de Asia César de Prado, investigador del Centro de Estudios Asiáticos de la Universidad de Valladolid

In Análisis, Política exterior by Director OPCh

Los antiguos reinos de Corea facilitaron muchos intercambios constructivos entre el imperio del Centro y el del Sol Naciente. Pero los intentos de dominar por la fuerza el Noreste de Asia del emperador Kublai Kan en el siglo XIII, al igual que los del samurái Toyotomi Hideyoshi en el siglo XVI, y los de los militares imperio japonés de la primera mitad del siglo XX han sido sangrientos e infructuosos, y aún afectan la psique y relaciones de la República Popular China (RPC), de una Corea dividida en dos, y de Japón, países cada vez más orgullosos, temerosos, y reorganizándose en dos bandos contrapuestos.

Durante la Guerra Fría, la empobrecida RPC pasó en tres convulsas décadas de la dependencia Soviética a la autarquía y a la selectiva apertura a Occidente, mientras que Corea del Norte se mantuvo bastante cerrada, aunque se desarrolló moderadamente ayudada tanto de la Unión Soviética como de la RPC. Por otro lado, los Estados Unidos obligaron a Japón y a Corea del Sur a instaurar líderes bastante autoritarios, aunque leales, que promovieron el desarrollo económico para ayudar a afrontar al auge del comunismo en Asia Oriental. El rápido desarrollo no militarizado de Japón le permitió intentar liderar el desarrollo de la zona, primero proveyendo capital y tecnología a pequeñas economías, y luego centrándose en apoyar las modernizaciones de Deng Xiaoping.

Ya en los años noventa, la RPC reemplazó a los Estados Unidos y a Japón como principal socio comercial de casi todos los países asiáticos. Asombrándose ante el auge de la RPC, Japón, con ayuda hasta de la Unión Europa, promovía el diálogo y la cooperación diplomática, económica y social en Asia Oriental. Con el proceso ASEAN+3 que empezó en 1997, la RPC, Corea del Sur y Japón aprovechaban la infraestructura diplomática de ASEAN para dialogar informalmente hasta que crearon en 2008 su propio proceso Plus 3. En esas décadas aún había problemas históricos y diferencias estructurales que dieron lugar a algunos conflictos diplomáticos y económicos, pero los lazos bilaterales y trilaterales se desarrollaban paulatinamente.  Otro proceso multilateral más amplio, el diálogo a seis, fue un intento fallido de ayudar a desarrollar a Corea del Norte evitando su nuclearización.

En los últimos años, las relaciones en la zona se han venido tensionando mucho. La RPC, Corea del Sur y Japón han retomado en 2022 una diplomacia de cumbres bilaterales más o menos cordiales aprovechando cumbres multilaterales amplias como el APEC y el G20. Sin embargo, se aprecia entre ellos un nuevo distanciamiento este-oeste, y su diplomacia trilateral se ha estancado: la última cumbre Plus 3 tuvo lugar en diciembre 2019, pero la siguiente aún no tiene fecha.  Y aunque Kim Jong-un hace años que no sale de su país sigue felicitándose por carta con Xi Jinping.

También se aprecia un gradual distanciamiento en sus fuertes lazos económicos. Mientras la RPC promueve principalmente relaciones bilaterales sinocéntricas con las Iniciativas de la Franja y Ruta de la Seda (desde 2013) y de Desarrollo Global (desde 2021), Japón promueve desde el 2018 el Acuerdo Integral y Progresista Trans-Pacífico de Cooperación con países de Asia y América (el secretariado está en Chile), y un Partenariado también bastante denso con la Unión Europea. Al menos, otro mega-FTA, la Asociación Económica Integral Regional, más básico, centrado en la reducción de aranceles, e impulsado nominalmente por la ASEAN, desde 2020 incluye a los 3 dentro de un grupo de 15 países de Asia Oriental y Oceanía.

El vice-premier Liu He proclamó en el foro de Davos en enero que la RPC se abrirá aún más a la inversión extranjera, lo cual es comprensible para intentar volver a su tradicionalmente alto crecimiento (en 2022 sólo creció el 3%, la tasa más baja desde hace décadas). Pero muchas empresas extranjeras están temerosas de la injerencia del gobierno decidido a desarrollar sus propias tecnologías de alto valor añadido y con capacidades militares. Además, está la creciente pelea con sanciones. En diciembre-enero, la RPC anunció restricciones disruptivas en cadenas de valor global en sectores como placas solares.  Y la tradicionalmente muy comedida Japón anunció en enero que va a controlar la exportación a la RPC de tecnología de semiconductores avanzados.

Pero las principales tensiones en el noreste de Asia emanan de la esfera militar. La RPC de Xi Jinping sigue rápidamente desarrollado y probando ostentosamente cada vez más lejos fuerzas de tierra, mar, aire, espacio, nuclear, digital, y hasta psicológicas (lo de los globos ‘meteorológicos’ gigantes sobrevolando Centro y Norteamérica a baja altura parece una táctica de advertencia o confusión global).  Y Corea del Norte, que en 2018 parecía que podría empezar a desnuclearizarse, está en los últimos meses lanzando más y más misiles, y amenazando con usar sus armas nucleares sin dilación si su régimen se ve amenazado. Y para financiarse, ya que tiene escasos lazos comerciales internacionales – más allá de la RPC y, en mucha menor medida, Rusia – se ha convertido en una potencia mundial de saquear criptomonedas.

En respuesta a lo que pasa en la RPC, en Corea del Norte y, naturalmente en la guerra de Ucrania, Japón y Corea están dando impulsos históricos a sus capacidades militares. En diciembre 2022, el gobierno de Kishida Fumio promulgó tres documentos estratégicos y de defensa.  El más amplio, la Estrategia de Seguridad Nacional ya no busca la Seguridad Integral, sino el ´Poder Nacional Integral’ que, como la RPC, englobará además de las fuerzas militares, la diplomacia, la economía, la tecnología y la inteligencia. Para Japón, por ahora, la RPC sólo es un reto (Corea del Norte sí es una grave amenaza), pero por si acaso, Japón planea casi doblar su presupuesto de defensa en los próximos años para desarrollar más armas en más ámbitos, incluso misiles de contraataque.

La RPC y Corea del Sur reanudaron sus cumbres diplomáticas en diciembre y están haciendo esfuerzos por no distanciarse mucho en su fuerte relación económica, pero Seúl expresa su enojo porque la PRC no controla bien a su ‘hermano pequeño’, es decir, al régimen de Kim Jong-un. También en diciembre pasado, el gobierno del pro-norteamericano Yoon Suk-yeol en Corea del Sur hizo pública su primera estrategia para una libre, pacífica y próspera región del Indo-Pacífico.  Tampoco presenta a la RPC como una amenaza, aunque en gran medida busca promover mecanismos de cooperación regional con valores a veces alejados de los de la RPC. Mientras, para hacer frente principalmente a Corea del Norte, está redoblando su cooperación con los Estados Unidos, incluyendo maniobras aéreas a principios de este mes.

Pero como el apoyo de los Estados Unidos no está garantizado al cien por cien, Japón y Corea del Sur están estos meses sorprendentemente acercándose en temas de seguridad. Sus notables resentimientos históricos sobre la soberanía de unas islas y por reparaciones por el uso por parte del Japón imperial de trabajos forzados están pasando a ser tema secundario para hacer frente común a Corea del Norte y, quizás, a su ‘hermano mayor’, y a su ‘primo’ ruso.

Japón también redobla esfuerzos para atraer capacidades de hasta Europa al nordeste de Asia. En enero, Kishida visitó a Biden y otros líderes del G7, y en enero-febrero, el secretario-general de la OTAN visitó Seúl y Tokio. Aunque Europa todavía está muy preocupada por la guerra de Ucrania, y se habla cada vez más del creciente riesgo de un conflicto armado entre la RPC y Taiwán, el mundo no debería de obviar las crecientes tensiones entre los dos bandos que se están configurando en Nordeste de Asia. Si estas derivasen en un conflicto militar sería muy difícil que no afecte hasta las antípodas. Iberoamérica que, por lejanía y falta de capacidades hasta ahora ha mostrado escaso interés en la seguridad de la zona, podría al menos incrementar su presencia económica (por ejemplo, con la Alianza del Pacífico) y diplomática cooperativa (potenciando el FOCALAE y otros multilateralismos efectivos).