Ayudar o no ayudar, ésa es la cuestión para China

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Pekín ha dicho que espera a conocer más detalles sobre el nuevo fondo de estabilidad financiera europeo para tomar una decisión sobre posibles inversiones. La participación china en el rescate europeo cuenta con una oposición popular cada vez mayor, que se niega a pagar los platos rotos de los "ricos europeos".


(Manuel Pavón Belizón /SPANISH.CHINA.ORG.CN) – Con la próxima cumbre del G20 prácticamente a la vuelta de la esquina, China debate intensamente en estos días los rumores, anuncios, peticiones y comentarios sobre su posible participación en el fondo de rescate financiero que la Unión Europea (UE) estableció la semana pasada.

Se da por sentado que Pekín va a jugar un papel clave en el proceso de financiación del nuevo Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF): la llamada del presidente francés, Nicolas Sarkozy, a su homólogo chino, Hu Jintao, con los papeles del acuerdo en Bruselas aún calentitos, muestra muy a las claras que la UE necesita a China, casi desesperadamente.

Dicha llamada, como metáfora de la situación que vive Europa, ha generado encendidas críticas en el Viejo Continente. La oposición francesa, con la vista puesta en las elecciones, consideró el gesto como una “vergonzosa” muestra de “debilidad” hacia Pekín, en palabras de la líder socialista Martine Aubry, quien pidió una “solución europea”. En Reino Unido, varios medios, como el ‘Daily Mirror’, acusaron a Bruselas de actuar como un mendigo.

A pesar de las críticas, los líderes de la UE parecen tenerlo claro. El director del FEEF, el alemán Klaus Regling, visitó el viernes pasado Pekín y mantuvo encuentros con varios líderes chinos para asegurar que el país asiático tome parte en el fondo.

Pekín parece tenerlo más o menos claro: el país necesita diversificar parte de los 3,2 billones de dólares de sus ingentes reservas de divisas, que empiezan a quemarles en las manos debido a las zozobras de la economía estadounidense y a la política monetaria de Washington con el billete verde. A esta necesidad se une la conveniencia de asistir al que es su su mayor socio comercial y principal mercado de exportación. La inestabilidad financiera en Europa está afectando considerablemente las exportaciones chinas y, por ende, su sector manufacturero, uno de los pilares básicos de la economía del país asiático.

Aun así, China no se encuentra, ni mucho menos, en una situación desesperada y cuenta con margen para establecer ciertas condiciones previas. La agencia oficial Xinhua, en calidad de vocera del Partido Comunista Chino (PCCh), publicó la semana pasada un editorial que sonó por igual a sermón, declaración de intenciones y advertencia. El artículo subrayaba la interdependencia y “amistad” entre China y la UE y la disposición de Pekín a “ampliar la cooperación de beneficio mutuo”; no obstante, también advertía: “En medio de esta crisis sin precedentes en Europa, China no puede asumir el papel de salvador de los europeos, ni brindar una ‘cura’ para el malestar continental”.

Lo cierto es que, más allá de la expresión de buenas intenciones, y con la creciente expectación entorno a la decisión de Pekín, las autoridades chinas aún no han soltado prenda; el viceministro de Finanzas, Zhu Guangyao, dijo el viernes que su país no inyectaría más capital en el fondo de la UE hasta obtener más detalles sobre el rescate, aunque añadió que China “mantendrá una mente abierta hacia todas las discusiones sobre nuevas inversiones en el FEEF”.

Esa “mentalidad abierta” mencionada por el viceministro no se refiere únicamente a los detalles financieros que le proporcione la UE, sino también, y de manera muy importante, al debate público que la participación en el fondo está generando en la propia China, donde son legión los ciudadanos que se oponen a invertir en el rescate de los “ricos” europeos, algo que ya ha venido haciendo en los últimos meses con la compra de bonos de estados en dificultades, como Grecia, Portugal y España.

¿Y cómo se lo explicamos al pueblo?

Tal y como afirmó Li Daokui, vicegobernador del banco central chino, en ‘Financial Times’, “la principal preocupación del gobierno chino es cómo explicar esta decision a su pueblo”. Y lo que el pueblo entiende es que su gobierno quiere entregarles en bandeja a los europeos unos fondos conseguidos con mucho esfuerzo para pagar una crisis que, según la opinión extendida, nada tiene que ver con los chinos. Por el contrario, muchos opinan que esos fondos deberían invertirse dentro del país, no en el exterior, de forma que contribuyan a mejorar de manera efectiva el nivel de vida de la población y los servicios públicos como sanidad y educación.

Sin embargo, aun cuando estas reclamaciones ciudadanas resultan lógicas y comprensibles, numerosos expertos -e incluso el diario oficial ‘Renmin Ribao’- han señalado que la inversión de dichos fondos en el país sólo provocaría un aumento de la inflación.

Sea como fuere, China quiere dejar claro a sus ciudadanos que en el hipotético caso de que participara en la financiación del FEEF, no lo haría ni mucho menos gratis. Obviamente, no existe una lista de condiciones, pero los analistas tanto en China como en Europa hacen ya cábalas sobre qué pedirá Pekín a cambio de la ayuda. Y de hacerlo, probablemente será algo contundente, un trofeo que poder presentar ante sus ciudadanos para apagar las críticas.

Lo más mencionado es el reconocimiento de China como economía de mercado por parte de la UE, una reclamación histórica del país asiático ante la cual el bloque de los 27 ha hecho hasta ahora oídos sordos. Las reclamaciones a este respecto por parte de Pekín se han intensificado en las últimas semanas.

Otra de las más plausibles contrapartidas podría ser que Europa cesara en su empeño de presionar a China sobre la devaluación de su divisa, el yuan o renminbi, y se alejara de las posiciones estadounidenses críticas sobre su política monetaria.

También se habla de la eliminación de barreras sobre la exportación al país asiático de productos de alta tecnología, otra de las exigencias tradicionales de China a Bruselas, e incluso del levantamiento del embargo armamentístico que pesa sobre Pekín desde 1989, una posibilidad de la que ya se oyó hablar el año pasado durante la presidencia española de la UE. Hipotéticamente, algunos han sugerido igualmente que la UE deje de hacer referencia a ciertos temas internos delicados de China y cese de emitir sus opiniones y dar lecciones sobre derechos humanos.

Hay aún otro elemento más amplio que iría asociado a la participación, no sólo de China, sino también de otros países emergentes, en el fondo de rescate, y que ya aparecía apuntado en el editorial del Xinhua: “Resulta aconsejable que los líderes europeos asistentes a la cumbre tengan en cuenta las voces de las economías emergentes, cuya importante contribución a la recuperación y el crecimiento económicos internacionales merece un mejor entendimiento y un trato recíproco”.

Y en Europa, ¿cómo se contempla todo esto? El alarmismo cunde entre algunos medios europeos sobre la intervención china existe cierta corriente de oposición entre los políticos (como el citado caso del Partido Socialista francés) e incluso entre las filas de algunos gobiernos de la Eurozona, que consideran que el acuerdo y las supuestas contrapartidas asociadas debilitarían la capacidad negociadora europea en algunos temas especialmente importantes. Ante ello, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Juncker, a aclarar que no habrá concesiones políticas y que “tiene sentido” que Europa busque la ayuda china, según cita Reuters.