Batallas textuales

In Análisis, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

Los libros de texto también pueden ser campos de batalla. Acontece en Asia e involucra a potencias principales como China o Japón con heridas abiertas que nadie consigue cerrar y que van camino de convertirse en toda una expresión de la pugna permanente por la hegemonía regional. 

En el gigante asiático anunciaron que, a partir de ahora, los libros de texto incorporarán una modificación sustancial: la guerra contra Japón no duró ocho años, con inicio por lo tanto en 1937, sino 14 años y con inicio en 1931. La revisión se aplica a los manuales de universidades y escuelas, la todas las disciplinas y a los libros de texto del curriculum estatal y local. 

De este modo, Beijing pretende destacar que China fue el principal campo de batalla en Asia oriental en la II Guerra Mundial y enmendar las percepciones eurocéntricas que sitúan a Europa como el campo de la guerra por antonomasia situando en 1939, con la invasión de Polonia, el inicio del conflicto. Fue ciertamente en 1931 cuando el fascismo japonés inició su invasión del noroeste de China, ampliada a todo el país a partir de 1937.

Japón promueve lecturas que abundan en la dirección contraria. Las desavenencias entre Beijing y Tokio por ese pasado son bien conocidas y representan un pesado fardo para las relaciones bilaterales. Hubo un amago de entendimiento cuando el Partido Democrático lideraba el país (2010-2012) pero el regreso del PLD de Shinzo Abe se labró con un resurgir del nacionalismo -e incluso del militarismo- que es observado con reservas en toda la región. 

Recientes directrices curriculares niponas incluyen las islas Diaoyu/Senkaku, bajo su administración pero reclamadas por China (y por Taiwán), e incluso unos islotes próximos a raya de Corea del Sur, como parte de su territorio, cuestión rechazada tanto por Seúl como por Beijing o Taipéi.

Si cada historiador cuenta su propia historia, como decía Delessert, cada país hace lo propio. Pero en esta Asia que se reafirma como principal epicentro económico mundial no estamos hablando del pasado sino del presente. La controversia de los libros de texto refleja flecos de un tiempo que aguardan reparaciones. Es el caso de las armas químicas abandonadas o de las compensaciones debidas a las esclavas sexuales del ejército ocupante japonés. 

Las disculpas de Japón por todo aquello que pasó saben a poco en aquellas sociedades que más padecieron los atropellos de sus tropas. La batalla que se libra en los manuales señala una especie de fuga hacia delante. Reafirmarse en las propias interpretaciones no ayudará a la comprensión. En un contexto tan fluido y complejo como el actual alimentará manías y odios. Y la educación es para la paz.