China, a examen en Haití

In Análisis, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

Haití, un país desolado por los continuos cambios políticos y las tragedias naturales ha visto como, de nuevo, un terremoto de magnitud 7.0 en la escala Ritcher  empeoraba  su ya delicada situación interna. 

Con un balance de 50.000 víctimas mortales y 250.000 heridos según el Ministro de Sanidad, Alex Larsen, la población haitiana necesita con urgencia ayuda internacional. China  fue una de las primeras potencias en asistir al país. Así, el miércoles partía del gigante asiático un equipo compuesto por 60 miembros, entre personal especializado en labores de rescate, médicos, y siete periodistas. El equipamiento de rescate también incluía tres perros rastreadores y alrededor de 20 toneladas de material humanitario. Igualmente, la policía china que participa en la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití se dedica a las tareas de auxilio sobre el terreno. Además, la Cruz Roja China ha decidido donar un millón de dólares estadounidenses en ayuda de emergencia. Y es que toda la ayuda es poca. Naciones Unidas y sus socios han demandado 562 millones de dólares estadounidenses para asistir por un período de seis meses a los 3 millones de personas que se estiman afectadas. La mitad de dicha cantidad iría destinada a alimentos, servicios sanitarios, abastecimiento de agua y otras necesidades básicas. 

Y es que China sabe de primera mano lo que es sufrir un seísmo de estas dimensiones. En mayo de 2008, el devastador terremoto de Wenchuan, en la provincia de Sichuan, con una magnitud 7.9 dejó tras de sí 88.000 entre muertos o desaparecidos y 500 millones de personas perdieron sus hogares. Además, según estadísticas gubernamentales chinas, el desastre causó pérdidas por valor de 124 billones de dólares estadounidenses. El trabajo de reconstrucción durará muchos años. 

China asume su responsabilidad internacional como potencia y ejerce su papel  suministrando la ayuda urgente que el país caribeño necesita. Ésta última, con la bandera china, sin distinción ni condiciones, que vendrían dadas por ser Haití uno de los pocos países que apoya y mantiene relaciones con Taipei, asunto en el que Beijing es realmente claro y firme. Taiwán es parte de China y no hay debate posible a alternativas, se asegura.  Y sin distinción con Taipei debido, según algunos analistas, al buen momento político que se aprecia a los dos lados del estrecho.  

La tragedia que Puerto Príncipe vive actualmente no ha sido sólo causada por la crudeza con la que el seísmo agitó la isla caribeña sino que a ésta se le suman la terrible situación de pobreza en la que se encontraba el país anteriormente. Violencia, extrema pobreza (80% de la población vive bajo el umbral de pobreza), ausencia clara de infraestructuras y una situación política frágil son solo algunos de los aspectos que, siendo negativos, han empeorado estos últimos días. Importante es la llegada al país de la ayuda más inmediata, pero no lo único. También la ayuda y reconstrucción del país en momentos posteriores. De ello depende el papel que decidan tener las diferentes potencias mundiales y China es una de ellas. Los miembros de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití tienen un importante cometido en el mantenimiento de la seguridad de la zona; sin embargo, no es suficiente. 

De este modo, una reflexión es necesaria. Los efectos de la ayuda internacional que Haití reciba dependen de dos factores. Primero, la dimensión de la asistencia internacional en la zona y, segundo, la correcta gestión de la misma por los haitianos sin que la corrupción anule el impacto positivo de dicha contribución  sobre el terreno. 

Las autoridades chinas tienen, así, un examen en Haití.