¿Qué podemos esperar del nuevo liderazgo chino en su política internacional? Desde que en diciembre de 2011 se formuló el llamado “Consenso Xinhua” que conmina a desarrollar una diplomacia más compleja e incisiva, adaptada a las necesidades de la que ya es la segunda economía del mundo, se han ido fraguando los vectores de nuevos desarrollos a cada paso más ambiciosos. En los últimos años del mandato de Hu Jintao, China ha ensayado una actitud exploratoria reveladora de cierta intransigencia inicial en consonancia con la multiplicación de las tensiones internas relacionadas con el cambio de liderazgo (caso Bo Xilai). Con independencia de ello, bueno es reconocer que Beijing ha venido apostando por un activismo mayor tanto en el plano económico como diplomático reafirmando la disposición genérica a compartir una mayor asunción de compromisos en el orden global. El mejor reflejo de dicha tendencia, a despecho de las reservas que pudieran explicitarse en órdenes como el ambiental o la no proliferación nuclear, ha sido su implicación en las misiones de paz, de escolta naval, de ayuda humanitaria o lucha contra el terrorismo. China se ha convertido en estos años en el mayor contribuyente a las misiones de paz de la ONU entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y desde 2008 ha enviado un total de doce grupos de misiones de escolta al Golfo de Adén y frente a la costa de Somalia.