La crisis financiera global desatada a finales de 2008 ha tenido un fuerte impacto en China, tanto en el orden interno como en su proyección global, trastocando y acelerando numerosos procesos en curso. En lo socioeconómico, por ejemplo, la caída de las exportaciones provocó que más de veinte mil empresas manufactureras de la provincia de Guangdong fueran a la quiebra y más de 20 millones de personas, en su mayoría inmigrantes procedentes del campo, fueran despedidos.