La Comisión Europea decidió el 5 de junio aplicar medidas antidumping contra las paneles solares chinos por entender que se venden por debajo de su coste en el mercado interior europeo. El 71% de los fabricados en el mundo son chinos. El 80% se venden en Europa. La respuesta china no se hizo esperar. Al día siguiente, Pekín anunció posibles trabas a los vinos europeos que se venden en China, afirmando que reciben ayudas o subsidios de la UE.
La reacción china también podría deberse a otros intereses. El Gobierno, alarmado por las crecientes desigualdades y tensiones territoriales y sociales, lanzó en febrero una campaña contra la corrupción de funcionarios que solían recibir ostentosos regalos. Y frenar la excesiva ostentación de los millonarios, muchos ligados al Partido Comunista. Beber vinos europeos caros era una forma de ostentación en la sociedad china. También existen intereses económicos. Pekín quiere promocionar el consumo de las marcas de vino producido en China.
Pekín tiene las de ganar con Bruselas. China va “crecida”. Sabe jugar sus cartas en una fragil UE en crisis. Pasa de Bruselas. Prefiere tratar directamente con cada uno de los Estados miembros en particular, ansiosos de comerciar y captar las crecientes inversiones chinas en Europa.
Existen claras divergencias entre Alemania y Francia sobre las medidas aplicadas por Bruselas. Ángela Merkel trató sobre este conflicto comercial con el primer ministro Li Kequiag en su reciente visita a Berlín. Otros 14 Estados europeos, entre ellos Gran Bretaña, Holanda y Suecia, guiados por sus intereses particulares prefieren no enojar a Pekín. En cambio, François Holande apoyó al comisario Karen De Gucht. No cabe extrañar que la reacción china se dirigiese especialmente a Francia. El 48% del vino importado por China es francés. Pero también perjudica a los vinos producidos en España, Italia, Portugal y Grecia.
Cabe esperar una solución negociada. Berlín, el interlocutor de China en Europa, no permitirá que un conflicto menor sobre paneles solares y vinos afecte a las ventas de productos manufacturados estratégicos. Y Pekín precisa seguir invirtiendo en el mercado de la UE para lograr una mayor transferencia de tecnología y “know how” europeo.
Se llegará a un acuerdo. Pero no gustó en el viejo continente un agrio editorial de “Daily China” que urgía a Europa a reconocer que su poder está en declive. China ya hace valer sin disimulo su poder económico. Malos augurios para el futuro de la UE, incapaz de responder con una sola voz ante China.