Es un hecho aceptado universalmente que, la inserción de China en la economía planetaria, ocurrida en los últimos treinta años está influyendo en los cambiantes vuelcos que acontecen en las relaciones económicas internacionales. A la vez, todo sugiere que, al entrar el país en la sociedad globalizada, con éxitos evidentes está enfrentando los desafíos de absorber el acervo técnico-cultural-institucional mundial, sin perder la ancestral fisonomía de su muy especial cultura. La primera mitad de la centuria del siglo XXI con elocuencia verificará si se halla ante una amenaza o un desafío social sin precedentes en su milenaria historia.