En 2001, cuando EEUU comenzó su guerra contra el terrorismo y China se centró en el crecimiento económico, pocos habrían podido predecir que Washington y Beijing, ahora las dos economías más grandes del mundo, se plantearían la perspectiva de construir un nuevo tipo de relación entre potencias 11 años después.
En 2001, cuando EEUU comenzó su guerra contra el terrorismo y China se centró en el crecimiento económico, pocos habrían podido predecir que Washington y Beijing, ahora las dos economías más grandes del mundo, se plantearían la perspectiva de construir un nuevo tipo de relación entre potencias 11 años después.
Históricamente, el surgimiento de una nueva potencia ha desembocado a menudo en conflictos con las otras potencias ya establecidas, como bien reflejan los sombríos informes sobre las guerras mundiales.
Pero las relaciones entre China y EEUU sentarán un nuevo precedente. Mientras que siguen sufriendo fricciones y pruebas en 2012 como lo usualmente sucedido, y con sus economías cada vez más entrelazadas, ahora se dan cuenta de que tienen mucho que perder en un juego de suma cero y mucho más que ganar si acaban con el modelo de enfrentamientos entre potencias.
VIEJA PREGUNTA, NUEVA RESPUESTA
Durante su visita a EEUU en febrero, Xi Jinping, el recién elegido secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China, en aquel entonces vicepresidente de China, impulsó la idea de construir un nuevo tipo de relación entre potencias para los dos países, basada en la cooperación en beneficio mutuo, la confianza mutua y la interacción favorable.
Después de su visita, el concepto se vio reafirmado en el cuarto Diálogo Estratégico y Económico entre China y EEUU celebrado en Beijing en mayo, durante el cual el presidente de China, Hu Jintao, urgió a ambas partes a acabar con las ideas tradicionales y buscar nuevas formas de desarrollar las relaciones entre países importantes.
La parte estadounidense respondió de manera positiva a la proposición.
«Juntos estamos intentando hacer algo sin precedentes para escribir una nueva respuesta a una vieja pregunta de qué pasa cuando una potencia ya establecida se encuentra con una potencia emergente», dijo la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton.
Desde entonces, la intención de conseguir un nuevo tipo de relación entre potencias creció de manera más evidente, y se concretó con una serie de contactos de alto nivel, incluyendo la tercera reunión de Consultas de Alto Nivel sobre Intercambios entre Pueblos de China y EEUU, una cumbre entre Hu y el presidente estadounidense, Barack Obama, durante la cumbre del G20 en México, y más recientemente, las conversaciones entre el primer ministro chino, Wen Jiabao, y Obama, mantenidas el mes pasado en le marco de la 7ª Cumbre del Este Asiático en Camboya.
«(Construir un nuevo tipo de relaciones entre las principales potencias) es una visión propuesta recientemente que requiere mucho estudio», dijo durante una entrevista con Xinhua Tao Wenzhao, un alto investigador del Instituto de Investigación Estadounidense de la Academia de Ciencias Sociales de China.
«La continua reducción de la brecha de poder (entre las dos naciones) podría enfrentar a los dos países entre ellos, pero plantear la idea de construir una relación de cooperación entre China y EEUU en este momento ayudará a prevenir que la creciente competencia dañe los lazos bilaterales», explicó el investigador.
MEZCLA DE RIVALIDAD Y ASOCIACION
De hecho, la reducción de la brecha de poder ha llevado a una compleja mezcla de asociación y rivalidad en las relaciones bilaterales, y añade preocupaciones entre los dirigentes de Washington sobre la disminución del estatus global de EEUU.
Con tales preocupaciones en mente, la administración Obama tomó una serie de medidas este año para mejorar la presencia e influencia de EEUU en la región de Asia-Pacífico, se inmiscuyó en disputas marítimas entre China y sus vecinos, y bloqueó el acceso de algunos productos e inversiones chinos al mercado estadounidense, según analistas chinos.
Comentando sobre el plan de Washington de desplegar el 60 por ciento de sus buques de guerra en Asia Pacífico hacia el 2020, Tao dijo que «EEUU tiene la intención de contrarrestar la creciente influencia de China en Asia-Pacífico basculando su centro estratégico de gravedad hacia el este».
«Estados Unidos quiere convencer a los vecinos de China de que Asia-Pacífico necesita la presencia y protección de Washington para ‘unirlos’ y conseguir un ‘reequilibrio estratégico’ contra China en la región», explicó recientemente el experto en seguridad Wang Yusheng en un artículo.
Además, el año de políticas electorales de EEUU también ha añadido complejidad a las relaciones bilaterales. Para conseguir votos de los estados en disputa, Obama y su rival republicano, Mitt Romney, jugaron duras tácticas contra China, culpando a Beijing por algunos de los problemas económicos del país norteamericano.
Afortunadamente, a pesar de toda la agresiva perorata de la campaña electoral, los dirigentes políticos de EEUU son conscientes de que convertir toda esa retórica en acciones no es una opción realista. Los ataques contra China han disminuido tras las elecciones de noviembre.
En el frente económico, los empresarios se han distanciado de las cautelas políticas y de las disputas comerciales para crear una red de lazos comerciales. Se espera que el comercio bilateral aumente en un 9,1 por ciento en los primeros nueve meses de este año.
«La colisión comercial (entre los dos países) no es un gran problema en sí mismo. Para China y EEUU, tales fricciones son relativamente pequeñas teniendo en cuenta que el comercio bilateral ronda los 500.000 millones de dólares», dijo Tao.
Es muy probable que la inversión directa por parte de empresas chinas en EEUU alcance un nuevo máximo de 6.500 millones de dólares este año, según Rhodium Group, que monitoriza las inversiones chinas.
Altos funcionarios de China y EEUU también han intercambiado frecuentes visitas para evitar la escalada de los conflictos.
El ministro de Defensa de China, Liang Guanglie, viajó a Washington en mayo, por primera vez en nueve años, para mejorar la comunicación entre los dos ejércitos.
Las dos partes también han encontrado intereses comunes y han abogado por ampliar la cooperación y coordinación en varios temas internacionales como el cambio climático, la estabilidad financiera global, la no proliferación nuclear y el libre comercio, entre otros.
SE ESPERA CONTINUIDAD
Con ambos países habiendo experimentando cambio de liderazgo este año, el mundo está observando de cerca qué viene ahora en la relación entre China y EEUU, que podría decirse como la más importante de su tipo en todo el mundo.
Los analistas de Washington y Beijing son en general optimistas sobre el futuro de las relaciones, ya que no ven cambios sustanciales en las políticas exteriores de ambos países bajo la dirección de sus nuevos líderes.
Jeffrey Bader, un experto de Brookings Institution y un exfuncionario de seguridad nacional, dijo que las relaciones entre EEUU y China se encuentran en buena forma ahora mismo, y que las políticas exteriores y estrategias de EEUU hacia China no van a cambiar de manera significativa durante el segundo mandato de Obama.
El tema principal será como reaccionar de manera apropiada frente al crecimiento continuado de China y su rol cada vez más importante en la sociedad global, añadió.
El analista también cree que con visiones internacionales más amplias así como con la sabiduría para hacer frente a los retos globales, los nuevos líderes chinos están preparados para fomentar una relación de mayor cooperación entre China y EEUU.
Bonnie Glaser, un asociado del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, dijo a Xinhua que la visita de Xi a EEUU fue «extremadamente importante» ya que «puso en marcha el proceso de sentar algunas bases para las relaciones (bilaterales)».
Jonathan Pollack, director interino del Centro China Jonh Thornton de Brookings Institution, dijo que la visita de Xi fue tan importante como exitosa ya que ayudó a construir una relación personal entre Xi y Obama.
«Va a haber retos en una relación así de grande y así de compleja. Así que, si se puede crear algún lazo o relación entre los funcionarios de más alto nivel, mucho mejor», afirmó Pollack a Xinhua.
Tao se mostró de acuerdo en que «tanto Obama como Xi han expresado su determinación de impulsar reformas y seguir avanzando. Creo que esto es un buen presagio para las relaciones entre China y EEUU».
Mirando a través del objetivo histórico, los esfuerzos de construir un nuevo tipo de relaciones entre China y EEUU toman gran significado, no solo para los dos países, sino para el mundo entero.