La visita del presidente Pedro Sánchez a China es una gran oportunidad para potenciar las afinidades mutuas. Los últimos cinco años transcurridos desde la visita del presidente Xi Jinping a España se han visto salpicados de graves acontecimientos que no hemos logrado aun superar del todo, desde la pandemia de Covid-19 a la crisis de Ucrania. Es por eso que una primera afinidad compartida entre España y China es el afán mutuo de procurar la estabilidad en todos los órdenes, trabajando hombro con hombro por la mitigación y superación de las dificultades y tensiones.
La cooperación entre España y China ha destacado en los últimos lustros erigiéndose en ejemplo de una relación bilateral mutuamente provechosa. Ya nos refiramos al orden económico, comercial o inversor, a los intercambios culturales y entre personas, científicos, o a la comprensión política y estratégica, es de señalar la persistencia de altas dosis de esa afinidad. España sigue imaginando a China como un socio cooperativo de gran importancia y en ese contexto es posible contemplar una hoja de ruta para los próximos años rica en contenido. Esta visita puede representar un punto de inflexión para trazar un horizonte que expanda los resultados de una cooperación alabada por sus ventajas por ambas partes.
China y España firmaron en 2005 una asociación estratégica que reflejaba precisamente la condición de Madrid como socio privilegiado de Beijing en Europa. Esto significaba que ambas partes suscribían una voluntad común de progresar en el diálogo político y en el desarrollo de las relaciones a todos los niveles compartiendo un idéntico pragmatismo. Durante los duros años de la crisis económica y financiera, cuando la troika comunitaria inducía a España a aplicar severas medidas de austeridad, China estuvo ahí prestando una importante ayuda.
Se comprende, por tanto, que, en relación a China, el primer deseo de España es el fortalecimiento de la relación económica, ya sea en el ámbito estrictamente comercial o también inversor, estimulando la cooperación en áreas industrialmente punteras. Las hay que son de especial interés en Madrid como la tecnología, el ambiente, la energía, o los servicios. La reanudación del turismo es una excelente noticia.
Para asegurar mejor la tendencia de cooperación entre España y China es importante multiplicar las plataformas que contribuyan a una mejora de la influencia respectiva. Tras el alivio de las restricciones por la pandemia y la recuperación progresiva de la normalidad, la reanudación de los diversos foros bilaterales existentes debe permitir una recuperación de la buena sintonía tradicional entre ambas partes.
Mirando hacia la historia, la relación bilateral cuenta con un soporte cultural de larga data con ese momento de esplendor entre los siglos XVI y XIX y referentes de importancia en figuras sobresalientes como Martín de Rada, Diego de Pantoja o Juan Cobo, el autor de la primera traducción europea de un texto chino. El diálogo civilizacional tiene, por tanto, un significado de gran alcance que nos proporciona un bagaje único. Del pasado al presente, debe servir para potenciar las afinidades de la relación bilateral.
España asumirá la presidencia de la UE en el segundo semestre de este año. Tras la grave crisis financiera, el azote de la pandemia ha afectado a las expectativas de recuperación económica en toda la región y en el mundo. La guerra en Ucrania ha malogrado las expectativas. En paralelo, el deterioro de las relaciones EEUU-China ha tenido también su impacto en la UE. España se ha posicionado a favor de preservar la autonomía estratégica de Europa, abogando por una agenda específica que atienda a la resolución de los problemas, intereses y necesidades estructurales del continente. En esa ruta, China, la UE y España pueden ampliar las convergencias.
Tradicionalmente, España ha defendido en la UE posiciones constructivas en la relación con China. Su presidencia en Bruselas puede jugar un papel idéntico en el relanzamiento de las relaciones UE-China, afrontando las diferencias mediante el diálogo soberano e instando una dinámica que impulse la relación China-UE, evitando el estancamiento. Igualmente, puede hacer importantes aportes a la búsqueda de la paz en Ucrania tomando como referencia la posición política expresada por China.
El horizonte que se avizora en las relaciones hispano-chinas debe trascender los riesgos de descapitalización que resultan de una encrucijada internacional cuyo dilema central oscila entre la profundización de una hegemonía unilateral y la multipolaridad. España debe contemplar a China en su estrategia global, a sabiendas de que su mercado seguirá siendo de gran importancia y que esa economía, a pesar de las incertidumbres derivadas del proceso de reestructuración que vive la globalización, seguirá presentando oportunidades. También valorando en su justa medida el creciente papel de China en el sistema internacional.
Apostando por la gestión flexible y creativa de las afinidades comunes, la visita de Pedro Sánchez puede contribuir de manera significativa al relanzamiento bilateral y de las relaciones China-UE y a la recuperación de la estabilidad continental y global.
(Para la Agencia de Noticias Xinhua)