Cómo acercar el mundo a China

In Noticias, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

La televisión china ha preparado un spot promocional de 30 segundos de duración, el cual saldrá al aire en vísperas del 1 de octubre, Día Nacional, con la presencia de 50 celebridades del país. El corto tiene por fin consolidar la imagen del país de cara al exterior, destacando sus avances en prosperidad, democracia, transparencia, paz y armonía. Esta campaña subraya el notable progreso alcanzado por China en sus esfuerzos por edificar una mejor imagen internacional, afianzando con ella la importancia del factor humano en su sociedad.  (Por Li Hongmei).


Después de todo, el pueblo encarna la esencia del pensamiento chino, como portador vivo de la cultura y logros del país y constituye el mejor muestrario de la imagen estatal de China. Pero, de cualquier modo, resulta insuficiente limitarse a promover la “imagen de China” en la pantalla de la TV. Lo fundamental en el esfuerzo por construir una mejor imagen nacional sigue descansando en cómo calar en el corazón de los demás.

Desde los Juegos Olímpicos de 2008 en Beijing, el mundo ha ido aprendiendo a aceptar una China en despegue, pero algunos consideran que este gigante que crece por días ante ellos equivale a una espina clavada en el costado.

 

Es por ello que se impone esta pregunta: ¿Es posible construir la imagen de un país? La respuesta no puede ser sólo sí o no, a secas, pues la impresión que deje una persona de sí misma, por poner un ejemplo, dependerá con mucho de si actúa con cautela, siempre tomando en cuenta lo que los demás piensen de ella, o si deja que cada cual saque sus propias sobre su proceder, sin parar mientes en su actitud.

 

Generalmente, la imagen oficial de China ha descansado sobre los pilares de su poderío y desempeño económico nacionales. En tal coyuntura, el punto de vista chino, así como su proceso de comunicación con el mundo exterior, deberán arrojar por fuerza una imagen positiva, pero no tiene por qué ser así necesariamente, o mejor, no siempre es así. Para decirlo más claro, las opiniones externas sobre China nunca estarán sujetas a la imagen que de sí mismo tiene el país y a los valores que el mismo enarbola. Nos guste o no, se trata de un esquema de pensamiento más complejo de lo que aparenta a simple vista, un concepto que rebasa la comprensión de los propios chinos.

 

Actualmente, China es el mayor exportador del mundo y pugna por desbancar a Japón como segunda mayor economía del mundo. En años recientes, aquélla ha intensificado su campaña de influencia global, autopromoviéndose como nación pacífica y de buena voluntad.

 

Pero China también ha comprendido que en su esfuerzo por crearse una imagen internacionalmente popular hay ciertos detalles que todavía escapan a sus posibilidades, ya que de seguro persistirán las opiniones negativas sobre ella, e incluso aversión y hostilidad, que no se evaporarán en cuestión de días, o viendo un spot televisivo.

De cara a un esfuerzo prolijo y arduo como este, China nunca ha cejado en su empeño de ubicarse favorablemente en el concierto mundial, para lo cual se esmera, tratando sobre todo de ganar a los escépticos. Por ejemplo, antes de que Beijing acogiera los juegos de verano de 2008, algunos analistas occidentales comentaron que el magnífico evento deportivo de algún modo sería funesto para Beijing. Sin embargo, transcurridos dos años, ha ocurrido justo lo contrario, pues China ha ganado más amigos y partidarios.

En cuanto a cómo construir una imagen ideal del Estado, China bien podría plantearse una meta más realista, dentro de su alcance. Primero, porque en el aspecto político no faltan los que en otras latitudes siguen confundiendo el sistema político de China con la rígida maquinaria política que regía en la era de la desaparecida Unión Soviética. En lo económico, los extranjeros pueden variar su visión, yendo desde considerar erróneamente a Shanghai como espejo de toda China a creer con pesimismo que los chinos todavía están luchando para no morir de hambre. Lo cierto es que el verdadero panorama de China saldrá a la luz más temprano que tarde, haciéndose perceptible al mundo exterior. La capacidad del país para trasladar con eficacia una muestra de su realidad, acortará hasta cierto punto el tiempo que necesitarán los demás para formarse una comprensión relativamente integral sobre China.

 

Obviamente, no es tan fácil intimar con otros, sobre todo con ese mundo occidental que amplifica sin reparos la teoría de la “Amenaza China”, para lo cual se vale de algunos de sus medios informativos, que atacan a China a la primera oportunidad, distorsionando los hechos. Pero este valladar informativo no significa que los esfuerzos de China por realzar su imagen estén condenados al fracaso. Un número creciente de políticos extranjeros han comprendido ya que el despegue de China dista en gran medida del patrón de comportamiento que caracterizó a algunas potencias en los días de la Guerra Fría. El ascenso de China sigue siendo “moderado y pacífico”.

 

Para dejar una imagen positiva al resto del mundo, China deberá asimismo desarrollar una cierta capacidad de superar cualquier desafío, además de probar su capacidad para cumplir con las responsabilidades que asume toda potencia. Si China se muestra vulnerable en extremo a las críticas y censuras externas, estará otorgando ventajas a sus rivales, auto-condenándose de paso a quedar siempre a la defensiva.

 

“Sigue tu propio camino; que los demás hablen”, este aforismo de Dante Alighieri le viene como anillo al dedo a China a la hora de encaminar su actuación en la arena internacional. A una China más optimista le corresponderán por fuerza mayores cotas de éxitos en el mundo. (Pueblo en línea)

 

09/08/2010