En comparación con la actitud consecuente de Beijing, los mensajes que emiten los políticos en Washington sobre las relaciones entre China y EEUU tienden a tener dobles lecturas y a confundir.
Un simple vistazo a tres artículos de prensa publicados la semana pasada demuestran una vez más lo dicho.
El 25 de mayo, la Cámara de Representantes de EEUU amplió la lista de entidades chinas impedidas de establecer contratos con el Pentágono. Un día más tarde, el secretario de Comercio Gary Locke criticó el acceso al mercado de China y su lenta revaluación del yuan.
Este martes, Kurt Campbell, el enviado especial de EEUU para Asia Oriental, restó importancia a las diferencias de Washington con Beijing y dijo que EEUU desea profundizar la cooperación con China en el Sudeste de Asia este año.
Lo que sí resulta evidente, es lo difícil de determinar si Washington realmente desea cooperar con Beijing o tratarlo como rival.
De hecho, al mundo no le resulta ajena la yuxtaposición de la retórica polarizada que caracteriza los duelos entre oponentes y defensores de China en EEUU sobre toda una gama de temas espinosos entre los dos países. Está también al corriente de la inclinación de EEUU a jugar la carta de China en su política doméstica.
Aunque los lazos bilaterales han mantenido buen ímpetu en general desde principios de año, la insistencia en discriminar a las compañías chinas podría propiciar el riesgo de enfriar nuevamente los lazos bilaterales.
Ambos países deben proteger este ímpetu deseable y evitar las meteduras de pata que podrían conducir a un nuevo enfriamiento de relaciones.
La más reciente medida de la Cámara de Representantes de EEUU ha hecho un flaco favor a los lazos bilaterales y deja en claro la existencia de tendencias antichinas en el aparato político estadounidense.
Según enmienda de la Cámara, se prohíbe a todas las entidades propiedad o afiliadas al Gobierno chino proporcionar artículos de defensa a EEUU y el secretario de Defensa de EEUU debe divulgar ante el Congreso con 15 días de antelación cualquier exoneración en ese sentido.
Tal discriminación contra China, bajo excusa de defender los intereses nacionales de EEUU, desmiente la autodeclarada apertura del mercado de EEUU y revela el pensamiento de quienes en ese país avizoran una amenaza en China, en lugar de una oportunidad de mayor cooperación.
Dada su condición de las dos mayores economías del mundo y su interdependencia comercial, la cooperación recíproca entre Chian y EEUU en todos los campos beneficiará no sólo a los dos países sino también a la economía global.
Recurrir a los actos discriminatorios o a dobles raseros en el comercio no sólo va contra las tendencias de los tiempos sino que también socava el sano desarrollo de los lazos bilaterales.(Pueblo en Línea)
02/06/2011