EEUU debe lidiar con sus problemas de deuda tras sufrir una rebaja sin precedentes en su calificación crediticia

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EIJING, 6 ago (Xinhua) -- Los días en los que Estados Unidos, actualmente plagado de deudas, podía desperdiciar a su antojo los ilimitados préstamos extranjeros están contados, después de que la agencia de calificación Standard & Poor's (S&P) haya rebajado el viernes por primera vez la calificación de la deuda estadounidense desde AAA a AA+, con una perspectiva negativa.


Pese a que el Tesoro de EEUU puso en duda de inmediato la legitimidad de la rebaja sin precedentes de la calificación de su solvencia, no pocos fuera del país coinciden en señalar que ésta no es nada más que una cuenta tardía que EEUU tiene que pagar por su propia adicción a la deuda, así como por las disputas políticas con poca visión de futuro en Washington.

Dagong Global, una nueva agencia de calificación de riesgo china, rebajó el año pasado la calificación de los bonos del Tesoro de EEUU, acción que provocó en su momento una reacción de arrogancia y cinismo por parte de ciertos comentaristas occidentales.

Ahora, S&P ha demostrado que su colega china no hizo nada más que decirle a los inversores globales la verdad.

Como el mayor acreedor de EEUU, las autoridades chinas cuentan con todo el derecho para exhortar a la única superpotencia del mundo a que solucione los problemas estructurales de su deuda y garantice así la seguridad de los activos en dólares de los que dispone China.

Con miras a curar su dependencia a las deudas, lo mejor es que EEUU reestablezca el principio de sentido común que dicta que uno debe vivir dentro de sus posibilidades.

S&P ha insinuado que se podrían llevar a cabo más rebajas en la calificación de riesgo de EEUU. En este contexto, si el país norteamericano no pone en marcha recortes sustanciales en sus gigantescos gastos en defensa, y en los inflados costes de la seguridad social, la medida del viernes será el preludio de nuevas bajadas en la calificación de la solvencia estadounidense, lo que provocará a su paso más turbulencias en los mercados financieros mundiales.

Además, es probable que la recuperación económica del mundo se vea afectada, y se produzcan nuevas rondas de agitación financiera que vuelvan a perseguirnos a todos.

El Gobierno estadounidense tiene que aceptar el doloroso hecho de que los buenos viejos tiempos en los que EEUU podía salir de los propios líos en los que se había metido a base de pedir préstamos, han terminado definitivamente.

También debería abandonar su vieja práctica de dejar que sus políticas electorales nacionales tomen como rehén a la economía global, y dependan de los bolsillos llenos de los principales países con superávit para compensar su eterno déficit.

Un poco de autodisciplina no debería ser demasiado incómoda y difícil de sobrellevar para EEUU, la mayor economía del mundo y emisor de moneda de reserva internacional.

Aunque existen ahora escasas posibilidades de una verdadera situación de impago por parte de Estados Unidos, la rebaja en la categoría de S&P sirve como una nueva advertencia sobre la sostenibilidad a largo plazo de las finanzas del Gobierno estadounidense.

Debería introducirse una supervisión internacional sobre el tema del dólar estadounidense, al tiempo que una nueva, estable y segura divisa de reserva global también podría ser una opción para evitar una catástrofe causada por un país en particular.

Durante siglos han sido la energía y la innovación exuberante las que han ayudado a mantener el rol de EEUU ante el mundo, así como la confianza de los inversores en el dólar. Pero ahora, las crecientes deudas y la ridícula lucha política en Washington han dañado la imagen de EEUU en el extranjero.

Todos los estadounidenses, tanto los políticos como la gente común, tienen que hacer una seria reflexión para alejar a su país de un potencial abismo financiero.