Desde antaño Asia Central ha sido una compleja zona de movimientos de pueblos y personajes curiosos recorriendo pastos y oasis, en ocasiones de comercio exótico y en otras de trascendental rivalidad imperial. Aún queda mucho por saber de las interacciones en la zona entre las antiguas tribus arias (Indoiranias-europeas) relativamente sedentarias, las turcomanas nómadas, China y otras civilizaciones de las periferias de Eurasia. Parecer ser que las exploraciones de Zhang Qian en el siglo II a.C., cuyo primer objetivo era el de conseguir el apoyo de los Yuezhi contra el kanato de los Xiongnu, ayudaron a la dinastía Han a crear las primigenias grandes rutas (solo recientemente apodadas ‘de la Seda’ por europeos) que conectaron el imperio parto (antigua Irán), los restos del imperio helenístico, y Europa, y por la que comerciantes chinos posiblemente llegaron hasta Roma en el siglo I de nuestra era. Con el tiempo los Yuezhi emigraron por Asia Central y la India, y una parte de los Xiongnu también acabaron emigrando hacia el oeste convirtiéndose en los Hunos que contribuyeron a la caída del imperio romano de Occidente en el siglo V. Cristianos nestorianos de oriente medio llegaron a la expansiva y floreciente China Tang en el siglo VII, pero desde mediados del siglo VIII, tras unas batallas contra el nuevo califato abasí y tribus locales, esta se replegó hacia el este. No obstante, durante unos siglos más, judíos Radanitas mantuvieron algo el comercio entre gran parte de Eurasia hasta China sobre todo a través de Asia Central islamizada.
Ya en el siglo XIII, el imperio que Genghis Khan forjó con mucha violencia desde el Pacífico hasta Europa Oriental conllevó un período de Pax Mongolica que facilitó nuevos intercambios comerciales y culturales y, probablemente, la peste negra. Los inmigrantes de Asia Central que se integraron en la nueva China Yuan, pero sin renunciar al islam, pasaron a ser la actual minoría Hui, diferenciados de los uigures, kazajos y otros musulmanes de las fronteras. Pocos años después de que Marco Polo cruzara las montañas Pamir para llegar a la corte del gran Khan el monje nestoriano chino Rabban Bar Sauma viajó hasta Europa para intentar negociar una alianza. A principios del siglo XV, Ruy González de Clavijo encabezó una embajada castellana a la corte del gran Tamerlán en Samarcanda (un resto del imperio mongol) buscando una alianza contra los turcos otomanos.
En siglos posteriores, el consolidado poderío otomano imposibilitó el tránsito terrestre entre Europa y China, y Asia Central pasó a ser una zona disputada principalmente por la Rusia de los zares Romanov, que ya se había expandido por Siberia hasta el noroeste de América, y la dinastía Qing se proyectó al oeste (el Raj británico también jugó un papel en la zona sur). Rusia acabó anexionándose el Turquestán occidental y el Gran Qing el oriental (hasta 1760 dividido entre Dzungaria al norte poblada por mongoles-tibetanos nómadas budistas, y la cuenca del Tarim al sur con turcomános sedentarios musulmanes), que forma la actual provincia de Xinjiang. Ya en el siglo XX, la consolidación de la Unión Soviética conllevó nuevas demarcaciones fronterizas y deportaciones brutales. Tras la implosión soviética, el Turquestán occidental dio paso a las actuales repúblicas de Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán. Rusia mantiene fuertes pero decrecientes lazos con ellas y otras repúblicas exsoviéticas. Moscú controla cada vez menos bases militares y está perdiendo peso económico y cultural. Sus iniciativas multilaterales (CIS, CSTO, EurAsEC, EEU) nunca han sido muy fuertes (Turkmenistán nunca participa, Uzbekistán no siempre, la relativamente más importante y autónoma Kazajstán avanza desde 1992 el proceso panasiático CICA). Las élites políticas, herederas del poder soviético, están por lo general abiertas a la diplomacia con otras potencias a través de políticas exteriores denominadas ‘multi-vectoriales’, es decir, ajustándose pragmáticamente con rapidez a las presiones y oportunidades que ofrece la RPC y un creciente número de potencias interesadas en la zona.
La relación económica de la RPC con Asia Central ha aumentado notablemente en la última década. La proyección terrestre de la Iniciativa de la Franja y Ruta, presentada por Xi Jinping en Kazajstán en septiembre 2013, quería contrarrestar el islamismo desarrollando tanto el oeste de la RPC como Asia Central, de donde obtiene cada vez más recursos energéticos y minerales. Xi Jinping volvió a visitar Kazajstán en septiembre 2022, en su primer viaje al exterior en casi tres años, de camino a la cumbre anual de la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO) (un proceso que la RPC avanza desde hace décadas con Rusia para pacificar Asia Central y otros países) que se celebraba días después en Uzbekistán. Además, la Iniciativa planeaba un más rápido transporte de mercancías hasta Europa por lo que RPC ha venido invirtiendo en grandes corredores ferroviarios por Kazajstán. Dos de ellos se conectaron pronto con el Transiberiano en Rusia, pero debido a la guerra en Ucrania se están potenciando alternativas más complejas hacia Turquía primero por Asia Central, y luego a Irán por tierra o al Cáucaso cruzando el mar Caspio en barco.
La creciente diplomacia sino-céntrica está buscando más formas de cooperación. La RPC creó en julio 2020 el proceso diplomático 1+5 a nivel de ministros. En enero 2022 organizó una cumbre virtual conmemorando el treinta aniversario de establecimiento de relaciones diplomáticas. El mes siguiente, aprovechando los juegos olímpicos de invierno, los presidentes de los cinco países fueron a Beijing a firmar más acuerdos de cooperación individualizados. Este año 2023 está lleno de eventos importantes. En abril tuvo lugar la primera reunión (virtual) de ministros de economía y comercio. En marzo, durante la festividad persa de año nuevo Nowruz, la RPC anunció que presentará ‘un plan grandioso’ en una primera cumbre presencial con los líderes de Asia Central que tendrá lugar los días 18-19 de mayo en Xi’an, histórica ciudad origen de la Ruta de la Seda que también planear albergar este otoño el tercer gran foro cooperación de la Iniciativa de la Franja y Ruta.
La RPC considera a los cinco países socios estratégicos integrales lo que abre a la colaboración multidimensional incluyendo hasta temas de cultura y seguridad. Es por tanto previsible que la RPC use esa cumbre para dar un salto con las incipientes iniciativas de globales anunciadas en el último año y medio: la de Desarrollo en septiembre 2021, la de Seguridad en abril 2022, y la de Civilización en marzo 2023. Esas iniciativas inclusivas son aún bastante ambiguas y, por tanto, más o menos loables, pero si se apreciara que la RPC planea aumentar su influencia en Asia Central para consolidad un gran eje autocrático (en este mes de abril Rusia, la RPC, Pakistán e Irán han celebrado en Uzbekistán una segunda reunión ministerial, en principio para pacificar Afganistán, pero también para promover lazos) contra los Estados Unidos y sus aliados y socios cada vez más activos en la zona, la tensión sin duda subiría.
La autoridad y prestigio de los Estados Unidos en Asia Central nunca fue alta y ha bajado con su precipitada retirada de Afganistán. Más preocupado por otros escenarios, Washington cerró su última base en la zona en 2014, y apenas mantiene unos ejercicios militares y un diálogo de cooperación multilateral C5+1. Mientras tanto, Turquía e Irán intentan incrementar lazos culturales, económicos y de seguridad. Japón mantiene desde 2004 un diálogo con Asia Central para avanzar una cooperación sosegada. Corea del Sur lleva unos años promoviendo lazos comerciales. La India tuvo en enero 2022 su primera cumbre con Asia Central para impulsar comercio, conectividad y conocimiento, y en mayo 2023 se celebra en Goa una reunión de ministros de asuntos exteriores y en julio una cumbre de la SCO que no para de ampliarse por Eurasia. La Unión Europea intenta promover la conectividad regional con una estrategia actualizada en 2019, y este mes de mayo celebra un segundo foro económico en Kazajstán.
Con tantos gobiernos periféricos avanzando iniciativas y proyectos, ahora es momento de procurar sinergias productivas en el acelerado vórtice eurasiático que no desestabilice Asia Central. Si eso no se consiguiera aumentaría mucho el riesgo de un conflicto local que involucre en la vorágine a países alejados. Ante tal riesgo y oportunidad, el gobierno, algunas empresas y centros de estudio en España están incrementando su aún muy escaso interés por la zona. Pero nunca ha habido una cumbre ni reunión ministerial entre América Latina y Asia Central. Y su comercio bilateral es desdeñable; como curiosa excepción, este mes de abril 2023 México vendió a Tayikistán su polémico avión presidencial con un gran descuento. Para la mayoría de los programas de estudios e investigación de Iberoamérica sobre Asia, o de relaciones internacionales y estratégicas, Asia Central sigue siendo una zona de estepas y desiertos demasiado lejana e inhóspita.