El despegue chino nos llama a ejercer magnanimidad y sobria reflexión

In Noticias, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

La comunidad internacional ha dado gran importancia a las perspectivas de desarrollo de China, pronosticando la futura posición internacional y funciones reales del país. Tantas alabanzas, empero, no ocultan las observaciones contradictorias, por lo que se requiere ver el tema con mente fría.


En primer lugar, es imprescindible una comprensión sobria de la situación global y las funciones reales de China. Por un lado, China es una gran nación emergente, que debe ejercer una influencia y función positivas en los asuntos internacionales, a fin de contribuir a la paz y el desarrollo mundiales. Por otro lado, China no es todavía una nación poderosa y sigue siendo un país en desarrollo, cuyo producto interno bruto (PIB) per cápita en 2010 se situó en el 95º lugar mundial, en medio de notables disparidades evidentes con el nivel medio del mundo.

No es realista que China asuma responsabilidades internacionales que rebasen su capacidad actual, pues de excederse no sólo dañará sus intereses, sino también los de la comunidad mundial. En los últimos 20 años, China ha aceptado y cumplido responsabilidades en ámbitos tales como la guerra contra el terrorismo, las misiones de mantenimiento de paz, el enfrentamiento a la crisis financiera mundial y la prevención y tratamiento de enfermedades infecciosas, por lo que ha sido blanco del encomio internacional.

 

China continuará apegada a su propia ruta, asumiendo sus responsabilidades globales en consonancia con el principio de integración de los intereses nacionales con los de la comunidad internacional.

 

En segundo lugar, es imprescindible ver las críticas y acusaciones con una mentalidad tolerante. El surgimiento de cualquier gran nación no se produce entre sábanas de tul, sino al impulso del patrimonio generado por su propia ciudadanía. Frente a las acusaciones y las críticas, es muy importante que toda gran nación mantenga un talante apacible.

 

En cuanto al despegue chino, es lógico que muchos lo critiquen, desconociendo sus particularidades. No todo el mundo es capaz de ejercer la visión desprejuiciada y la buena voluntad.

 

Desde el punto de vista histórico, el surgimiento de una gran nación es a menudo precedido por el advenimiento de una ciudadanía conciente, por lo que urge que consigamos una madurez intelectual.

 

Por otro lado, no debemos dormirnos en los laureles de algunos logros, exhibiendo sin pudor nuestras ventajas y alardeando de nuestros grandes proyectos en busca de prestigio. Por el contrario, debemos presentar a China ante el mundo de manera objetiva y veraz, y dejar que el mundo exterior vea la situación desfavorable real que aún perdura en el centro y oeste del país. Y debemos evitar caer nuevamente en el deseo de revancha ante cada crítica, listos para saltar al menor señalamiento.

 

Por último, a las críticas y acusaciones debemos responder con mente sobria, magnanimidad y confianza en nosotros mismos. Es previsible que China encare numerosas y complejas cuestiones y que levante sospechas en rápida sucesión, lo que debe llevarnos a cuidar de nuestra imagen internacional.

 

En resumen, debemos ser tolerantes, pero nunca humillarnos o ser serviles. Nos toca aprender de todos.

 

Es de vital importancia que China promueva la distribución de los logros económicos, a la vez que propicia una sociedad civilizada en armonía con una democracia fortalecida, lo cual nos hará acreedores de la aprobación mundial, dejando a un lado a los rencorosos y mal intencionados.(Pueblo en línea)

 

16/02/2011