La aparición de China por nuestra parte del mundo implicó la conjunción de dos gigantes: un gran consumidor de recursos naturales y un gran productor de ellos. Mientras China alcanzaba inmensos porcentajes del total global en el consumo de materias primas y productos básicos, Sudamérica encabezaba la lista mundial en la producción de muchos de ellos.
La alta dependencia regional en la exportación de recursos naturales era, sin embargo, objeto de polémica. Por un lado se argumentaba que tal dependencia aumentaba el valor de nuestros signos monetarios, lo que nos hacía poco competitivos en la exportación de manufacturas. Es la llamada “enfermedad holandesa”. Alternativamente se afirmaba que tal dependencia sólo reflejaba una distribución internacional de trabajo, sustentada en ventajas comparativas. Bajo esta última perspectiva el costo de supresión de empleos en el sector manufacturero se veía de sobra compensado. Ello en la medida en que la exportación de recursos naturales garantizaba crecimiento económico, acumulación de reservas internacionales, balanzas comerciales favorables y acceso de los consumidores domésticos a productos más económicos.
No en balde dos importantes organismos internacionales mantuvieron posiciones encontradas al respecto. Mientras el Banco Mundial presentaba una interpretación positiva con relación al alto volumen en la exportación de materias primas y productos básicos, la CEPAL tenía una óptica negativa. Para el primero, ello permitió a la región enfrentar con éxito la crisis económica aparecida en 2008. Para el segundo, tal situación reproducía a comienzos del siglo XXI un patrón exportador propio del siglo XIX.
De acuerdo al Banco Mundial la dependencia regional en recursos naturales no debía ser vista como “maldición” sino como oportunidad de desarrollo. Para dicha institución no había evidencia que corroborase la idea de que ésta fuese un área de bajo rendimiento en materia de productividad o crecimiento económico. Todo lo contrario. Lo importante, por tanto, era como se administraba esta bonanza. Si sus ganancias se invertían en desarrollo humano, infraestructuras e innovación, la misma se convertía en un trampolín al desarrollo.
Para la CEPAL la pregunta era si la asociación con China, sustentada en la exportación de recursos naturales, se correspondía al tipo de desarrollo que requería nuestra región. ¿Se trataba de una asociación basada en el entrecruce de vínculos productivos, en la innovación tecnológica y en la incorporación de conocimiento? La respuesta era claramente negativa en la medida en que el 90% de las exportaciones regionales a China estaba compuestas por recursos naturales y el 88,5% de las importaciones provenientes de China eran manufacturas.
Ahora bien, a partir de 2013 el período de bonanza de las exportaciones regionales de materias primas llegó a su fin. Según Francisco Rodríguez Aravena, Sudamérica ha sufrido una contracción del 21% en el valor de sus exportaciones de productos básicos, petróleo y minerales. Más importante aún, la caída en los precios de los recursos naturales puede erosionar hasta la médula los avances sociales alcanzados durante el boom de sus exportaciones entre 2003 y 2013 (“América Latina en un ciclo de baja pero con señales esperanzadoras”, Pensamiento Iberoamericano, Tercera Época, enero 2016).
Entre 2003 y 2010, en efecto, 73 millones de latinoamericanos fueron sacados de la pobreza como resultado del boom de los recursos naturales, mientras el ingreso del latinoamericano promedió aumentó en 30% (Robert B. Zoellick, “Globalization made in the Americas”, 30th Aniversary Celebration of the Inter-American Dialogue, Washington DC, June 7, 2012). Francisco Rodríguez Aravena confirma las cifras anteriores, señalando que entre 2003 y 2013, 72 millones de latinoamericanos salieron de la pobreza, mientras casi 94 millones se incorporaron a las clases medias. No obstante, señala que tales logros sociales se encuentran en serio peligro. Según las estimaciones del PNUD, por él referidas, entre 25 y 30 millones de latinoamericanos estarían en proceso de regresar a la pobreza (obra citada).
Varios factores han desencadenado esta caída en el precio de diversos recursos naturales. Sin embargo hay un denominador común que los afecta a todos: la marcada disminución en su demanda por parte de China. Ello es resultado de la reorientación de su economía hacia un modelo menos sustentado en la exportación de manufacturas. En palabras de Guadalupe Paz: “Los decisores políticos latinoamericanos están profundamente preocupados con el desbalance de su relación comercial con China, especialmente ante la reducción de su capacidad de consumo y la caída global en los precios de los recursos naturales” (Riordan Roett y Guadalupe Paz, edit., Latin America and the Asian Giants, Washington DC, 2016).
Si algo demuestra la situación actual es que ser un gigante en recursos naturales equivale a ser el gigant equivocado.