El placet chino a la sucesión dinástica y escenarios de futuro en Corea del Norte

In Análisis, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

Además del frente interior, Kim Jong-il ha maniobrado para asegurarse el apoyo chino. Viajó a China del 26 al 30 de agosto, solo tres meses después de su anterior visita en mayo. Tenía un doble objetivo: lograr el placet a su plan sucesorio y reclamar más ayuda económica de Pekín. El Norte sufre una profunda crisis económica agravada por la fracasada reforma monetaria aprobada en noviembre de 2009, las sanciones económicas internacionales aplicadas por Washington y Seúl y las inundaciones que en verano azotaron algunas zonas del país. China ha reemplazado a los EEUU como prioridad estratégica de Pyongyang para lograr que el régimen sobreviva política y económicamente hasta consolidar la transición dinástica, posiblemente antes de 2012.

La visita al norte de China solo fue confirmada por ambos países el 30 de agosto una vez el presidente norcoreano había cruzado de vuelta la frontera china. Le acompañó el joven Kim Jong-un que fue presentado a las autoridades chinas. De la entrevista con el presidente Hu Jintao, el 27 de agosto en Changchun, casi nada trascendió. Pekín se escuda en su posición oficial que considera la cuestión sucesoria como un asunto interno norcoreano.

 Parece que Kim Jong-il alcanzó sus dos objetivos. Tras recibir la luz verde china a sus veleidades sucesorias, concretó, tras un aplazamiento, la convocatoria de la Conferencia de delegados del Partido de los Trabajadores celebrada el 28 de septiembre. También logró el compromiso chino de incrementar la cooperación económica, incluso militar, con el Norte. 

Pero Pekín exige al régimen norcoreano dos contrapartidas: a) que su economía se abra gradualmente al exterior, siguiendo el modelo chino, priorizando los intereses de las empresas chinas que muestran un apetito voraz sobre los recursos naturales del Norte. El comercio con China ya representa el 80% del comercio exterior norcoreano y crecerá más en el futuro, y b) que rebaje la tensión militar en la península coreana volviendo a las negociaciones, rotas en abril de 2009, en el marco del Grupo de los 6 para la desnuclearización del Norte. Kim Jong-il ha manifestado su disponibilidad a reanudar el diálogo multilateral. Pekín espera que Pyongyang renuncie definitivamente a sus ambiciones y amenazas nucleares. Teme que un Norte nuclear impulse el rearme militar de Japón, Corea del Sur y Taiwán. Precisa que haya estabilidad en la región para concentrase en su ascenso como potencia económica y política. ¿Presionará China a Corea del Norte? Lo hará pero sin provocar un cambio efectivo del actual “status quo” estratégico en la península coreana. Una Corea dividida deja las cosas como están.

 EEUU y Corea del Sur están asimismo dispuestos a volver a negociar con Pyongyang pero no a cualquier precio. Su paciencia es grande pero no infinita porque el tiempo no juega a su favor. Quieren hechos concretos y no nuevas promesas. Seúl ha reiniciado los contactos diplomáticos enviando ayuda humanitaria y está abierto a reanudar las reuniones familiares e incluso reforzar la cooperación económica con el Norte. A pesar de las sanciones internacionales, el complejo industrial intercoreano de Kaesong sigue operativo. 

El Gobierno surcoreano quiere, por motivos de seguridad, apaciguar las tensiones con el Norte cuando se acerca la fecha de la Cumbre del G20 que se celebrará en Seúl los días 11 y 12 de noviembre. Preocupa que Pyongyang aproveche la ocasión para desviar la atención mundial centrada en la Cumbre del G20 en Seúl. Pyongyang podría realizar antes o durante la Cumbre algún acto de intimidación nuclear o lanzar alguna de sus acostumbradas amenazas retóricas contra Corea del Sur y EEUU. Pero se lo pensará dos veces. En Seúl estarán sentados EEUU y Corea del Sur pero también China.

 Pero persiste una cuestión espinosa. Seúl exige que Pyongyang reconozca su responsabilidad directa en el hundimiento de la corbeta “Cheonan” el 26 de  marzo, en el que murieron 46 marinos surcoreanos, algo a lo que el Norte sigue negándose. Pekín no ha secundado las pretensiones de Seúl algo que ha irritado al gobierno surcoreano. Tampoco Rusia ha apoyado la posición de Seúl. Los militares rusos hicieron un informe que no confirma las conclusiones de la comisión investigadora internacional creada a instancias de Seúl que atribuyó el hundimiento del “Cheonan” a un torpedo norcoreano.

Los rusos atribuyen el hundimiento a al explosión de una mina. China y Rusia se opusieron a que el Consejo de Seguridad de las NNUU aprobase una resolución que condenase explícitamente a Pyongyang en relación al incidente naval.

 El futuro plantea muchas incógnitas y varios escenarios. Es posible que el régimen norcoreano se mantenga y evolucione gradualmente siguiendo el modelo chino. Tal vez se acuerde la desnuclearización del Norte en el último momento una vez se consolide la transición dinástica. Kim Jong-il solo aspira vivir para celebrar el próximo 15 de abril de 2012 el centenario del nacimiento de su padre y fundador Kim Il-sung. Es más factible que su hijo Kim Jong-un u otro sucesor se vea obligado a impulsar los cambios. Se evitaría un colapso económico que todos sus vecinos temen. Pero entonces la reunificación coreana podría quedar más lejana. Por ahora, China aprovecha una vez más otra oportunidad para reforzar su influencia geoestratégica y económica en el Nordeste de Asia.